De ratones y hombres

Rodrigo P. Miguel
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El cómic 'Café Zombo' revive 90 años después del lanzamiento de Mikey, una nueva aventura que actúa como sátira social

Hay algunos personajes de la cultura popular que por su trayectoria han quedado grabados de manera indeleble en un rol muy concreto. Quizás el ejemplo más claro de esto sea el del Ratón Mickey. Creado por Walt Disney y por el animador Ub Iwerks en 1928, este ratón -que en noviembre cumplirá los 90 años- ha representado la cara amable de la compañía desde su nacimiento. Eterno compañero para una infinidad de jóvenes generaciones desde hace casi un siglo, su icónica figura es conocida y reconocida en todo el mundo. Ya sea en forma de cortos animados, tebeos, tiras cómicas, programas de televisión, cine o merchandising, ha tenido una continuidad de nueve décadas consecutivas. 

Algo impensable para un personaje animado. Orientado principalmente a un público juvenil-infantil. Su presencia puede, sin embargo, descolocar cuando se le ve fuera de su contexto habitual. Es lo que sucede en la novela gráfica Café Zombo, recientemente editada en nuestro país por Planeta Cómics en un lujoso tomo con encuadernación holandesa. Un álbum orientado al lector adulto en el que el pequeño ratón se mueve como un pez en el agua. 

Corren los años 30 y la gran depresión ha devastado el tejido social, industrial y económico de los Estados Unidos de norteamérica. El ratón Mickey, acompañado por su inseparable amigo Horacio, está inmerso en una búsqueda de trabajo infructuosa que se alarga ya por meses. 

Hastiados, deciden tomarse unos días libres en los que, junto a sus respectivas parejas -Minnie y Clarabella- irán a visitar a un viejo amigo, el Pato Donald. A su regreso, el panorama no será más amable. Un banquero corrupto llamado Rock Fuller pretende comprar todo el barrio a un precio ridículo para construir un campo de golf para millonarios. Por si sus problemas no fueran pocos, Mickey deberá investigar el origen de una misteriosa sustancia, el Café Zombo, que tiene hipnotizados y sin voluntad a la mayoría de habitantes de la ciudad. Inspirado por las tiras gráficas que sobre el personaje hizo el genial Floyd Gottfredson en la década de los 30, Régis Loisel construye una ácida sátira social más de actualidad debido a la situación presente, de lo que nos gustaría. 

Un viejo conocido para la compañía, Régis Loisel, quien había trabajado para Disney en cintas como Mulan o Atlantis, da aquí su mejor cara. Reconocido historietista desde hace tres décadas, su carrera había estado orientada principalmente al BD. 

Esto no quita que sea sorprendente como ha sabido asimilar un estilo tan personal como el de los personajes del universo de la compañía en los años 30. 

Gráficamente irreprochable, Loisel tomó la arriesgada decisión de construir café Zombo en forma de álbum de tiras apaisado, emulando a las publicaciones de la época. Un formato difícil sobre el que trabajar y sobre el que expone las desigualdades y penurias de la época de la gran depresión con una narrativa tensa y certera. 

Problemas como la desigualdad, la lucha de clases, las adicciones, la depresión o la amistad se suceden con una facilidad pasmosa. El equilibrio narrativo es demoledor en forma, fondo y mensaje llegando a calar hondo al lector. Este álbum -orientado al lector adulto- no solo hará que muchos se reconcilien con el icónico ratón, sino que descubran que el cómic en un formato a la altura de la literatura. Y, en ocasiones, más directo para hacer llegar ciertas reivindicaciones. Uno de los imprescindibles de este 2018.