«Empezaron a aparecer enormes agujeros en la necrópolis"

Nuria Zaragoza
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El secretario de la Asociación de Amigos del Museo de Tiermes recuerda el daño provocado en los años 80 por los furtivos. Pide concienciar a la sociedad

«Empezaron a aparecer enormes agujeros en la necrópolis" - Foto: Concha Ortega

«Fue un daño muy grande porque la necrópolis hasta entonces estaba prácticamente intacta y el daño que causaron los furtivos fue devastador». Y no solo por el material que se llevaron, «seguramente piezas de gran valía». También por el efecto que este tipo de acciones tiene en la interpretación y comprensión del yacimiento. 

El secretario de la Asociación de Amigos del Museo de Tiermes (AAMT),Arturo Aldecoa, recuerda  perfectamente el paso de los furtivos «por el yacimiento de Tiermes, y especialmente por la necrópolis celtibérica de Carratiermes, en los años 80». Es entonces cuando se cree que actuó en la zona el expoliador ahora identificado en Ávila. 

«Sabíamos, porque lo comentaba la gente de la zona -sobre todo de Carrascosa y de Valderromán- que  cuando pasaban los arados por una zona que tiene entre 30.000 y 50.000 metros cuadrados, a veces, aparecían puntas de lanza, restos de hierro... pero era una cosa ocasional. Pero hacia el año 83-84 empezaron a aparecen unos enormes agujeros hechos con gente que iba con detectores de metales. Eran hoyos de casi medio metro de profundidad y un metro de diámetro», rememora Aldecoa. 

¿qué se llevaron? El daño fue «devastador» pero lo que más «preocupación» despertó entre los arqueólogos sorianos fue que «encontrábamos tirados alrededor de los agujeros piezas de primera categoría.Recuerdo haber visto fíbulas de caballito, restos de puñales...», recapitula. «Si dejaron eso tirado, ¿qué encontraron?», se pregunta Aldecoa. Y, seguido, contesta:«Me temo que encontraron ajuares de armas de guerreros del siglo III y II antes de Cristo y, también, en algunos casos, ajuares de bronce anteriores, de la época protoceltibérica y comienzo de la celtibérica (siglo VI al IV antes de Cristo)». No tienen ninguna constancia real pero es lo que creen dado que, de acuerdo a las excavaciones realizadas después, este tipo de piezas «se depositaban junto a las urnas en la tumba, a veces con una piedra en cada lado». 

El daño fue tan grave que «lo comunicamos a la Junta y a la Diputación» para que tomaran medidas, rememora. Habla en plural porque entonces Tiermes estaba en el punto de mira de José Luis Argente (fallecido en 1998), quien fuera alma máter, impulsor, la persona clave en la recuperación y puesta en valor de la ciudad celtibérico-romana de Tiermes. De hecho, «en marzo de 1986» Argente Oliver consiguió por fin que permiso para excavar en el yacimiento. «Porque estaban saqueando un día sí y otro también», matiza Aldecoa. 

Tras diversas campañas entre 1986 y 1993 consiguieron encontrar 645 tumbas. Se cree que estas apenas habían sido «tocadas» por los furtivos, si bien, insiste el secretario de la AAMT, «no sabemos el destrozo que pudieron hacer porque, como hacían pozos profundos, demolían todo, las urnas se rompían, se movían los materiales, se les rompían los ajuares de bronce en trocitos...». 

Argente consiguió la excavación sistemática de la necrópolis, pero «apenas» se excavó «entre el 5 y el 8%». En esa pequeña parte «había 645 tumbas que van desde la época protoceltibérica (VI antes de Cristo) hasta el mundo romano (siglo I después de Cristo)», puntualiza Aldecoa, aludiendo con ello a la riqueza del yacimiento y al valor de lo que se podría haber sustraído. «Seguramente serían piezas de gran valía, porque la riqueza de los ajuares era enorme. Pero realmente no sabemos lo que se podrían llevar. Quizá restos de cascos, partes de escudos, grandes espadas...», considera, al tiempo que lamenta que muchas de esas piezas estarán ya convertidas en polvo dado que estos materiales exigen determinadas condiciones atmosféricas para su conservación.