Londres, siempre cosmopolita

RODRIGO GÜEMES (SPC)
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Esta urbe en constante mutación es testigo de la convivencia entre barrios modernos y un arte único anclado en el pasado

El pasado, el presente y, sobre todo, el futuro se dan la mano en una de las ciudades más cosmopolitas del mundo, Londres. La capital británica respira frescura, modernidad, innovación, pero también deja entrever una historia llena de hitos destacados.

A dos horas y media de avión, aterrizo en una urbe de contrastes, en la que cada barrio cuenta con su esencia. Una nueva aventura de cuatro días me espera.

Si hay una imagen en la retina colectiva de Inglaterra, esa es la del Palacio de Westminster, también conocido como las Casas del Parlamento. Aquí, en este edificio gótico victoriano que alberga las dos Cámaras que componen el Parlamento británico, arranco mi recorrido. Una belleza exquisita es la nota dominante en el edificio, en el que el Big Ben actúa como protagonista.

A pocos pasos, me encuentro con la Abadía de Westminster, el templo más antiguo de la ciudad. Sede de las coronaciones, acoge las tumbas de los monarcas y figuras históricas británicas de los últimos 1.000 años. Si el exterior sorprende, su corazón me deja sin palabras. La Lady Chapel, el Rincón de los poetas, el Trono de San Eduardo, la Sala capitular o el Collage Garden hacen de este templo una joya arquitectónica inigualable (entrada 20 euros).

Continúo recorriendo las calles de Londres, me pierdo por ellas de forma intencionada buscando secretos por descubrir, como las famosas cabinas rojas de teléfono, hasta que llego a Piccadilly Circus. Es la plaza más famosa y animada de la ciudad. Sus carteles luminosos y la fuente de Eros situada en el centro, me hacen adentrarme en los planos de una autentica película. Y sin querer, llego a Chinatown, un barrio caracterizado por su ambiente único.

Por la tarde, sigo avanzando en la historia de la capital. La Torre de Londres es mi siguiente parada. Construida bajo el reinado de Guillermo I, es una enorme fortificación que ha funcionado a lo largo de los siglos como residencia real, arsenal, fortaleza y prisión. Se muestra ante mi robusta, hercúlea, vigorosa (entrada 20 euros). A escasos metros disfruto de otro de los símbolos de la urbe, el Tower Bridge. Este llamativo puente, construido con estilo victoriano, me deja boquiabierto y las vistas al Ayuntamiento de la ciudad son inmejorables.