Una fiesta que representa la eternidad, que rememora la tradición de los pueblos celtibéricos en la que celebraban el final de la cosecha y la llegada del invierno. Esto simboliza el Samain, cuando recibían también a los guerreros que habían terminado las contiendas armadas, momento en las que se asumían las pérdidas de los caídos, los difuntos eran de esta forma recordados y homenajeados.