El ara dedicada a un dios celta

Marian Arlegui
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Una pieza importante para poder conocer la pervivencia del culto a Lug

El ara dedicada a un dios celta

Este altar o ara es una de las piezas más importantes para el conocimiento y documentación de la pervivencia del culto al dios celta Lug en época romana a la vez que informa acerca de la pujanza económica del gremio de zapateros en la ciudad de Uxama Argaela. Fue traslada desde la ciudad romana a Osma en donde sirvió de pila benditera en una iglesia para cuyo uso fue mutilada en su parte inferior y en la superior en donde se talló la oquedad para contener el agua bendecida. 

Existen dos dioses considerados pancélticos, es decir, presentes en toda el área europea que, con límites imprecisos, conocemos como céltica con una tradición arcaica indoeuropea. Son Epona, femenina, y Lug, masculino; a veces, se incluye también al dios Cernunnos. Ha de recordarse que Roma, en su aculturación de los pueblos que conquistaba, nunca prohibió las religiones politeístas indígenas ni la lengua que hablaran. Por eso no es extraño que este altar se colocara en un templo, probablemente junto a otros dedicados a dioses romanos en el s. I d.C., en una ciudad ya plenamente romana. Algunos dioses fueron aceptados por Roma, caso de Mitra o Cibeles, otros dioses fueron equiparados a los propios dioses romanos produciéndose un fenómeno que conocemos como sincretismo

Diversos investigadores interpretan que el nombre de Lug deriva del céltico lugio que significa juramento por lo que se cree pudo haber sido protector o en cuyo nombre se formalizaran contratos comerciales lo que hizo fuera fácilmente comparable al dios Mercurio. De hecho, Julio César en su descripción de los dioses galos, en su obra La guerra de las Galias, escribe que «de todos los dioses (de las Galias) al que más veneran es Mercurio, al que consideran como omnium inventorem artium, inventor de todas las artes y oficios». 

Todo ello sería la razón por la que Roma diera a algunas ciudades un nombre con el sufijo Lug, nombres que han sobrevivido: Lyon, Liegnitz, Laon, Lauzun, Loudon, Leiden e incluso Lugo. Un texto apócrifo atribuido a Tácito cuenta que durante el rito para demarcar los límites de la ciudad de Lugudunum en Las Galias, apareció de repente una bandada de cuervos revoloteando por los aires, lo que se interpretó como un buen augurio, cuervos extraordinarios pues tenían también plumas blancas.  

Sin embargo la representación, grabada o dibujada, de Lug era diferente a la de Mercurio que lleva gorro con alas, caduceo, un joven gallo, un carnero o la tortuga aconchada. La estatuilla de Lug hallada en Lezoux presenta a Mercurio como un anciano con barba cubierto por un típico manto céltico, la estatua de Burdeos lo presenta cuatricéfalo y en el santuario rupestre de Villalba de Villastar en Teruel, lugar de peregrinación en época celtibérica y romana, Lug es bicéfalo.

El culto a Lug en Hispania se conoce, hasta hoy, a través de 13 epígrafes con una concentración significativa en el área celtibérica. Podemos decir que junto a la inscripción del santuario rupestre de Peñalba de Villastar en Teruel, esta sea la pieza más elocuente de la fortaleza de un culto que se integró en la cultura romana. 

La épica mítica irlandesa conservó, hasta la implantación del cristianismo, la religiosidad celtica. Ello se debió a que Irlanda no fue conquistada por Roma. Con la prudencia que da la distancia geográfica y temporal, algunos investigadores recuerdan que Lug, también conocido como  Lugh y  Lugus, es conocido  en las leyendas irlandesas de los siglos VII y VIII  d.C. como  Lug Lámfhota o Lug Lámfhada  lo que en irlandés antiguo significa luz, brillantez, así como Lámfhada  que significaba «brazos largos». Como epítetos, los relatos irlandeses incluyeron el de samhildánach,  es decir, «el que posee todas las artes y oficios». En estudios de la arcaica religión indoeuropea se cita un epíteto del antiguo dios indoario, Savitar, cuyo epíteto es «el de las anchas manos» y que poseía una magia creativa. ¿Se podría interpretar entonces como Lug al guerrero dibujado en una jarra procedente del castro de Ocenilla que se conserva y expone en el Museo Arqueológico Nacional?

Lug era también el dios patrocinador de un arcaico culto estacional a las cosechas. Sabemos por algunos autores clásicos que se celebraba un gran festival anual en Lyon el primer día de agosto. Cuando Lugudunum fue declarada la capital de Las Galias, el emperador Augusto estableció allí su propia fiesta imperial el 1 de agosto, que era la fecha en que se celebraba un festival galo probablemente dedicado al Lug de las cosechas. De este modo, sobreponiendo la celebración del emperador al culto indígena, Augusto se garantizaba una celebración exitosa vinculándose a un dios indígena de profunda pervivencia. En Irlanda este festival se conocía como Lugnasadh, 

Lug era un dios de luz, brillante, patrón del comercio, los contratos y de las «artes». Un dios a quien el gremio de zapateros, sutores, de Uxama Argaela considero tan importante como para dedicarle un altar y con ello un culto específico y ferviente. Organizados en cofradías o gremios, los artesanos eran una clase pujante en las ciudades romanas, organizados y regidos por normas establecidas. Los zapateros tenían a la vez una relación con las curtidurías y los proveedores de pieles y ello nos aproxima a la vida de la bulliciosa ciudad romana y sus barrios artesanales  Esta inscripción es la única conocida hasta la fecha en todo el imperio romano realizada por un gremio de zapateros.