Agustín Álvaro vuelve a hacer 'historia'

S.Recio
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Siete años después, el soriano volvía a subir a lo más alto del cajón en el Campeonato de España de Rallies de Coches Históricos a lomos de su Citroën BX. Inconformista, cuenta a 'El Día de soria' su experiencia y próximos desafíos

Agustín Álvaro vuelve a hacer 'historia' - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez.

Al entrar en Talleres Suste ya se respira la pasión de Agustín Álvaro por el motor. Te recibe con las manos llenas de grasa, con muchos coches que aun tiene pendientes de revisar y una sonrisa, «estamos hasta arriba de trabajo», comenta. Justo a la puerta se encuentra la joya con la que ha logrado su segundo campeonato nacional de Rally de Históricos, su Citroën BX, «a este solo lo trabajo cuando cierro el taller». Porque el doble mérito de este piloto soriano pasa por lograr un entorchado para el que dedica tiempo que no tiene, dinero que tiene que ahorrar y un cariño por el mundo del motor que le viene desde bien pequeño, «desde que tengo memoria llevaba ya un coche de carreras en el bolsillo», ahora de lo que tiene los bolsos llenos es de títulos nacionales. El primero lo consiguió en 2011, el segundo hace unas semanas.

Cabeza como mejor arma. Lo primero que hay que saber de una competición como el Rally Histórico es que esto no trata de ser el más rápido en esencia, «aquí eso no vale, probablemente si exprimes al máximo tu coche en cada momento de cada carrera, lo único que consigas sea acabar en una cuneta o tirado con el motor roto». Porque los vehículos que aquí compiten deben tener al menos 25 años de antigüedad. En el caso del Citroën de Agustín Álvaro, son 28 años, «son vehículos que hay que cuidar prácticamente a diario, requiere un planteamiento al milímetro en cada prueba porque un problema mecánico tiene difícil solución a corto plazo».

En el logro de este último campeonato hay mucho que contar, por lo que no viene nada mal recordar que el piloto soriano ya fue campeón en 2011, «también con este coche. Cuando lo adquirimos estaba ya muy evolucionado a nivel de fiabilidad». Después de eso fue guardado en el taller hasta la temporada pasada, «y el llevar tanto tiempo parado nos supuso un año muy difícil porque requería mucho mantenimiento y no pude terminar el rally». Los problemas durante ese reencuentro entre Agustín Álvaro y el Citroën BX «comenzaron pronto, eran todos de fiabilidad.Después llegó la suspensión y posteriormente nos tocó rehacer el motor entero a mitad de temporada, y claro, eso fue imposible y tuve que abandonar».

Conviene aquí explicar en qué consiste este rally que se desarrolla íntegramente en tierra, «son todo caminos, no hay asfalto. Son tramos que no sobrepasan los 20 kilómetros por lo que la prioridad no es tener el coche más potente, los buenos tiempos se consiguen gracias a ser perfecto en fiabilidad». 

Esta prioridad hace que se requiera más tiempo en el taller que compitiendo, «un coche antiguo requiere muchas horas y atención. Una vez que termina una carrera se deben hacer controles preventivos, si no los realizas, no sabes lo que te vas a encontrar después y seguramente no tengas tiempo para realizar los arreglos para la siguiente prueba y te toque parar». 

Son muchas las partes que sufren y que deben conservarse lo mejor posible, «motor, frenos, transmisión, suspensión, amortiguador..., cualquier parte puede fallar y es entonces cuando toca poner más dinero para arreglarlo». De ahí que mantener la cabeza fría se antoja vital para tomar las mejores decisiones, «por ahorrar o estirar demasiado algunos componentes puedes perder un rally o incluso un campeonato entero». Y pone un ejemplo, «la transmisión es uno de los elementos que más sufre y que siempre toca cambiar en algún momento. Como económicamente hay que medir todo al milímetro, a veces intentar ahorrar esos 200 euros que cuesta una nueva porque crees que puede aguantar un poco más. Pero si esa transmisión se rompe en un tramo toca abandonar, no hay vuelta atrás y duele bastante»

El tener que calcular todo de esta manera hace a Agustín Álvaro el valorar que la tierra es la mejor opción para un corredor humilde, «es cierto que empecé con carreras de eslalon o de sprint, pero al final la tierra es más económica, la mecánica sufre menos porque prima la habilidad y un gasto fijo como son los neumáticos, se reduce bastante al poder competir con ellos desgastados».

cálculos perfectos. El Rally de Tierra de Históricos ha sido prácticamente perfecto para Agustín Álvaro. 10 son los pilotos que han competido y nadie lo ha hecho tanto ni tan bien como el soriano. La primera prueba fue en Lorca, y allí ya fue el único que llegó con el coche a punto, tan solo tuvo que competir contra sí mismo, «logramos la victoria en la prueba inicial, y eso ya nos daba tranquilidad para todo lo que vendría después. Además me encanta esa prueba por su atractivo y tramos».

El peor momento llegó después en Córdoba, «había llovido y por temas de presupuesto no pude llevar los neumáticos adecuados. Me quedé tirado y hubo que abandonar y renunciar a la siguiente prueba en Lanzarote». Fue un mes en el que trabajó contrarreloj para arreglar el coche, en el que otros pilotos lo alcanzaron en la clasificación, pero a partir de ahí todo fue como la seda.

Terra da Agua y Cervera volvieron a aupar a Agustín Álvaro a lo más alto, «fue especialmente difícil Cervera, porque con acabar tenía los puntos y aunque no debía ir rápido ni lo necesitaba, es difícil controlar esos impulsos cuando estás en el coche. Llegaba a Navarra prácticamente con el campeonato, allí lo ratificaba, «ha sido muy bonito ganar el rally siete años después». Ahora quedan Granada, donde no viajará, «hay que ahorrar un poco», y Madrid donde recibirá un título que jubilará a su Citroën BX.

«Este coche tiene ya 28 años y tengo que afrontar nuevos retos, así que toca aparcar esta joya». Pero no dejará de competir puesto que el soriano ha fijado su vista en una nueva copa que la federación ha creado, la N3, «ya he adquirido un FIAT más moderno, para asfalto y ahora lo estoy poniendo a punto para llegar en febrero a la primera prueba de Lorca». Lo hace, por supuesto, cuando cierra el taller, momento en el que sus manos siguen cubiertas de aceite de motor.