Granada no olvida a uno de sus hijos más insignes, Federico García Lorca, considerado uno de los mejores poetas de todos los tiempos, y con el que la Historia aún no ha saldado su deuda. La ciudad que lo vio nacer rindió tributo ayer a su imborrable obra, cuando se cumplen 82 años de su muerte, aunque sus restos permanecen perdidos en una fosa común donde fueron depositados tras su asesinato en plena Guerra Civil y que no ha sido localizada. Y lo hizo en un 2018 que ha servido para sumar versos a ese mundo lorquiano tan tragicómico como sus poemas, marcado por la llegada de un legado que aún espera visitas en la ciudad de la Alhambra.

El Ayuntamiento granadino lo designó como «año lorquiano», con la intención de recordar el 120 aniversario del nacimiento del autor de Yerma, pero también para eliminar hitos de la lista de cuentas pendientes y abrir una nueva página en la que continuar esas historias enquistadas que, quizás, no quieren su final. «A Granada ha llegado el legado más importante del país». Así empezó a contar un nuevo capítulo de la historia lorquiana el que el pasado julio se convirtió en el nuevo ministro de Cultura, José Guirao.