Fernando Jáuregui

TRIBUNA LIBRE

Fernando Jáuregui

Escritor y periodista. Analista político


El urgente debate sobre el (nuevo) estado de la nación

09/05/2021

¿Quién se atrevería a afirmar que nada ha ocurrido en la política española en los últimos seis años? Nadie, claro está. Porque desde 2015 las cosas han girado tan vertiginosamente que casi nada es lo mismo que era, los líderes de entonces ya no son los de ahora, la sociedad ha cambiado, Europa y el mundo también. Y mucho, además. Resulta, pues, inconcebible que algo políticamente tan saludable como era, es, el debate sobre el estado de la nación lleve tanto tiempo sin celebrarse. Lo ha solicitado, con razón, Pablo Casado, el líder del Partido Popular. Pero no debe hacerse de ello, de celebrarlo o no, una cuestión más de confrontación entre la izquierda y la derecha: simplemente, el estado en el que se encuentra la nación es nuevo, novísimo, y hay que exponerlo a las claras. Sin más tapujos.

Es urgente dejarse ya de estos tapujos y de bobadas --siento tener que llamar así--, de insultarse fascistas versus bolcheviques, de llamar tabernarios a los votantes del partido rival, a los que se retrata como consumidores, además, de cañas y berberechos. Hay que acabar con los sonrojantes gritos de 'no pasarán', lanzados nada menos que por la 'número tres' de un PSOE en plena deblacle electoral y reflexionar, como piden Felipe González y muchos socialistas más o menos 'de a pie', sobre lo que está ocurriendo en el PSOE. Y, añado yo, en el PP, en Ciudadanos --inconcebible que aún no haya dimitido Inés Arrimadas-- y, por supuesto, en Podemos.

Y por citar el caso de solo uno de estos partidos, hay que fijarse en que la salida de Pablo Iglesias de la política contribuye a una redefinición del magma a la izquierda del PSOE, con la posibilidad de que sea una figura tan aceptable de derecha a izquierda como Yolanda Díaz --los únicos ojos sonrientes sobre la mascarilla en la foto oficial del presidente y las cuatro vicepresidentas con el Rey-- quien lidere el proceso de 'despablización'. Y trazar una nueva fórmula, ajena al 'Gobierno Frankenstein', para una coalición más homogénea, de tintes más dialogantes y moderados, sin hipotecas al secesionismo catalán, que a saber a dónde va a ir a parar cuando se entiendan entre las fracciones en pugna.

Si todo esto, más la exigencia ciudadana de que se nos explique a fondo lo que implica el plan de reconstrucción, transformación, resiliencia y yo que sé qué más, no es bastante para que se nos 'conceda' un debate parlamentario a fondo, ya me dirá usted qué más se precisa para que el presidente Sánchez, tan silencioso ahora, tan reticente a hablar con los chicos de la prensa, lo convoque. Ha acabado el estado de alarma, quizá sea cierto que en el otoño la pandemia sea casi --casi-- un mal recuerdo y habrá que poner en marcha medidas seguramente difíciles de aceptar por los españoles, pero en teoría exigidas desde la UE 'pagadora'.

Creo que lo menos que se puede pedir al Gobierno es una explicación clara, veraz, sobre lo que se va a hacer; ya digo, sin 'bobadas' como llamar "errata" a lo que se nos trataba de ocultar en materia fiscal, por poner otro ejemplo de opacidad oficiosa. Y a la oposición, también hay que pedirla una definición explícita de por dónde quiere ir, si por la vía de una cierta 'colaboración exigente' o por la de la confrontación. Tal vez así logremos saber cuál es el verdadero estado de esta nación nuestra, que, contra lo que muchos empiezan a pensar, sigue siendo un gran país, aunque 'ellos' se empeñen en emborronarlo. Así que venga cuanto antes un debate que ya, para comodidad de los gobernantes, está quedando casi en el olvido. Que se convoque de una vez. Aunque sea la oposición quien lo pida, caray.