Námaste, Sierra Leona

Lucia Sánchez (Ical)
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La soriana Iris Rangil graba un documental sobre la práctica del yoga en este país de África Occidental

Námaste, Sierra Leona

'Sierra Leone Yoga Project’ es más que un canal para contar la historia Tamba Fayua (T-Man), el primer profesor de yoga en este país de África Occidental, que ha vivido una de las guerras civiles más cruentas del siglo XX, tras la cual le sobrevino una gran epidemia de Ébola.

Este proyecto solidario y de homenaje, impulsado por la fotógrafa, videógrafa y diseñadora gráfica, Iris Rangil (Soria, 1991) y la profesora de yoga, Ana Cortés, generará un documental, que se engloba dentro de este proyecto. ‘Sierra Leona Yoga Project’ trata de que los jóvenes, que de niños fueros soldados de guerra o explotadas sexualmente, en el caso de los niñas, accedan a esta herramienta de autoconocimiento y fortalecimiento personal para que puedan generar relaciones o lazos de conexión en sus comunidades; ingresos para sostener sus proyectos personales y mantener su ilusión y fuerza para garantizar su futuro.

Iris Rangil ha grabado durante 14 días como los antiguos niños soldado, ‘yoguis’ de T-Man y de Ana Cortés, ahora militares, se han reconvertido en profesores de yoga e imparten clases en el colegio de niños sordos de Sierra Leona, una institución “donde se promueve que se debe defender al país a través de las armas”.

Las grabaciones se realizaron, del 16 al 31 de octubre del pasado octubre en el cuartel general militar de Freetown y en el propio colegio. Iris Lázaro asegura haber trabajado “muchísimo” durante esos días. No en vano, terminaba la jornada con la “camiseta empapada”, tras vivir situaciones “inverosímiles”, que aún “está procesando en el mejor de los sentidos”.

La grabación del documental todavía no ha finalizado. Tanto Iris Rangil como Ana Cortés esperan poder volver en noviembre de 2019 para continuar “filmando” los beneficios del yoga en esta sociedad traumatizada y seguir afianzado su práctica con la donación de materiales.

La historia

Para entender el porqué del documental, la diseñadora gráfica narra la historia previa de este proyecto. Su cuñada, Ana Cortés y su hermano vivieron durante más de cuatro años en diferentes países de este continente (Etiopía, Marruecos, Mozambique y Sierra Leona). Su cuñada vivió durante un año en Sierra Leona hasta que estalló la emergencia sanitaria.

En noviembre de 2013 Ana Cortés y Tamba Fayia (T-Man) se encontraron, por primera vez, en la capital de Sierra Leona. Ella pretendía dar clases de yoga en Kabala, un pequeño pueblo del interior del país donde pasó una estancia colaborando con la ONG Médicos del Mundo y él era el primer profesor de yoga de Sierra Leona y cabeza visible de ‘Yoga Stregth Sierra Leone’, una organización a través de la cual daba clases en barrios con pocos recursos, en el hospital mental de Freetown, en la playa y en el estudio del Estadio Nacional.

“Tanto Ana como T-Man estaban convencidos de que el yoga era una herramienta que podía ser útil para generar comunidad, aprender a mirar hacia adelante, vivir el presente y superar traumas del pasado, empoderar a las personas que lo practican y promover un estilo de vida saludable”, destaca.

Después de contactar con distintas personas y encontrar un lugar donde practicar, Ana comenzó a dar clases en kabala, en enero de 2014. Sus primeros alumnos fueron cuatro chicos miembros de una pequeña asociación de jóvenes que decidieron darle una oportunidad a esta práctica de la que “nunca habían oído hablar”. En cuestión de semanas, la terraza del hostal donde practicaban se llenó de personas jóvenes (y algunos niños)que, tres veces por semana, se reunían a practicar asanas. 

El interés por el yoga siguió creciendo y en junio de 2014, Ana y T-Man organizaron un taller de profundización para los estudiantes y una práctica comunitaria abierta a todos los niveles y edades. “Este fin de semana fue un éxito porque mostró que el yoga es culturalmente aceptado en la comunidad y que muchas personas están abiertas a probarlo”, describe. 

