Limpieza para reprimir el fuego

A.I.P
-

'El Día de Soria' acompaña al retén de la comarca de Almarza en el desarrollo de tratamientos silvícolas en el monte El Brezal, en Santervás de la Sierra

Limpieza para reprimir el fuego - Foto: E.G.M

No está de acuerdo con la siguiente aserción: «Los incendios se apagan en invierno». Así que la idea inicial de este reportaje (casi) se cae desde que partimos de Santervás de la Sierra rumbo al monte El Brezal (número 351), donde una cuadrilla forestal (empresa Crece) compuesta por cinco operarios se afana, motosierra en mano, en tareas de poda. Quien disiente de tal aseveración es Jesús, el jefe de la comarca forestal de Almarza que, junto a Begoña, agente medioambiental de la zona, muestran 'in situ' en qué consisten los tratamientos silvícolas de los retenes que se desarrollan, fundamentalmente, en los periodos de riesgo bajo de incendios. «El fuego se apaga cuando se produce, lo que se puede hacer es prevenir. Pero, insisto, los incendios no se apagan en invierno», reitera, a la vez que consiente en que la afirmación más que una «falacia», como la define en un primer momento, es una «metáfora» que pone de relieve la importancia de mantener limpios los montes.

La de Almarza es una de las doce comarcas forestales en las que está dividida la provincia y una de las que cuenta con el retén operativo durante todo el año. La planificación de los actuaciones depende, sustancialmente, del presupuesto. «Todo esto es dinero», subraya el responsable de la comarca, que lamenta que la mitad de las plazas que contempla la Relación de Puestos de Trabajo (RPT) en esta zona estén «vacantes». «A nivel regional es el 40%. El cuerpo de agentes medioambientales cada día tiene más competencias y más campo, mientras cada vez tenemos menos gente y muchos ya vemos cerca la jubilación», describe.

A medida que avanzamos para llegar al tajo en el que trabaja la cuadrilla, los agentes medioambientales señalan una zona en la que se actuó hace un año, eliminando la continuidad vegetal horizontal y vertical aprovechando el camino, «fundamental» para acceder a un incendio y controlarlo. «Es el mejor cortafuegos, porque se puede llegar rápido y pueden entrar las motobombas y la maquinaria, algo que un camino como aquel [Jesús señala, a la derecha, un sendero estrecho y sin limpiar] es muy complicado», cuenta el jefe de esta comarca forestal.

Limpieza para reprimir el fuegoLimpieza para reprimir el fuego - Foto: E.G.MSin duda, el calor del verano ha entorpecido, no solo la extinción allí donde el fuego ha hecho mella, las labores silvícolas, teniendo en cuenta que los retenes han acumulado más horas en módulo de parada, varias jornadas completas seguidas, lo que ha ralentizado los trabajos previstos para la anualidad. «Este año ha cambiado el modo de trabajar. Las cuadrillas que hacen trabajos preventivos han estado mucho tiempo en puntos estratégicos para salir de inmediato en caso de incendio», sostiene.

Antes de alcanzar el lugar en el que el retén da forma a una una faja de defensa, el equipo de la ELIF (cuadrilla helitransportada, Tragsa) interviene con desbrozadoras y motosierras en otro área. «Durante todo el verano están con el helicóptero en Garray y, cuando no hay peligro alto de incendios, pasan a estar disponibles en tierra y a hacer trabajos preventivos», puntualiza el responsable comarcal. En caso de incendio forestal, los operarios del retén terrestre suelen hacer labores de remate, mientras que los integrantes de la ELIF, «más expertos en extinción», se sitúan en el frente del fuego.

retirar la materia combustible. Ya en el lugar, los peones del retén eliminan la espesura de los árboles con la poda de las ramas, con el objetivo de retirar la materia combustible en caso de incendio y, al mismo tiempo, ampliar el espacio para un crecimiento adecuado de los pinos. Una vez concluida la faja de defensa, entra una procesadora para continuar con el clareo del monte y sacar la madera que se destina a la industria. «Ahora están con la poda y la retirada de lo que estorba. El matorral se va secando y en unos años se habrá retirado, aunque en algunas zonas es imposible acceder con una máquina. También hay árboles que están señalizados y habrá que cortar», explica Jesús.

Aunque el aprovechamiento de los recursos forestales para biomasa ha crecido sustancialmente en los últimos años, aún no es suficiente, en opinión de los agentes medioambientales. Las ramas de una poda se quedan amontonadas en líneas y «lo deseable» es que se hubiera desarrollado otra maquinaria para retirar esta materia vegetal que es «pólvora» mientras permanece en el lugar. No obstante, en el monte «no hay un trozo igual que otro» y en unas parcelas conviene eliminar los pinos enfermos y dominados, y en otras hay que realizar una primera entresaca, que requiere emplear más tiempo, y más todavía si es necesario desbrozar.

aportación tecnológica. Hace años, los agentes medioambientales se movían «con un croquis de papel en la mano», recuerda Jesús, de forma que los avances tecnológicos han supuesto un punto de inflexión en todas las competencias asignadas. «Aunque tengas mucha APP o Google Maps si no te sabes mover en el monte, da igual, porque te llevan al sitio, pero no sabes cómo está hasta que llegas, y también puede fallar la cobertura. Hay que tener conocimiento del terreno y los agentes tenemos esa experiencia porque lo pateamos», subraya.

Además, no es lo mismo una comarca que otra y dentro de la misma existen diferencias relevantes, por lo tanto la planificación de los tratamientos preventivos también difiere en función del emplazamiento. La organización del monte, la orografía o la propia cultura forestal de la zona determinan sus particularidades que, a su vez, condicionan las labores que se necesitan. «Incluso puede ir cambiando en función de lo que te encuentras», añade el agente medioambiental, por lo que un retén tiene varios tajos abiertos a un mismo tiempo.

Tras más de dos horas de recorrido comprobando 'in situ' en qué consiste el grueso de la prevención de los incendios forestales, llegamos a un enclave en el que, durante años, se han completado todas las fases (podas, entresacas...), un terreno que ya está preparado para la corta final cuando se cumpla el ciclo para ello. «El espacio está despejado, por lo que, si el incendio es pequeño es más fácil atajarlo, pero si se va por las copas es más complejo, a pesar del margen de anchura para trabajar», señala el responsable.

La ruta acaba en la torreta de Pajarejos, uno de los 32 puestos de vigilancia de la provincia, desde donde se puede contemplar buena parte de Pinares-El Valle, todo un ejemplo de patrimonio forestal soriano.