"Me encantaría que la Film Commission se creara"

Ana I. Pérez Marina
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En unos meses se cumplen 22 años del Goya a 'La Viga' como Mejor Cortometraje de Ficción. El cineasta soriano, entregado a la enseñanza, recuerda aquel momento y también el posterior rodaje en la provincia de 'Leyenda de fuego'

«Me encantaría que la Film Commission se creara" - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez.

«En un pueblo de Castilla, a finales del siglo XIX, un maestro de escuela y el alcalde discuten acerca de quién debe acometer las obras de rehabilitación de la escuela pública. El tiempo pasa y no se llega a una solución». Es el resumen de La Viga que puede leerse en la página oficial de los Premios Goya, la obra del director soriano Roberto Lázaro  que en 1997 se alzó con el máximo premio del cine español como Mejor Cortometraje de Ficción. Han pasado más de dos décadas de aquel gran momento, al que siguieron otros que los sorianos mantienen en la memoria como fue el rodaje de Leyenda de Fuego, en el año 2000, y más reciente es Sanfelices, que en enero podrá verse en Soria. Roberto Lázaro recibió este año el Premio Valores Culturales del Grupo Promecal. En esta entrevista repasa su trayectoria en el mundo del celuloide y también como profesor, ya que desde 1993 ejerce como docente del ciclo formativo de Grado Superior de Imagen, Realización y Producción.

Han pasado casi 22 años del Goya a La Viga como Mejor Cortometraje de  Ficción. ¿Cómo ha evolucionado su carrera en este tiempo y que supuso este galardón?

Mi carrera evolucionó inversamente proporcional a lo que es el premio. El Goya, en un principio, parecía que abría puertas y daba todas las facilidades del mundo para que un productor o una cadena de televisión hiciera un largometraje. Pasaron tres años hasta que cerramos el proyecto de Leyenda de Fuego, con toda la financiación, una película producida vía digital por Televisión Española, entonces también estaba Canal +. Fueron unos años de trabajo. Luego mi trayectoria se vinculó más a la realización de videoclips, publicidad, vídeos institucionales, reportajes... y con todo esto la empresa estuvo funcionando durante varios años, hasta que encontré la docencia como medio de vida, uní dos pasiones y enseño cine. 

¿Cómo ha cambiado el cine español en estas dos décadas?

Las temáticas no han cambiado, sigue habiendo de todo tipo. Lo que sí ha cambiado es el modo en el que los realizadores se enfrentan a la producción. El cine se ha socializado desde que hay cámaras de calidad en los móviles y esto, en cierta manera, favorece a la demanda laboral de los chicos y chicas que pueden hacer producción y dirigir sus cortos, aunque desde el punto de vista de la exhibición ha limitado las ventanas. 

Cualquiera puede poner un película en Youtube, pero las obras que requieren más calidad, una estrategia de producción más elaborada o unos estándares técnicos sofisticados para estar en las salas de cine, esas películas no tienen cabida. La producción reglada se ha vinculado a las cadenas de televisión. Ahora si no estás bajo el auspicio de Atresmedia, Mediaset... es muy difícil hacer una película con repercusión en las salas de cine. Tiene su parte buena y su parte mala.

Estudió Imagen y Sonido en la Universidad Complutense de Madrid y desde 1993 ejerce como profesor. ¿Qué diferencia encuentra entre lo que le enseñaron y lo que se enseña ahora en las aulas?

Soy de la generación que fue a Madrid a estudiar Comunicación Audiovisual, Imagen y Sonido, cuando realmente lo que queríamos era entrar en la Escuela de Cine, pero yo llegué justo el año después de que la cerraran. Tenía vocación de cineasta muy vinculada a la edición, me gustaba mucho el lenguaje, la narrativa, cómo estaban contadas las películas, y ya estando en la facultad empecé a trabajar. Mi primera película en rodaje fue con Vicente Aranda,Tiempo de Silencio, y ahí ya vi que era fascinante y no estaba equivocado, la narrativa y el montaje de la película es donde el director plasma toda la idea sobre cómo contar la historia.

Los directores con los que hubiera soñado trabajar los alcancé a todos, porque trabajé en sus equipos de montaje: Almodóvar, Gutiérrez Aragón, Pedro Olea, Mario Camus... los referentes para cualquier estudiante de Imagen y Sonido. Fueron unos años interesantes y muy bonitos.

¿Por qué directores de cine siente preferencia?

En la actualidad Isabel Coixet me fascina como realizadora y directora; Juan Antonio Bayona es un exponente de lo que podemos exportar para entender que el cine español existe y tiene tanta difusión en el extranjero como lo deseábamos. Tengo devoción por un exalumno mío, que está haciendo carrera en Los Ángeles, Hugo Stuven. En Nueva York hizo su primera película y ahora está preparando la tercera también en Estados Unidos. Hay algo de mí en su manera de ver el cine, aunque el talento es exclusivamente suyo. Y cualquier director joven que haga una película imprescindible es digno de admiración, porque realmente es muy difícil.

