El viñedo desafía al cambio climático

P. Velasco
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Bodegas y viticultores se preparan para los cambios que las elevadas temperaturas y la sequía pueden provocar en la viña en los próximo años. Los resultados de la vendimia «tan adelantada» han sorprendido con buenos resultados de calidad y cantidad

Un temporero recoge uva durante los primeros días de vendimia en la DO Bierzo. - Foto: César Sánchez (Ical)

El cambio climático es una realidad. La temperatura global ha aumentado en los últimos diez años en torno a un grado y las lluvias en forma de tormentas son cada vez más frecuentes. Consecuencias de la emisión de gases de efecto invernadero que afectan ya a los ciclos vegetales. Y el viñedo de Castilla y León no queda al margen, convirtiéndose en una amenaza para el resultado final de unos vinos con un gran posicionamiento en los mercados y que quieren mantener su calidad en las próximas décadas.

Bodegas y viticultores de la Comunidad llevan ya varios años dando vueltas sobre las posibles herramientas para luchar contra ese cambio climático, con cambios en los viñedos a mayor altitud y latitud en las comarcas donde se puede, así como la apuesta por variedades autóctonas adaptadas desde hace siglos a sus lugares de origen. Sin embargo, como insisten desde el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León, que trabaja desde hace 25 años en diferentes estudios sobre las condiciones climáticas adversas y cambiantes que se están produciendo, «las soluciones rápidas y generales no existen» y se tendrán que aplicar una suma de todas ellas que afecten a «zonas, suelo, variedades y manejo del viñedo».

Una de las mayores evidencias de lo que acarrea el cambio climático es el adelanto de la vendimia, que en las últimas campaña se está produciendo entre dos y tres semanas antes de lo habitual. Es más, en denominaciones como Rueda, la recogida de la uva que está dando sus último coletazos ha sido la más madrugadora de su historia, «aunque también va a ser la más larga», apunta el director técnico del Consejo Regulador, Santiago Mora, que califica el adelanto como «un pequeño espejismo»: «Vamos a estar más de dos meses vendimiando, pese a que parecía adelantada y más corta».

El cambio climático «es una evidencia y está ahí, porque vemos cómo en los últimos años se anticipa la evolución de la planta entre siete y diez días», añade Mora, pero a la vez muestra su sorpresa por el comportamiento del viñedo en las últimas semanas: «Es verdad que la sequía y el calor extremo durante más de 30 días hacían prever una vendimia muchísimo peor, pero al final la viña hibernó para poder sobrevivir». Esto se ha traducido en cifras récord para la denominación con más de 150 millones de kilos de uva recogidos.

Unos malos augurios que tampoco se han cumplido en el resto de zonas vitivinícolas de la Comunidad que hace un mes avanzaban una de las peores cosechas de su historia, pero cuyas previsiones han quedado muy lejos de la realidad, «porque la viña es muy sufrida», asegura la directora técnica de Cigales, Águeda del Val. Lo mismo se ha vivido en Ribera del Duero, la zona con mayores productores de la Comunidad, donde se han recogido más de 104 millones de kilos de uva de calidad. «Si en bodega las uvas responden y se expresan como deseamos, la calidad de los vinos, estará muy bien», explica el director de Experimentación de la denominación, Alberto Tobes.

20 por ciento menos.

La situación se ha repetido en Arlanza, Toro, Bierzo, Arribes, León y el resto de las zonas vitivinícolas de la Comunidad, aunque en todas ellas son conscientes de que han salvado la campaña pero el cambio climático es una evidencia. Ya el estudio 'Empieza la cuenta atrás', elaborado por el responsable de Riesgos Agrarios de Coag a nivel estatal, Pablo Resco, advertía que se podrían disminuir hasta un 20 por ciento los rendimientos del viñedo en los próximos años «principalmente en determinadas zonas de Castilla y León más al sur».

«Las mejores herramientas que el mundo del vino está viendo para salvar el cambio climático son llevar los viñedos a zonas de mayor altitud y apostar por variedades autóctonas», destaca Santiago Mora, que incide en que la variedad que más se cultiva en Rueda, la verdejo, lleva diez siglos en esta tierra, «adaptándose a todas las circunstancias, tanto de calor como de sequía». Desde la DO Toro también han analizado la adaptación de la tempranillo/tinta de Toro al cambio climático encargando un estudio a la Universidad de Lleida. «Las viñas de esta zona son antiguas, adaptadas perfectamente al clima semiárido de la zona. Aún así, bodegas y viticultores están tomando las medidas anteriormente reseñadas para disminuir el grado alcohol y mejorar ese posible desequilibrio fenol-alcohol en las cosechas más cálidas», señala su director técnico, Santiago.

Águeda del Val también habla de la posibilidad de utilizar el riego en la DOCigales para paliar dicho cambio climático. El Itacyl lleva estudiando el riego durante 25 años «como herramienta para mejorar el estado hídrico y vegetativo» de las plantas. «Es una herramienta muy importante, usada con moderación, de manera razonada y con un plan claramente definido y cuidadoso», explica Cristina León, subdirectora de Investigación y Tecnología.

Otras de las líneas de actuación en las que se trabaja es la obtención de clones certificados de las variedades tradicionales de Castilla y León –con características diferentes para los distintos suelos y ambientes–, recuperando variedades minoritarias que llevan mucho tiempo adaptadas a sus lugares de origen, «y en varios casos mantienen ciclos más largos y buenos niveles de acidez», apunta León.

En los últimos años, el Itacyl también analiza el estado de vigor y el hídrico de los viñedos a partir del uso de nuevas tecnologías como detectores remotos con imágenes de satélite o distintos tipos de poda. Todos estos proyectos con el objetivo claro de aportar soluciones a un sector vitivinícola que se prepara vendimiar cada vez más temprano.