La expansión del porcino frena en Soria en el último año

A.I.P
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Aporso habla de riesgo de "desaparición" y denuncia que la Junta tiene «paralizados», al menos, 18 proyectos de nuevas explotaciones. Las instalaciones deben adaptarse a la normativa de bienestar animal

Imagen archivo

El crecimiento del sector porcino parecía imparable y, sin embargo, se ha  estancado en la provincia de Soria. Las cifras oficiales indican que la censo descendió ligeramente en 2022 respecto al año anterior, en concreto, en un 7,19%. La reducción se produjo, en particular, en las plazas de cebo, que pasaron de 397.961 a 365.659, un 8,12% menos, mientras que en el número de madres reproductoras apenas ha sido una disminución del 0,2%, de 52.565 a 52.461 animales. Y si la comparación se realiza con el máximo alcanzado en la década, que marcó el año 2018, el resultado es que la 'población' porcina ha bajado un 15,8%, ya que la cifra hace cinco años se elevó a 496.585 plazas (46.319 reproductoras y 450.266 de cebo). En cuanto al número de explotaciones, se mantiene en 208.

Es evidente que en los últimos cuatro años, en particular desde la pandemia, la expansión del porcino ha frenado en seco. No solo eso, si no que el volumen de animales está mermando. Las causas de esta situación «alarmante», a juicio del presidente de la Asociación Provincial de Productores de Ganado Porcino de Soria (Aporso), Miguel Ángel Ortiz, se debe a la «paralización» por parte de la Junta de Castilla y León de proyectos de nuevas explotaciones porcinas, «al menos 18 en Soria y 150 en la Comunidad», y también a la adaptación del sector a la normativa de Bienestar Animal que entra en vigor en 2024 y exige la ampliación en un 20% de la capacidad por cerdo, es decir, que una granja de 1.000 plazas se puede quedar en 800. 

Además de ampliar el espacio por cerdo, se incluyen nuevas condiciones respecto a su alimentación, agua, comederos, condiciones ambientales o disponibilidad para los animales de material manipulable. Todas las granjas también tendrán que contar con un plan de bienestar animal en un plazo de cuatro años que deberá elaborar el veterinario de explotación, una herramienta de la que ya disponen la mayoría de las instalaciones de intensivo.  

«El sector necesita más cebos, más naves de engorde, los nuevos proyectos no salen y las que están van a menguar en un 20%. Estamos viviendo un momento muy apurado y el sector del porcino puede desaparecer y su industria en Castilla yLeón. Las integradoras están en un punto de inflexión sobre desarrollar iniciativas con más capacidad o dedicarse a otra cosa », advierte Ortiz. 

El representante de Aporso insiste en el «atasco» de las nuevas iniciativas, en algunos casos incluso presentadas en 2019. «Sigue prácticamente todo igual, paralizado, proyectos con todos los permisos y no les dan el CEA, que es el número de registro ganadero que necesitamos para tener las guías sanitarias y de transporte. ¿Razones? Ninguna. No nos dan una justificación. Si los proyectos que incumplen, por el motivo que sea, vale, se soluciona. Pero los que cumplen todo perfectamente y está todo aprobado, cuando llegan al final del trayecto, no llega ese CEA [...] Lo malo es que cuando vamos a preguntar en Medio Ambiente no te dan una respuesta clara. Hay muchos proyectos que no saben cuál es el motivo por el que no avanzan o no pueden empezar a funcionar. Ahora se quiere que se tramite todo desde Valladolid y nos parece justo que se aplique el mismo criterio para toda Castilla y León, pero implica que todos los proyectos se vuelvan a revisar y el sector porcino no puede aguantar más incertidumbre», advierte el presidente de Aporso.

modelo de integración. La cooperativa soriana Copiso fue pionera en el impulso de la producción porcina en integración, que es «muy particular» en España y también en otros países como Estados Unidos o Brasil. «El número de explotaciones ha ido menguando, las granjas antes estaban dentro de los cascos urbanos y han ido desapareciendo, y las inversiones que se requieren cada vez son mayores para adaptarse a la normativa. En Europa hay una sobrelegislación medioambiental y de bienestar ambiental por lo que se exigen estructuras más profesionalizadas. Los pequeños tienen más dificultades para adaptarse a los cambios [...] El riesgo no recae en el ganadero, sino en la empresa integradora», considera el director gerente de Copiso, Pascual López. 

López recuerda que la integración es una estructura piramidal de producción, en la que cada una de las actividades del sector está gestionada por profesionales, lo que redunda en que sea un sistema «eficiente, capaz de producir a un coste bajo, que llega hasta el consumidor final que puede comprar la carne a unos precios muy razonables. Hasta la crisis inflacionista los precios habían bajado».

Así, el representante de Copiso reitera que este modelo «se está cuestionando» y se revisa con un «exceso» de regulación, lo que supone un incremento de los costes y dificultades de la producción. En España el tamaño máximo de las granjas porcinas está regulado desde el año 2000 y tienen un tope de 720 unidades ganaderas mayores (UGM) -2.600 cerdas con lechón de hasta 20 kilos; 3.200, si no hay lechones; o 7.200 plazas de cebo-. 

En cuanto a la generación de purín, Pascual López señala que el objetivo es producir el mínimo de residuos. «En Soria hay 1,3 cerdos por hectárea cultivable; en Dinamarca el ratio es de ocho. Para fertilizar una hectárea con purines necesitaríamos 20 cerdos, es decir, tenemos capacidad para abonar el 5-7% del terreno cultivable», apunta.