Después de ganar el pasado domingo las elecciones parlamentarias de Turquía en primera vuelta, con el 52 por ciento de los votos, Recep Tayyip Erdogan se convierte en el hombre más poderoso en esta estratégica zona del mundo. El líder otomano logra mayores competencias ejecutivas, gracias a los nuevos poderes con los que contará tras el referéndum de 2017 y el control de la Cámara por parte de su partido, lo que supone de facto que alcance la Jefatura del Estado y la Presidencia del Gobierno.

Según los resultados de la Comisión Electoral Suprema, Erdogan se hizo con el 52,59 por ciento de los votos, evitando así una segunda vuelta en la que la oposición ya había anunciado que respaldaría a aquel que fuera a enfrentarse al mandatario. Quien más opciones tenía era el candidato del Partido Republicano del Pueblo (CHP), Muharrem Ince, que quedó segundo con el 30,6 por ciento de las papeletas. 

Ince reconoció su derrota en unas elecciones que describió como «injustas», al tiempo que pidió a Erdogan que «sea el presidente de todos». Así, criticó que «Turquía ha cortado sus lazos con los valores democráticos» y reiteró que el sistema presidencialista implicará «un régimen unipersonal». 

Por detrás de Ince quedaron el prokurdo Selahattin Demirtas, con un 8,4 por ciento; y la conservadora Meral Aksener, con un 7,29 por ciento. Los otros dos candidatos, 

La victoria de la Alianza del Pueblo -integrada por el Partido Justicia y Desarrollo (AKP) de Erdogan y el del Movimiento Nacionalista (MHP)- en las parlamentarias, donde obtuvo el 53,66 por ciento de los votos, otorga además una doble victoria al mandatario que permitirá a su formación sacar adelante su agenda política y económica. 

El propio Erdogan resaltó en su discurso ante sus seguidores tras el anuncio de los resultados que la vencedora ha sido «la democracia». «Los ganadores son la nación turca, los sufridores en nuestra región y todos los oprimidos del mundo», indicó el mandatario.