Futuro incierto para la caza

Ana I. Pérez Marina
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La crisis, la falta de relevo generacional y las posiciones contrarias a la caza ponen en jaque su continuidad. El delegado provincial en Soria, José Sanz, cree que en «25 o 30 años» apenas habrá cazadores

Futuro incierto para la caza - Foto: Eugenio Gutiérrez

El sector cinegético no pasa por su mejor momento y eso que en las cifras de licencias de caza expedidas y vigentes en Castilla y León correspondientes al pasado año señalan un ligero repunte del 1,74%, hasta las 92.403. Sin embargo, la caída en los últimos 15 años ha sido de más de un 35% (en 2002 se contabilizaron 142.770), un descenso cuyas causas hay que buscarlas en la falta de relevo generacional, en la crisis económica de años pasados y también en las posiciones contrarias a la actividad cinegética, que han endurecido la normativa en torno a la práctica de la caza.

La provincia de Soria cuenta con 483 cotos privados de caza, que suman 967.399 hectáreas, y han generado unos ingresos este año en concepto de tasas de matrícula de 388.407,93 euros (más 6.332,70 euros de otros cotos en trámite). Además, la Consejería de Fomento y Medio Ambiente de la Junta gestiona otras cuatro superficies cinegéticas: la Reserva Regional de Caza de Urbión  (115.895 hectáreas), Valduérteles (690), Velasco (727) y Ágreda (835). En total suman más de 118.000 hectáreas, cerca del 12% de la provincia. Precisamente, esta semana la Junta Consultiva de la Reserva ha informado favorablemente al plan de caza para la temporada 2019-2020. 

En la pasada campaña, los permisos de cacerías supusieron unos ingresos para los propietarios de 407.267,34 euros, de los cuales se ingresaron en el Fondo de Gestión de la Reserva de Caza 84.678,28 euros.  Además, se incorporaron 14.918,66 euros en concepto de gastos abonados a los adjudicatarios de permisos de caza necesarios para el control del aprovechamiento de cacerías a rececho y monterías.

El delegado provincial de la Federación de Caza de Castilla y León, José Sanz, reconoce que el colectivo de cazadores «va a menos» y señala uno de los motivos más recientes la crisis económica, ya que admite que «no es un deporte barato», ya que para disponer de un acotado durante un año hay que desembolsar «entre 500 y 1.000 euros» y no es asumible para todas las economías.

En cualquier caso, la falta de relevo generacional es una realidad que el sector cinegético acusa desde hace años. «Los cazadores se hacen mayores y los jóvenes ahora con lo del examen del cazador y que hay poca caza menor pues no se animan. Cada año se apuntan unas 15 o 20 personas más en Soria», reflexiona.

poca caza menor. Rememora que hace años resultaba «entretenido» para los más jóvenes acudir al monte, por la abundancia de piezas, pero las últimas sequías han mermado notablemente la caza menor.

En este sentido, Sanz apunta que «hace un tiempo» la Federación de Caza intentó acceder a los colegios para impartir charlas sobre la caza, para que «no nos vean como asesinos» y que «lo importante es el control de las especies», aunque no obtuvieron la autorización de la administración educativa. 

«Los cazadores más jóvenes tienen 50 años, si esto continúa así en 20 o 25 años no va a haber cazadores. También nos obligan a cumplir con normativas que marcan las exigencias ecologistas y animalistas  europeas. Deberían aflojar», considera.

A su juicio, en las próximas décadas surgirá la figura del cazador profesional, ya que es necesario el control de la «superpoblación» de especies, como en el caso de Soria ocurre con la caza mayor. «Si no los agricultores no podrán sembrar o tendrán que vallar todas las carreteras», advierte Sanz.

Asimismo, el delegado provincial  añade otras dos causas contrarias a la actividad cinegética: la despoblación del medio rural y la «cultura Bambi».  «Walt Disney ha hecho mucho daño a los cazadores», ironiza.

No obstante, José Sanz añade que los alcaldes de los distintos municipios de Soria «sí apoyan la caza» y hace hincapié en la apuesta del Ayuntamiento de Almazán por el feria Velamazán, «una de las más importantes» del territorio nacional.

De la misma forma, en términos generales José Sanz estima que los políticos utilizan de forma partidista la caza «en función de sus intereses» y advierte de que el «único» que ha defendido al sector «tradicionalmente» ha sido el Partido Popular.

Tampoco está de acuerdo con algunos requisitos de las leyes de bienestar animal, que «humanizan a los animales», mientras se muestra convencido de que los que más cuidan a los perros son cazadores, aunque asume que las prácticas de algunos que tienen una relevante difusión mediática hace «daño» al colectivo.