Maquetas como herramienta didáctica

Ana Pilar Latorre
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Hay juegos más allá de las consolas y Mario Rodríguez se ha propuesto que los niños aprendan historia, física o matemáticas a través de una actividad que consiste en la realización de maquetas y la gestión de países y sus recursos

Gestionar los recursos de un país y  negociar entre naciones, son cosas que se pueden aprender en los talleres de maquetas que imparte Mario Rodríguez, que además ayudan a desarrollar la capacidad creativa y la fluidez de pensamiento de los alumnos como alternativa a los juegos de consolas, ordenador y móvil. El maquetista imparte las clases tanto para el taller organizado por el Ayuntamiento, a través de la Concejalía de Cultura, como a nivel particular en su estudio de la calle Numancia y en localidades como Navaleno.

Todos los alumnos comienzan por el taller tridimensional , en el que «se experimenta para aplicar las destrezas y poder dar forma a las ideas, imaginando para crear y lograr una conexión entre lo conceptual y lo tridimensional». Tras estos primeros pasos, el alumno irá creando su propia maqueta a partir de su propio diseño y otras piezas en grupo, asesorado en las cuestiones técnicas pero con completa libertad en cuanto al empleo de materiales. Rodríguez hace referencia a las diferencias entre los niños y los adultos, ya que los niños desarrollan una mayor capacidad creativa y los mayores tienen una mayor percepción espacial.

Los talleres se van complicando, de lo más sencillo a lo más difícil, y para los niños este tipo de actividades y juegos tienen muchas posibilidades didácticas y se pueden incluir en actividades escolares dentro del apartado de nuevas metodologías. Por ello, el maquetista está en contacto con algunas asociaciones de madres y padres de alumnos (AMPAs) para poder impartir este tipo de talleres en los centros escolares porque implican beneficios para los niños.

 Rodríguez ha enfocado los talleres para niños en base a un juego con una curiosa temática. «Está ambientado en los años 40, en torno a la Segunda Guerra Mundial; y entran en juego varios países, como Estados Unidos, Inglaterra, Japón, Alemania, Rusia, Italia y España, con sus recursos económicos y mandatarios de aquellos momento. Construyen los edificios de los gobiernos; fábricas, granjas, naves, ciudades, aeropuertos, puertos, astilleros y muelles; aviones, barcos, camiones y coches de los años 40; tanques y grúas; plataformas petrolíferas; presas y embalses... «Es un juego virtual pero en la realidad, porque tienen la posibilidad de construir con las manos, manipular los materiales y mover los elementos. Cada pieza tiene su peso y a cambio se van recibiendo materiales y avanzando», comenta el profesor, quien indica que todos los elementos tienen su espacio real al aire libre, con fotos y planos, donde se desplazan por unas horas. 

juego. En este juego virtual de estrategia, los grupos se hacen por países y cada uno tiene asignados los recursos (minerales, ganaderos...) que tienen que explotar. Además, pueden establecer relaciones diplomáticas para conseguir recursos de otros países, como el petróleo. De esta manera, los alumnos se dan cuenta de las circunstancias que llevaron a enfrentamientos bélicos y los conflictos que se mantienen por controlar los recursos más valiosos, «el mundo real tal como es». Según él, la actividad «tiene muchas posibilidades didácticas y el objetivo es que el niño aprenda jugando historia, física, matemáticas... Calcular distancias es otra de las cosas que tienen que controlar». «Yan se han construido la Casa Blanca de Estados Unidos, el Ministerio de la Guerra de Japón, la Cancillería alemana, el Palacio de Venecia de Italia, el Parlamento inglés, el Palacio del Pardo de España, el Parlamento ruso...», añade destacando la importancia de que se pueda aprender a gestionar recursos energéticos como el acero, el hierro, el carbón y el petróleo, así como los ganaderos y agrícolas para poder vender y distribuir entre la población civil cereales, queso y leche, por ejemplo.

Los equipos van trabajando en el taller en la construcción de maquetas y después las guardan en sus casas, pero también tienen que juntarse en algún lugar para hacer las negociaciones correspondientes entre países o planear si se tuviera que conquistar terreno o construir un oleoducto, por ejemplo. Cada edificio del gobierno tiene su cuaderno en el que los miembros del equipo apuntan sus gastos e ingresos, siempre de acuerdo a un reglamento que se va creando según avanza el juego. Cada país tiene su periódico donde se recogen los acontecimientos más importantes, como otro dato de interés. Igualmente, las alumnas del taller del Ayuntamiento están construyendo un pueblo, con su núcleo urbano y sus espacios naturales, así como una presa que funcionará de verdad con sus turbinas y construida con cemento en un barranco.

Rodríguez cree que esta actividad es única e innovadora, porque se construyen maquetas en base a la creatividad de cada alumno, lo que no tiene nada que ver con los kit que se venden hoy en día.

afición. Mario Rodríguez se aficionó por las maquetas desde que era pequeño, cuando tenía unos cinco años y comenzó a aprender a hacerlas de manera autodidacta. Recuerda que en las eras de los pueblos en los que vivió, como Yanguas como Fuentelmonge, como los niños tenían mucho tiempo libre, él y sus amigos construyeron más de cien barcos. Estudió Magisterio pero siempre se ha dedicado a su gran afición, las maquetas. Ha realizado decenas de ellas y en torno a espacios naturales, como Valonsadero y la Laguna Negra, y sobre todo de edificios públicos y promociones.