«Estados Unidos ofrece recursos para investigar"

Nuria Zaragoza
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A sus 28 años, ha sido reconocida por Forbes como uno de los jóvenes talentos de Estados Unidos. Dirige su popio grupo de investigación, con tres líneas: precio de los medicamentos, Alzheimer y el uso de anticoagulantes en la prevención del ictus

«Estados Unidos ofrece recursos para investigar"

Inmaculada Hernández Delso  nació en Soria hace 28 años pero, como otros muchos jóvenes sorianos, con 18 tuvo que emigrar para formarse y desarrollar su carrera profesional. Graduada en Farmacia, es profesora e investigadora en la Universidad de Pittsburgh, y acaba de ser incluida en la lista Forbes 30 under 30 en el campo de la salud, una publicación que reconoce a los mejores talentos de Estados Unidos y Canadá de menos de 30 años, en quienes se confía para mejorar el mundo. Desde Pittsburgh atiende a El Día de Soria.

¿Qué supone para usted estar en la prestigiosa lista de Forbes?

Muchas veces publicamos artículos que sabemos que son muy importantes en nuestro campo, y es curioso porque generalmente nuestra investigación no llega al público, solo llega a nuestros colegas que leen esos artículos en revistas científicas. El tema de Forbes ha sido curioso porque, evidentemente, tiene mucha más repercusión mediática y, entonces, mucha gente que antes no estaba al corriente de lo que hacemos, lo ha leído. 

Obviamente salir o no en Forbes no va a cambiar a nadie, pero sí que es cierto que tiene mucha más repercusión y es importante porque ahora en ciencia reconocemos cada vez más la necesidad de que nuestras investigaciones y los resultados que encontramos lleguen al público en general. De hecho, es parte de lo que ahora tenemos en el currículum. 

En ese sentido el reconocimiento de Forbes es importante, ya no solo a nivel personal, también a nivel de producción científica, en el sentido de que ahora es más posible que más gente esté al corriente de lo que hago. 

Está en esta lista con otros 29 jóvenes talentosos con carreras brillantes en Estados Unidos y Canadá que destacan en el campo de la salud. ¿Los conoce? ¿Qué opinión le merecen?

Tuvimos la semana pasada en Nueva York la conferencia de Sanidad de Forbes y conocí a varios de ellos. La mayoría son emprendedores, porque obviamente Forbes es una revista de negocios y yo entiendo que posiblemente tiene mucho más mérito empezar una compañía que estar investigando en una universidad, que es lo que hago yo. Fue una experiencia en la que te das cuenta de lo que pequeño que eres. Por mucho que yo tenga aquí mi grupo, mi proyecto de investigación... la mayoría de mis compañeros de lista son emprendedores que han tenido una idea y han tirado hacia adelante con ella y ha sido terriblemente exitosa. Entonces, siento muchísima admiración. 

Formar parte de esa lista es, de alguna manera, formar parte de ese exclusivo club de jóvenes emprendedores en los que se confía para cambiar el mundo. ¿Cómo ve a su generación?

Una periodista de Forbes me preguntó cómo veía a la generación que llaman los ‘millennials’. Yo creo que la generación anterior tiene la visión de que nosotros hemos nacido en una sociedad mucho más acomodada que la que nacieron ellos y, obviamente, es verdad. Pero también es verdad que tenemos más valor y coraje del que se nos reconoce. Porque posiblemente creciéramos en una sociedad muy acomodada, pero también acabamos los estudios y nos tocó pasar una crisis bastante más fuerte, con muchas menos opciones de entrar en el mercado laboral. Ycreo que no siempre se reconoce la capacidad de salir fuera que ha tenido nuestra generación. Somos muchísimos los que nos hemos ido por razones personales, académicas o laborales, e irse no es tan fácil. Entonces, creo que eso hay que reconocérselo a nuestra generación. Hemos tenido el valor de darnos cuenta de que en casa las cosas no estaban bien, y nos hemos ido. Eso necesita valor y coraje, y creo que tiene un mérito. 

Con 28 años es profesora de la Facultad de Farmacia en Pittsburgh, lidera su propio grupo de investigación… ¿Cómo ha sido su vida desde que salió de Soria? ¿Cómo fue emigrar?

