Julián Felenbok llegaba esta temporada al BM Soria tras pasar, entre otros equipos, por la sección del balonmano de River Plate. Tras asistir a la final de la Copa Libertadores en el Santiago Bernabéu, analiza ahora el ambiente allí vivido y todos los disturbios que ha tenido que presenciar por televisión durante la final.

Lo primero de todo,  darle la enhorabuena por la victoria de River Plate.

Muchas gracias. La verdad es que estoy muy contento como hincha de River, pero también tengo que reconocer que fue algo excepcional el tener que presenciar la final en Madrid, me dio mucha pena que se jugase lejos de nuestro estadio por todos los miles de aficionados que por desgracia no han podido presenciar el partido en directo.

Aunque dadas las circunstancias, gracias a eso ha podido asistir al partido.

Aproveché la oportunidad. Recuerdo que en el vestuario del BM Soria seguí todo el proceso y cuando dijeron que se jugaría en Madrid ya tenía claro que iría al partido.

¿Qué ambiente se respiraba por Madrid?

Era algo distinto, no se puede comparar con la pasión que se vive en Argentina. Vino bastante gente de ambos equipos y convivieron perfectamente, incluso mi chica es simpatizante de Boca Juniors, con eso te digo todo.

¿Cómo define lo que se ha vivido en Argentina?

Lo he vivido con mucha pena y vergüenza por la imagen que se ha dado al mundo de Argentina. Yo viví y jugué en balonmano para River y hay mucha gente que trabaja en el club, que desde luego no es una mayoría, y que se han visto perjudicados. No me gusta la visión de que hay algo que en nuestra sociedad está mal, esto ha sido cosa de unos pocos y todos los argentinos nos hemos visto perjudicados.

Lo que está claro es que no viven el fútbol de la misma manera que en otros lugares.

Vivimos el fútbol de otra manera y eso en la sociedad se traduce en distintos tintes que algunas personas interpretan mal, ese fanatismo no es bueno, pero la mayoría de la sociedad es buena y sana.

¿Dentro del campo cómo vivió el partido?

Estaba en la zona de River pero más hacia la grada neutral, había mucha camaradería. Por ejemplo, yo gritaba todo el rato, pero en el gol de Boca abracé a mi chica.  Fue muy bonito pero con el sabor agridulce de todos los argentinos que se lo han perdido.