¿Tienen suficiente apoyo los jóvenes directores para sacar sus proyectos adelante?

Ahora hay dos grandes cadenas de televisión que se encargan de decidir qué películas se hacen. Evidentemente, tocan todos los géneros y es bueno que existan. Pero la nueva ley del cine acabó con la idea aquella de que el cortometraje nos ayudaría a aprender y luego podíamos producir nuestras pequeñas o medianas películas porque la pantalla estaba compartida. Eran tiempos en los que había muchos cines, en los barrios, en las ciudades... y para que llegara una película norteamericana que desplazara a otras había también obligación de poner algo de cine nacional. No a todos los cines llegaban los estrenos el mismo día y mientras lo esperaban podían poner otro tipo de producciones como las nuestras. Todo eso se ha venido abajo con la demanda brutal de ocupar las salas de cine de los centros comerciales.

Hay muchas plataformas como Netflix, que ha hecho unos estudios extraordinarios en Madrid, que apoya a un montón de alumnos que están empezando a trabajar los que se han decidido por la rama de realización de televisión en Antena 3, Tele 5, Televisión Española... donde hay trabajo de este tipo en Madrid.

Ahora quien haga un corto tiene las ventanas de internet, se ven más en YouTube que lo que soñamos que se vieran en las salas de cine. Hay pases con miles de espectadores a través de internet.

La intención es que Sanfelices acabe en una plataforma como Netflix, o que menos que en Play Store, Amazon... para el que no pueda verla en la sala de cine, que la disfrute en la televisión de su casa.

Las series españolas de ficción están triunfando. La casa de papel ha obtenido un Emmy [su directora ejecutiva, Esther Martínez-Lobato, también es soriana] y otras producciones como Fariña han sido muy valoradas. Usted también forma parte de la asociación cultural Madrid Imagen. ¿Qué opina de lo que se está haciendo en España?

Hace unos días estuve en la entrega de premios MiM de Madrid Imagen, un festival que organizamos desde la asociación. Todos dicen lo mismo: quién iba imaginar hace seis u ocho años que existiría este deseo de las cadenas de televisión de hacer series nacionales. Esto hay que agradecerlo a la entrada de plataformas de fuera, como Netflix, que hizo que muchos jóvenes dejaran de ver en la piratería sus series favoritas en mala calidad y de dudosa legalidad. Netflix socializó el nicho de mercado que había perdido la televisión en España que eran los adolescentes y los jóvenes, y esto lo supieron aprovechar Atresmedia, Mediapro y Televisión Española.

¿Qué cambiaría de las series españolas? Una de las críticas, por ejemplo, es que los capítulos son largos en comparación con las norteamericanas, por no hablar de los horarios de emisión.

Todo esto lo comentan siempre los productores, que suelen ser ajenos a a las propias cadenas, que se encuentran con la sorpresa de quién y cómo programarán sus series. El gran problema es que un día empieza a las 22.00, al día siguiente a las 16.00, otro día... es la guerra de las audiencias. Esto no puede funcionar así, hay que renovarlo y respetar la programación.  Esto es una industria que genera mucha riqueza y trabajo. En momentos, como los que organiza Madrid Imagen, se habla de que hay que poner cierto orden en la programación, en las parrillas y los horarios. Así que si vemos todos la televisión online, al final va a desaparecer el directo, la programación tal y como la conocemos. En el momento en el que entras en el juego de ver una película desde el principio cuando ha empezado hace 20 minutos, ya entras en el juego.

¿Cómo recuerda el rodaje de Leyenda de Fuego ? ¿Qué supuso?

Supuso meternos en un lío muy grande. Teníamos una productora pequeña que se movía muy bien. Tuvimos que gestionar la coproducción de esa película de casi dos millones de euros con Televisión Española, vía digital, con una empresa que no llevaba mucho tiempo, Europroducciones, que era la primera película que hacía, aunque había hecho mucha tele, con una idea de la producción de cine distinta a lo que creíamos nosotros.

Al principio la película se tituló El segmento de oro, hubo que cambiar al final de rodaje el título a Leyenda de Fuego, porque distribuía Columbia y a su equipo de promoción no le parecía comercial. Estábamos muy vinculados a la necesidad de estrenar la película con Columbia y tuvo su recorrido. Se vio en innumerables países, televisión la trató muy bien, todos los pases que estaban contratados se hicieron. De hecho, ahora estamos valorando pasarla a 4K y que la pueda volver a emitir Televisión Española. Dentro de nada se cumplen 20 años, estaría bonito hacer una proyección en los cines de Soria. En los Lara mantienen todavía un proyector de 35 mm. Sería bonito poner en una sala en 35 mm y en la de al lado en 4K. Puede ser una idea.

(LEE LA ENTREVISTA ÍNTEGRA EN LA VERSIÓN IMPRESA)