A pesar de que el nuevo Gobierno de Italia no deja de poner impedimentos a la llegada de inmigrantes a sus puertos, nada pudo hacer ayer contra una nueva barcaza con 450 sin papeles a bordo que se encontraba a la deriva en el Mediterráneo central. Eso sí, el Gabinete de Giuseppe Conte tiene claro que, aunque los irregulares fueran rescatados cerca de la isla de Linosa, junto a Lampedusa y a unas 100 millas de Malta por un barco de la misión fronteriza Frontex y un buque de la Policía italiana, estos no pasarán tiempo en suelo transalpino.
Ante esta situación, el primer ministro se puso inmediatamente a negociar con sus socios de la UE una «redistribución inmediata» de los indocumentados y envió a los Estados comunitarios una carta en la que les instó a compartir la carga migratoria, aludiendo a las conclusiones del último Consejo Europeo de finales del mes pasado, y adelantó que Francia asumirá 50 de ellos, Malta otros 50 y «pronto se sumarán otros países».
«Un resultado importante» que confirma, a su parecer, que su nación «comienza a ser verdaderamente escuchada» en el tema migratorio, aplaudió.
El dirigente insistió en la misiva que la situación en el Mediterráneo es «de máxima urgencia» y pidió que se localicen «puertos seguros» a los que trasladar a los inmigrantes salvados.
«Italia no está ya dispuesta a asumir en solitario un problema que afecta a todas las naciones europeas», sentenció.