Sinopsis oficial
En 1614 una expedición japonesa encabezada por el nieto del emperador desembarcó en el pueblo sevillano de Coria del Río, y el heredero al trono se enamoró de una bella sevillana, formó una familia y nunca regresó a Japón. 400 años después, el Emperador Satohito muere y el heredero legítimo resulta ser Paco Japón, vecino de 37 años de Coria del Río.La vida de Paco y de su familia cambiará drásticamente al verse de la noche a la mañana viviendo en el Palacio Imperial y preparándose para ser los nuevos Emperadores de Japón. El choque cultural y lingüístico entre japoneses y andaluces provocará situaciones cómicas y disparatadas en esta aventura donde Oriente y Occidente se dan la mano.
La crítica -
Por J.M.S.
El éxito en taquilla de Ocho apellidos vascos (55 millones de euros) conlleva que otros directores quieran repetir la fórmula de éxito con comedias donde incluyen choque de culturas. Es el caso de Álvaro Díaz Lorenzo con Los Japón, donde ejerce además como guionista.
Como ya ocurrió en la anterior comedia de Díaz Lorenzo, Señor, dame paciencia, el planteamiento de la película es simpático. Sin embargo, en imágenes ese choque cultural, que debería traducirse en un montón de risas, no se produce, y el resultado es una película llena de gags humorísticos que no acaban de hacer gracia. Y eso que los actores ponen toda la carne en el asador; es cierto que Dani Rovira está deslucido pero María León tiene bastante vis cómica, Antonio Dechent es un solvente intérprete y los actores jóvenes están bien elegidos. Pero los chistes no acaban de funcionar, aunque hay algunos equívocos fonéticos que tienen chispa (como el nombre de la asistenta, que la futura emperatriz llama Marikó, recalcando mucho la última sílaba).
De contenido blanco, la película realmente recuerda muchísimo lo que vino a denominarse “las españoladas”, películas realizadas fundamentalmente en los años 60. Aquí inciden en el acento y las expresiones de la gente del sur de España, de Andalucía, con el folklorismo del baile y con la picaresca propia de personajes que tienen poco “parné” y mucha “jeta”, como ocurre con el abuelo de la familia.
Para que nadie tenga envidia hay tópicos en el retrato de los españoles, pero también de los japoneses, unos seres flemáticos y bastante aburridos. Tampoco falta el punto reivindicativo sobre el papel de la mujer, siendo demasiado simplistas las lecciones que la Sra. Japón imparte a las damas de su séquito.