Como manda la tradición, los jurados de las doce cuadrillas comenzaban la jornada con un desayuno en cuadrilla de Santo Tomé, San Clemente y San Martín a base de chocolate con churros, pastas y moscatel. Con el estómago lleno, la celebración se trasladaba hasta La Chata, donde se producía la suelta de los novillos que se lidiarán el Viernes de Toros. Los jurados, muy pendientes de los astados que elegirán el próximo sábado en el Lavalenguas. Todos coinciden que "son bravos y tienen casta".Terminada la suelta de los novillos la fiesta se trasladó hasta el Monte Valonsadero, donde se liberó a los novillos que participarán en el encierro de La Saca. La mecha estaba prendida y la música de las peñas no hizo sino avivar una fiesta que se alargará hasta que el cuerpo aguante o hasta que la lluvia lo permita.