Yo estudié en Escolapios y en el Instituto Castilla y luego fui a la Universidad de Navarra, donde estudié Farmacia. Cuando estaba en quinto de carrera solicité admisión a varios programas de doctorado aquí en Estados Unidos. Me decidí por Pittsburgh porque me pareció que me iba a entender muy bien con la jefa de doctorado y que iba a apostar por mi formación;y también me ofrecieron financiación. Hice el doctorado en tres años, el primero estuve becada por la Universidad de Pittsburgh y los otros dos becada por La Caixa. Yo entendí que aquí en Pittsburgh no solo me ofrecían venir, sino que también me esponsorizaban la matrícula y lo que es un pequeño sueldo mensual, una beca de doctorado, para salir adelante. Estoy muy contenta porque, aunque se trabaja mucho, sobre todo al principio, se aprende mucho. 

Cuando acabé en 2016 busqué trabajo en Europa y aquí en Estados Unidos tanto en academia, en universidades, como en industria. Decidí quedarme aquí porque estoy contenta y, también, porque es más fácil pasar de una posición de formación (como es un doctorado) a una posición un poco más de liderazgo cuando estás en el mismo sitio, porque ya tienes la conexión, la infraestructura, conoces a la gente... Decidí quedarme y estoy muy contenta aquí. 

¿Y echa de menos Soria?

Siempre lo echas de menos, aunque también creo que todo está en la mente. Yo sé que voy siempre en San Juan y Navidad, y que mis padres vienen a verme en primavera. Entonces, sabes que en seis meses vas a estar en casa. Creo que es mucho más difícil para los inmigrantes que salen y no saben cuándo van a poder volver... 

¿Hasta qué punto la beca de La Caixa marcó un punto de inflexión en su carrera, y en su vida? 

La beca de La Caixa fue muy importante porque, normalmente, cuando se tiene una beca de doctorado en la universidad, tienes que hacer el doctorado en lo que es la beca. Por ejemplo, si tienes una beca del cáncer, tienes que hacer el doctorado en cáncer. 

Si estás becada por la universidad aquí tienes que trabajar 20 horas a la semana en el proyecto de investigación de la beca. Y, además, cuando haces el doctorado, los dos primeros cursos tienes una carga académica completa, tienes tus cinco asignaturas y 20 horas de trabajo, y queda bastante poco tiempo para investigar lo que realmente va a ser tu doctorado. 

La beca de La Caixa me quitó esa carga en el sentido en que, como yo estaba becada externamente, la beca de La Caixa no estaba ligada a ningún proyecto de investigación y yo podía investigar con lo que quisiera dentro de lo que mi jefa aprobara. Eso me ahorró muchísimo tiempo e incrementó mucho mi productividad (porque 20 horas a la semana es mucho). Acabé la tesis relativamente pronto y con muchas publicaciones gracias a la beca de La Caixa, estoy convencida. Si no,  no hubiera tenido el lujo de poder explorar lo que a mí me parecía interesante. 

¿Le dio más libertad, flexibilidad?

El proceso de incorporar financiación siempre es bastante largo. Tú tienes una idea, una beca, la mandas, tardan tres meses en revisarla y, si la aprueban a la primera, igual empiezas el proyecto seis meses más tarde. Y, claro, ¡esa idea era muy buena hace nueve meses! Porque cuando la terminas ha pasado un año y quizá otro se ha adelantado. Entonces, el tener la beca de La Caixa, como no estaba ligada a ningún proyecto, me daba la flexibilidad de, cuando veíamos que había algo que era interesante, empezar a hacerlo esa misma semana, no doce meses más tarde. Eso, sin ninguna duda, fue muy importante.

¿Siempre soñó con desarrollar su carrera en Estados Unidos? 

Durante la carrera sí que pensé varias veces que me gustaría venir aquí a hacer el posgrado. Porque la educación en Estados Unidos a nivel preuniversitario -y posiblemente universitario también- es peor que la europea; pero la educación de posgrado es de mucho prestigio. Funcionó en Pittsburgh, pero si no posiblemente hubiera mirado a Inglaterra. 

¿Qué ofrece Estados Unidos que, de momento, es una asignatura pendiente para España? 

