"Somos un puente entre las personas mayores y sus familias"

Ana Pilar Latorre
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Son testigos de primera línea de la despoblación y del envejecimiento de los habitantes de Soria. Casi 300 trabajadores del servicio de ayuda a domicilio (entre Diputación a través de los Ceas y Ayuntamiento)

"Somos un puente entre las personas mayores y sus familias" - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez.

Llegan a más de 1.200 usuarios en toda la provincia, una cifra que va en aumento (los de provincia un 5,3% en 2018 y 300 más desde 2015). La mayoría de usuarios tiene más de 80 años y son más mujeres que hombres. Ese aumento requiere también un mayor esfuerzo económico (2,9 millones de euros en Diputación y 1,2 millones de euros en Ayuntamiento), pero el servicio es una firme apuesta de las áreas de Servicios Sociales de ambas instituciones (elaboran los pliegos para la adjudicación), con el objetivo de que los mayores puedan permanecer más tiempo en su hogar, siendo la última opción el ingreso en un centro residencial. Ofrecen atención personal, de carácter doméstico y de relación con el entorno, principalmente y el servicio lo pueden solicitar personas en edad avanzada, personas con discapacidad, menores de edad y grupos familiares. 

¿A cuántos trabajadores aglutina el servicio de ayuda a domicilio en capital y provincia?

María Oliva: En Diputación, a través de los Ceas somos 235, de los que 228 son auxiliares y siete personal de oficinas. El servicio está adjudicado a la empresa Aralia. Yo llevo varios años siendo representante sindical (CC.OO.) de los trabajadores, como presidenta del comité de empresa.

Sonia González: En capital somos 56, es decir, 54 auxiliares y dos coordinadoras. Y el servicio lo presta Clece. En la actualidad, yo soy la representante sindical (también de CC.OO.) de los trabajadores de ayuda a domicilio en la capital.

¿Ha ido en aumento el número de trabajadores y de usuarios? ¿Por qué razones?

M. O.: En provincia ha aumentado mucho el número de usuarios, ya que se ha pasado de los 600 a los 943 que hay a fecha de hoy.

S. G.: En Soria capital también ha habido un incremento hasta los más de 300. Creo que se debe a que las residencias son muy caras y las familias en tiempos de crisis no pueden pagarlas y viene mejor un servicio a domicilio, que les ayuda.

M. O.: Todos deseamos estar en casa, por lo que este servicio ayuda, con la colaboración de las familias, a que la gente pueda estar más tiempo en sus hogares. Las instituciones hacen una labor importante y si no existiera el servicio se tendrían que trasladar a las residencias. 

¿Se puede decir que el servicio ayuda a mantener la vida en los pueblos? ¿Los trabajadores de ayuda a domicilio sois un colectivo vital?

M. O.: Por supuesto, si no estarían más vacíos. Por ejemplo, yo tengo usuarios que viven en pueblos y llevo con ellos diez años, un tiempo en el que se ha evitado que estén institucionalizados. Es un aliciente para ellos y en una residencia puede que no hubieran estado tanto tiempo. La adaptación a determinadas edades es mucho más complicada que cuando se es joven. En provincias como la de Soria, que se está muriendo o la están matando, ya no lo sé, somos un colectivo fundamental porque sostenemos los pueblos.

S. G.: El Soria capital las auxiliares somos también un apoyo importante para los usuarios. Por la vida que llevamos ahora los hijos no pueden pasar todo el tiempo que quieren. Somos como un puente entre las personas mayores y la familia, porque cualquier cosa que suceda, como un cambio en el estado de salud, se puede comunicar. Estamos pendientes de ellos, que están más a gusto en su domicilio, y la familia puede estar más tranquila. Se mejora la calidad de vida porque les haces comida, les llevas al médico, salen de paseo, mantienen las relaciones sociales, tienen compañía... Para muchos somos la única persona que tienen con la que poder hablar, sobre todo los que no pueden salir ellos solos.

M. O.: Es importante la tarea de supervisión diaria que se realiza a cada usuario, porque una persona que está con un enfermo todos los días es el que detecta los cambios en su estado de ánimo, de salud... 

¿Es una tarea que tiene su lado positivo y negativo?

M. O.: Es gratificante y satisfactoria, pero también implica mucho desgaste psicológico, dependiendo de los casos. Es una norma no implicarse con los enfermos, algo inviable, porque nos piden que seamos unas personas de hierro. Acudes diariamente a una casa a ver a una persona y tienes más relación con el usuario que con mucha gente de tu familia, por lo que como ser humano es inevitable que intentes protegerlos muchas veces.

S. G.: Tenemos que tener muy claro que cuando salimos de los servicios tenemos que separar el trabajo de la vida personal. Y es importante que las familias se impliquen, lo que hacen la mayoría, aceptando lo que se les dice y siendo receptivos a los cambios. Siempre hay casos de familiares que no se implican o que lo hacen en exceso.

El objetivo es que las personas puedan permanecer en sus hogares...

M. O.: La atención institucional -residencias de la tercera edad- existe porque hay una serie de enfermos que lo requieren, a los que el servicio de atención a domicilio no puede llegar. Yes verdad que hay una serie de enfermos que en un primer momento pueden hacer uso de este servicio y después necesitan ir a una institución. Creo que no puede primar una cosa sobre la otra, ya que las dos cosas son necesarias pero para que una persona pueda usarlas en distintos tiempos, en función de las situaciones. Todos estamos mejor en nuestra casa, eso es indudable, y en una residencia hay muchos casos en los que se desorientan, especialmente al principio.

S. G.: En muchas ocasiones a la familia, cuando se han observado los cambios que han experimentado los usuarios, se les ha informado de la variación para buscar otros medios y otras soluciones. Hay situaciones en las que ya no se puede prestar el servicio. En las residencias a veces hay casos en los que los mayores se hacen más dependientes de lo que son, pierden autonomía.