En los meses de verano de 2014 el brote de la enfermedad vírica del Ébola que había comenzado en Guinea Conakry (el mayor brote de la historia) se fue extendiendo por los países vecinos, entre ellos, Sierra Leona y gran cantidad de proyectos, incluyendo éste, tuvieron que frenarse por motivos de seguridad sanitaria.  Ana abandonó el país después de vivir allí casi un año, las reuniones estaban prohibidas para evitar el riesgo de contagio, así que se suspendieron las clases en colegios e institutos y, por supuesto, las clases de yoga. 

A finales de ese año T-Man sufrió una enfermedad que no pudo ser tratada a tiempo, ya que el sistema de salud estaba totalmente colapsado por la crisis del Ébola, y falleció de una apendicitis.

“Ana recibió las noticias y sintió, además del inmenso dolor por la pérdida de su amigo, una pena inmensa pensando que el legado que él había dejado y el proyecto se perderían en el olvido”, describe.

Con el paso del tiempo y gracias al contacto de uno de los chicos que asistía a las clases, Ana descubrió que no fue así, y que el pequeño grupo de practicantes de Kabala recuerda con intensidad a T-man y son conscientes de lo que el yoga les hace sentir, por eso mantuvieron su práctica con lo que recordaban de las clases y siguieron en contacto con ella.

Estereotipos

El proyecto, además, de afianzar la práctica del yoga en el país trata de concienciar a la sociedad sobre cómo evitar los estereotipos y clichés sobre África, ya que, a sus promotoras les frustra comprobar como una de las tónicas generales para hablar de los países de África sea la generalización (como si fuese un solo país en vez de ser un continente formado por 54 países). “En los medios de comunicación solo se cuentan historias tristes o sensacionalistas de África en general, pero es que África en general no existe y la venden así”, lamenta.

La página web de este proyecto da la opción a los interesados en la producción del documental o apoyar que la comunidad yogui de Sierra Leona crezca con la compra de algunos productos de la tienda (bolsos) o mediante aportaciones económicas. Sus promotoras consiguieron que Jade Yoga Europe donara esterillas de yoga para que los jóvenes dejasen de practicar en el suelo y que una firma que se dedica a fabricar prendas orgánicas para su práctica hiciera donaciones. En Soria uno de los centros donde se imparte esta disciplina también vende algunos de los productos solidarios y otras dos sorianas se encargan de colaborar con la trabas burocráticas y los envíos de pedidos.

“Trajimos telas para confeccionar bolsos solidarios y venderlos también en la tienda online. Nuestra idea fue que la producción fuese procedente al 100 por cien de este país pero en 14 días no nos dio tiempo. Así que estamos buscando algún colectivo en riesgo de exclusión que pueda tal vez realizar un taller de costura y confeccionar los bolsos, o cualquier otro grupo de personas con quien se pueda colaborar bilateralmente. Estamos abiertas a todas las propuestas e ideas que sean positivas”, destaca.

Iris Rangil se dedica a la fotografía de bodas a través de la web ‘A la virulé’ y gestiona la plataforma ‘Hero& Creatives’, que conecta viajeros con fotógrafos de todo el mundo para poder inmortalizar los viajes de las personas, al mismo tiempo que conocer la ciudad la ciudad de mano de una persona local. Su negocio fue su proyecto de fin de carrera y lo convirtió en empresa después de titularse en la Escuela de Arte y Diseño de Soria.

Este documental será el primero que realice la profesional de la imagen, que advierte que “no sabe si finalmente estará a la altura de sus expectativas ni de nadie que sepa algo de cine”. Lo que sí asegura es que el documental está hecho “con corazón” y servirá para dar visibilidad a la situación de la juventud en Sierra Leona y como el yoga puede ser una herramienta útil para estas personas, que tuvieron la desgracia de sufrir una de las peores guerras de la historia de la humanidad. ‘Om Shanti, Sierra Leona’.