El Roscón, postre de la navidad

Ana Pilar Latorre
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Una panadería de Almajano los elabora de forma manual y artesanal, cuidando cada detalle de un postre que se consume en los últimos años en Nochebuena y Nochevieja

El Roscón, postre d ela navidad - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez.

Tiendas, cafeterías, restaurantes… se llenan estos días de roscones de Reyes, un dulce que se corona como un postre Navideño ya no solo para la festividad del seis de enero, sino para todas las navidades. Así  lo confirman Óscar García y Raúl Jiménez, de la panadería Almajano, quienes aseguran que cada año se elaboran más roscones porque es una tradición que no se pierde, sino todo lo contrario, «va en aumento». Ellos ya hicieron una remesa para Nochebuena y otra para Nochevieja, por lo que «es un postre navideño más y no solo para Reyes»; en 22 años de actividad hacen cada año más unidades de este dulce típico de estas fechas. Los roscones roban protagonismo a los turrones y ponen la puntilla a los menús navideños, en los que no faltan el cordero, el pescado, el marisco, el cardo rojo, los consomés y los variados y originales entrantes..  

Centrándonos en los roscones, visitamos en Almajano la panadería de Óscar y Raúl, en la que estos días hay mucha más actividad que en otras semanas del año precisamente por este dulce navideño. Tras elaborar el pan y otros productos de repostería, en torno a las doce de la mañana se centran en los roscones y en el amasado, lo único que se realiza en máquina, ya que el resto del proceso es «manual y artesanal», lo que le aporta ese sabor tan especial a los roscones así elaborados. Entre cinco personas preparan cerca de mil roscones desde varios ingredientes, como harina de fuerza, sal, mantequilla, azúcar, agua de azahar, levadura, huevos, fruta… «Los rellenos los hacemos de nata auténtica, el sabor más tradicional y más corriente, pero también los hay de trufa o crema. Por encima les ponemos huevo y azúcar, también fruta escarchada, solo naranja», detalla Óscar García.

Tras amasar la pasta, el proceso continúa: «formamos, dejamos fermentar, la estiramos y colocamos en la bandeja de aluminio, dejamos fermentar de nuevo, adornamos, cocemos, cortamos y rellenamos, colocando el haba y la sorpresa, la corona y la tarjetita explicativa del significado del haba, ya que a quien le toque tendrá que pagar el roscón…». 

nata auténtica. El ambiente de trabajo es distendido, no faltan los delantales, la harina, las mesas de trabajo, las paletas, los hornos… y ese aroma inconfundible de las panaderías, con más encanto aún si se trata de un pueblo, por eso de mantener la actividad en el medio rural con un negocio tradicional, a la par que sacrificado por horarios y cantidad de trabajo. Todo un ejemplo con 22 años de trayectoria en un pueblo como Almajano.

«La elaboración manual se nota en el sabor del roscón. También es importante para nosotros el relleno de nata auténtica», añade el panadero, quien insiste en que en el establecimiento se compran todos los productos en Soria, también a través de la distribuidora Parapan. «Compramos y vendemos en Soria, solo adquirimos la harina en Borja, pero de la que está hecha con trigo de Soria. Este es uno de nuestros pilares, que todo lo que se pueda se quede en Soria y que los productos que elaboramos se vendan en Soria», concluye el panadero.

El roscón de Reyes es una tradición pagana incorporada a una celebración religiosa. Su origen se remonta al siglo II a.C., ya que a mediados del mes de diciembre, cuando se finalizaban las labores en el campo y durante una semana, se preparaban celebraciones paganas conocidas como ‘las Saturnales’, en homenaje a Saturno, el dios de la agricultura y las cosechas. Se celebraba que llegara la época con más luz. Entre las muchas viandas que se preparaba una torta a base de miel en la que se introducían frutos secos, dátiles e higos, que se convirtió en uno de los más populares. Se introdujo el haba, un símbolo próspero y de fertilidad, por lo que a aquel que se encontraba en su porción se le auguraba prosperidad durante el resto de año. Tras finalizar la persecución a los cristianos e imponerse esta religión como la oficial en el Imperio Romano, las Saturnales fueron desapareciendo, pero no la costumbre de la torta, que fue adquiriendo forma de roscón.

En el siglo XVIII se introdujo la sorpresa, que adquirió más valor simbólico (el premiado se corona) que el haba, ya que al que le tocaba la legumbre pagaba el postre navideño. De ahí el ‘tonto del haba’ (origen del famoso insulto ‘tontolaba’), que perdura hasta nuestros días.