Ofrece recursos para investigar y, primero, ofrece estabilidad laboral. La gente no puede investigar sin saber  si dentro de seis meses va a tener un contrato. Eso no puede ser porque, sobre todo en investigación, se trabaja en el largo plazo. Nosotros planteamos experimentos y proyectos de dos y tres años y no se puede trabajar sin saber si dentro de seis meses vas a estar aquí, allí, en otro país... 

La estabilidad laboral es importante, y no lo digo en el sentido de que los investigadores tienen que ser funcionarios. Mi plaza y mi trabajo van ligados a la financiación externa que consigo para mantener mi grupo de investigación pero, obviamente, la universidad me provee de una cierta estabilidad y yo sé que voy a estar aquí al menos cinco años, a no ser que lo haga muy muy mal. 

Eso es lo primero y, lo segundo, recursos para investigar. Los aparatos en el laboratorio, los ratones, los monos... lo que necesites vale dinero. Y yo siempre digo que en Estados Unidos se produce más que en España en el sentido de que aquí publicamos más en relación a horas en el laboratorio. Es solo porque hay más recursos. No es que aquí la gente es mejor o peor, simplemente que aquí hay más recursos y, también, recursos comprometidos a largo plazo. 

Hace unas décadas en España el Gobierno trató de impulsar la investigación, pero es que un compromiso a tres años no es un compromiso con la investigación, tiene que ser un compromiso real y a largo plazo. 

Su madre es titular de una farmacia en Soria. Usted también ha apostado por la Farmacia, aunque por otra rama. ¿Su vocación viene de cuna?

Es curioso porque mi madre es farmacéutica y mi padre es economista y mucha de mi investigación ahora es en farmacoeconomía, y mi padre ahora siempre hace el chiste de que soy una mezcla de los dos [risas]. 

Mi madre es una farmacéutica ‘bandera’ que creo que también enseña un poco que la carrera de farmacia tiene unas salidas mucho más amplias de lo que puede parecer. Mi madre es una farmacéutica asistencial que cuando entra un paciente por la puerta conoce a su familia, los diez medicamentos que usa, y le explica para qué y cómo tomar cada uno de ellos. Yo la admiro por eso y me gustaría algún día llegar a ser lo buena farmacéutica que es ella. 

Yo soy menos asistencial. A mí me gusta la Estadística y las Matemáticas, y a mi madre eso no le gusta. Es importante hacer lo que te gusta, pero también es importante hacer algo para lo que sirves. Y cuando tenemos estudiantes buscando opciones laborales siempre les decimos eso. Porque posiblemente si mi madre estuviera haciendo lo que hago yo o yo estuviera haciendo lo que hace ella... sería un desperdicio para la sociedad, en el sentido de que no somos las mejores para hacer eso. 

¿Cree que la profesión farmacéutica está suficientemente reconocida?

Está muy bien valorada a nivel social, pero no sé si está igualmente valorada por el sistema... Aquí en Estados Unidos los farmacéuticos están intentando desarrollar un poco más el papel asistencial y que el sistema sanitario se dé cuente de que el consejo farmacéutico tiene valor porque ahorra muchas visitas al médico, la gente tiene más accesibilidad a una farmacia que a un centro de salud... 

Estamos intentando demostrar el valor del farmacéutico no solo como un dispensador de medicamentos, sino también como profesional de la salud, en el sentido de que en un futuro pueda prescribir o pueda hacer otros servicios. Aquí en Estados Unidos, por ejemplo, la vacuna de la gripe se hace en la farmacia y la farmacia cobra por la vacuna y obviamente también por pincharlo, porque es un servicio sanitario. Yo creo que con el tiempo el sistema sanitario se dará cuenta del valor, de lo que ahorran los farmacéuticos, y del buen servicio que prestan. 

Allí ejerce como profesora pero también tiene su grupo de investigación. ¿Las dos partes se complementan?

Aquí los profesores de la facultad funcionamos diferente. Yo soy profesora pero mi trabajo es un 90% investigar y un 10% dar clase (doy una asignatura un semestre). Hay muchos profesores que son farmacéuticos, practican en los hospitales y dan clase. Ytambién tenemos profesores que solo dan clase. Yo tengo 45 compañeros en el departamento y cada uno tenemos unas tareas. Mi plaza es de profesor investigador pero hay plaza de profesor docente o de profesor clínico.