Nuevamente, varado en el Mediterráneo y a la espera de que le permitan desembarcar en un puerto seguro «y lo más cercano posible», el Aquarius permanece en alta mar, navegando en aguas internacionales frente a Libia y con 141 inmigrantes a bordo que salvaron este fin de semana en dos operaciones de rescate.

Convencidas de que Italia y Malta se volverán a negar a permitir el amarre de la nave -como ya ocurriera en junio, cuando el barco, con 630 sin papeles, acabó encallando en Valencia-, las organizaciones humanitarias Médicos Sin Fronteras (MSF) y SOS Mediterránée elevaron ayer su petición a las autoridades europeas y a los Gobiernos de los diferentes Estados miembro para que «otorguen un puerto seguro, lo más cercano posible, de acuerdo con el Derecho Marítimo Internacional, donde puedan desembarcar las personas rescatadas», de modo que el buque «pueda seguir brindando una asistencia humanitaria que se requiere con urgencia».

Las ONG aseguraron haber contactado con las autoridades competentes, incluidos el centro de coordinación de rescate marítimo italiano, maltés y tunecino, así como el Centro Conjunto de Coordinación de Rescates libio.

Según su relato, este último se presentó como la autoridad encargada de la coordinación, pero rechazó ofrecer un «puerto seguro» y pidió que se dirigieran a otro centro, por lo que el barco decidió poner rumbo hacia el norte.

A bordo del Aquarius están los 25 inmigrantes salvados en la primera operación, de los que 16 eran hombres y nueve mujeres, una de ellas embarazada, procedentes de países como Bangladesh, Camerún, Ghana, Costa de Marfil, Nigeria o Senegal.