Rafael Monje

DE SIETE EN SIETE

Rafael Monje

Periodista


Precaución o el abismo

15/07/2020

Como al parecer sólo reaccionamos cuando nos encontramos frente al abismo, los rebrotes del coronavirus de estos últimos días han puesto en alerta a todas las comunidades autónomas, sobre las que ahora pesa la capacidad de decisión y la adopción de medidas extraordinarias para controlar los contagios. Y, claro, aquí también cada región se mira el ombligo como si no avistara tierra más allá de sus propias delimitaciones geográficas. Quien pensara que lo sucedido en Lérida y las comarcas más orientales de Huesca era solo por culpa de los temporeros de la recogida de la fruta es que no ha comprendido aún los caprichos de un virus que, por supuesto, sortea fronteras a la velocidad de la luz mientras nos debatimos en vacíos legales o si la imposición de llevar mascarilla es necesaria o no a pesar de salvaguardar la distancia social.

Vaya por delante que, aunque sea también una excepción, congratula saber que estamos de acuerdo con lo que incluso pensamos; es decir, que el mando único, con sus defectos y fallos, no ha sido tan nefasto como algunos lo pintan. Dudo que acabe la semana sin que la gran mayoría de autonomías haya decretado el uso obligado del embozo y otras normas restrictivas, lo que daría mayor coherencia al actual escenario de potencial riesgo. Porque si algo hay meridianamente claro es que el coronavirus no se ha ido de vacaciones, como lo demuestran los datos diarios en todo el mundo, con más de 13 millones de afectados y un número creciente de fallecidos.

Sabemos que la principal responsabilidad corresponde a cada uno. De ahí, la constante apelación a ello para evitar concentraciones de personas que, como revelan muchos de los 120 focos detectados en España, son la causa directa del paso atrás en determinadas zonas y comarcas. No toca otra, por el bien general, más que mantener el respeto y, si se quiere, el miedo, a una pandemia sobre la que todavía no sabemos casi nada y que, a poco que nos descuidemos, nos puede empujar hacia las profundidades del abismo.