El mar de plástico de olmillos

Ana I. Pérez Marina
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La localidad ribereña es pionera en la modernización de las infraestructuras. Tres empresas (Florette, Casa Ametller y Deda Ebro) tienen arrendadas las fincas

No es la localidad ficticia de Campoamargo, en la costa de Almería, en la que se ambientó la trama de la serie televisiva Mar de Plástico, pero el blanco cubre buena parte de las fincas de Olmillos, pueblo de poco más de cuarenta habitantes que es pionero en la modernización del regadío. Más de 500 puestos de trabajo, la mayoría temporeros extranjeros, se crearán cuando la campaña de la recogida de la producción este a pleno rendimiento, aproximadamente en el mes de julio.
«Los que éramos jóvenes entonces tuvimos que convencer a los más mayores para comenzar con la concentración parcelaria y aventurarnos en la modernización del regadío», recuerda Nicolás Molinero, agricultor de Olmillos ya jubilado. Pero la apuesta de los propietarios de esta tierra tradicionalmente de regadío y también cerealista fue decidida y en la actualidad son tres las empresas a las que tienen arrendadas sus fincas: Florette Agrícola, Casa Ametller y Deda Ebro.
Hace nueve años, en abril de 2008, el presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, inauguró las obras de modernización del regadío de Olmillos II, en las que se invirtieron 8,7 millones de euros, para beneficiar a 230 agricultores de Olmillos e Ines. Con esta infraestructura la superficie regada aumentó de 345 hectáreas a casi el doble, a 840, en una superficie concentrada de 1.400 hectáreas.
Y en estos nueve años (ocho campañas finalizadas) se ha pasado de la siembra casi exclusiva de la remolacha y maíz de toda la vida a la fresa, coles de Bruselas, espinacas, cerezos diversas variedades de lechuga, alcachofas, judías verdes, habas, guisantes, cerezas, manzanas, etcétera. La heterogeneidad hortícola ha colonizado la zona.
Molinero explica que solamente de lechuga se siembran 260 hectáreas. «Los propietarios decidimos arrendarlo todo en común, para que las empresas tuvieran fincas únicas e hicieran lo que les conviniera. Primero estuvo Verdifresh, fracasó y buscamos a las otras empresas. Con Ametller llegamos a un acuerdo para que se quedara con alrededor de 50 hectáreas y tiene intención de ampliar fuera de otra zona», comenta.
Florette Agrícola cultiva espinaca, escarola y lechuga «básicamente», mientras que Casa Ametller dedica las fincas a fresas, cebollas, calabacines, habas, judías verdes, alcachofas... hasta doce variedades de fruta y verdura; y Deda Ebro cuenta con 100 hectáreas de manzanos en una finca de Ines que se encuentra como «en una isla, como si fuera Treviño» en el término de Olmillos.
«El tema de la fresa es la leche. Cuando en todo el país no hay ninguna, aquí se sigue cogiendo y a la empresa se las quitan de las manos, por la calidad, porque es muy dulce, es un producto fuera de serie. Empezaron con dos hectáreas hace dos años y ahora van a dedicar más de doce», apunta Lucio García, también agricultor.
El hijo de Lucio, Diego, es el encargado de Ametller en Olmillos. Es uno de los pocos trabajadores fijos que el regadío tiene en la zona. «Ahora en la fase de plantación estamos 30 trabajadores; en mayo, con la recogida de las habas y los guisantes, se incorporarán otros 25; y en julio este año se llegará a los 175 empleos», señala.
Para Diego García, residente en San Esteban de Gormaz, la reconversión del regadío ha supuesto su estabilidad laboral. Comenzó trabajando en Florette y hace tres años la firma catalana Casa Ametller le propuso ser el encargado de sus explotaciones en Olmillos. 
 
más ayudas. Una de sus reivindicaciones es la «ayuda» de la Administración regional en «la misma proporción» que  ha recibido la «vecina» Nufri para su plantación de manzanos en La Rasa.
La mayoría de los temporeros son extranjeros. En el caso de Ametller, marroquíes y rumanos, y es Florette la que incorpora un nutrido número de trabajadores tailandeses, que desde hace años comparten el día a día con los lugareños, aunque «cada vez vienen menos» y son sustituidos por trabajadores de nacionalidad rumana y búlgara, añade el guarda de la Comunidad de Regantes de Olmillos.
Nicolás Molinero reconoce que el arrendamiento de las hectáreas de regadío a estas empresas hortícolas ha sido todo un «revulsivo» para los propietarios. «Pagan bastante bien y a los jubilados nos viene de cine. El dinero por hectárea depende de la empresa. Puede estar entre unos 600 y 700 euros por hectárea. Con Florette hicimos un contrato por siete años, terminó, y renovamos por otros seis. Y con Ametller, que ya lleva tres campañas, el contrato es por 20 años», sostiene.
Esta misma semana los representantes de la Comunidad de Regantes se han reunido para avanzar con la planificación del agua que las empresas van a necesitar para esta campaña. «Llevamos ya unos días con esto, aunque el gasto será similar al de las campañas pasadas. El riego es por goteo, por lo que se gasta poco; solo se utiliza la aspersión cuando plantan», matiza Molinero.
En la zona de Olmillos confluyen todas las bondades para conseguir una producción de calidad. El clima es fundamental, los veranos de días de temperaturas altas y noches «frescas» y, sin lugar a dudas, la calidad del agua, que es «muy limpia».
Y es que «si no hay Duero, no hay nada», sentencia Lucio García, que recuerda cómo se regaba antes de la modernización, directamente del canal aéreo, a pie, abriendo las compuertas.