25 años que han cambiado la forma de medir el tiempo

Javier Bazaga
-

La puesta en marcha de la alta velocidad en España acortó distancias y acercó ciudades, dando una nueva dimensión al valor del tiempo

Hace 25 años, el 21 de abril de 1992, coincidiendo con la Exposición Universal de Sevilla ("la Expo"), un tren de aspecto futurista, más propio de las novelas de Isaac Asimov, recorría los 471 kilómetros que separan Madrid de la capital andaluza en apenas dos horas y 45 minutos. Poco después ese tiempo se redujo hasta las dos horas y media, intervalo que pasó a convertirse en la nueva unidad de medida para el transporte de viajeros en España.
Fue el inicio de una nueva era, la distancia pasó a medirse en tiempo. Madrid-Sevilla en dos horas y media, Madrid-Ciudad Real en menos de una hora, Madrid-Málaga en dos horas menos de lo que se tardaba antes de la llegada de la alta velocidad y, más tarde, Madrid-Barcelona en dos horas y media.
Es uno de los saltos cualitativos que hemos experimentado en este país y del que hemos tomado conciencia con la alta velocidad: el valor del tiempo y lo que puede dar de sí cuando se viaja a más de 300 kilómetros por hora.
También es uno de los motivos por los que solo tuvo que transcurrir un año para que el ferrocarril se hiciera con el 85 por ciento de la cuota de mercado frente al avión para viajar entre Sevilla y Madrid. Lo mismo ocurrió con el trayecto Madrid-Barcelona años después.
En la actualidad, 31,8 millones de viajeros utilizan cada año los servicios de Alta Velocidad-Larga Distancia de Renfe, lo que supone un incremento del 102 por ciento frente a 1991, último año previo al estreno de la primera línea de alta velocidad, en que 15,7 millones de viajeros utilizaron los servicios de Largo Recorrido de la entonces Red Nacional de los Ferrocarriles Españoles (RENFE).
La evolución a lo largo de estos 25 años sitúa la cifra acumulada de viajeros que han utilizado la red de alta velocidad en España en 357,5 millones de viajeros.