"La sequía puede llevar a problemas de viabilidad"

N.Z.
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El coordinador provincial de COAG Soria aventura un futuro para el sector "complicado"

Alfredo Cabrerizo, coordinador provincial de COAG Soria. - Foto: Valentín Guisande

El campo español pierde cada año el 6% del valor de la producción por el cambio climático, más de 550 millones de euros, según un estudio de la COAG. El coordinador provincial de la organización agraria, Alfredo Cabrerizo, analiza el efecto en Soria.

-Acaba de terminar la cosecha de cereal, la tercera peor de los últimos quince años.  ¿Cómo está afectando la sequía en la provincia?

La cosecha de cereal ha sido mala en algunas zonas y muy mala en otras. En un año como este con unos costes tan altos de producción (abonos, herbicidas, gasóleo...), la sequía está llevando a algunas explotaciones a tener serios problemas de viabilidad.

-Y ahora viene el girasol, ¿qué previsiones manejan en COAG?

Hemos tenido varios problemas. El principal fue ya de inicio, que no había agua de fondo cuando se sembró, la nacencia fue muy irregular. En algunas zonas, de hecho, se sembró y, como no llovió nada, no llegó ni a nacer. Donde ha nacido lo ha hecho muy desigual y la escasez de precipitaciones ha hecho que haya crecido poco la planta, que la floración haya sido muy rápida, y que el desarrollo de la torta y de la pipa vaya a ser muy corto porque no ha llovido nada en los últimos dos-tres meses. Así que la sequía nos puede llevar a que, en muchos casos, las explotaciones agrícolas no sean viables.

-¿Y a la ganadería? ¿Cómo le afecta?

En mayo ya empezaba a secarse el pasto y, si en mayo ya había problemas con la comida de los animales, no podía nada más que empeorar la situación. Esto nos ha llevado a tener que alimentar a los animales durante todo el año con paja y piensos, y eso mes a mes dispara los costes. Además, este año la escasez de forraje se ha unido a los altos precios de los cereales, que ha hecho que los piensos tengan un precio prohibitivo, y la situación ha sido muy complicada.

-El precio de producción se ha disparado ¿y el precio de venta?

Sí que es cierto que el año pasado hubo precios récord en el mercado de los cereales, pero este año ya nada más empezar la campaña cayó en picado. Sigue estando a un buen precio pero, al final, ese beneficio de un precio más alto se lo ha comido la subida terrible de los gastos de producción y la sequía, que no nos ha dejado vender producto.

Habría sido un buen año que nos habría permitido afrontar el año que viene en mejores condiciones, pero no ha salvado ni este ni el que viene, y el problema es que no se sabe qué sembrar porque los precios por producir son prohibitivos y, si bien es cierto que el precio del cereal todavía es interesante, se ve claramente una tendencia a la baja. Y, además, es en parte artificial. No era lógico el precio tan alto del año pasado, pero tampoco los precios a los que ha empezado a cotizar este año -por ejemplo- el girasol. Aunque son altos, son extrañamente más bajos que el cierre de las últimas operaciones antes de iniciarse la campaña, y vemos que hay un movimiento por parte de los grandes compradores y de la industria para intentar frenar los precios, tirarlos abajo, y eso es un grave riesgo para la viabilidad de las explotaciones.

-Con la guerra de Ucrania, el 'granero' de Europa cayó, ¿cómo está afectando esa situación a los precios?

El tema de los precios viene principalmente por ahí. Ucrania y Rusia son dos de los grandes exportadores de cereal del mundo. Las exportaciones de Ucrania ahora han empezado pero a un ritmo muy bajo, casi testimonial, y Rusia está teniendo limitaciones a la hora de vender su cereal en los mercados internacionales y eso, al final, ha hecho que el precio suba. Por eso subió tanto el año pasado y por eso no entendemos la razón por la que está cayendo tanto el precio este año, cuando ese cereal sigue sin llegar a los mercados de Europa, y precisamente en un año en el que toda Europa ha tenido problemas con la sequía y para producir cereales.

-¿Este escenario está provocando ya un cambio de modelo? ¿Un cambio en lo que se cultiva y cómo se cultiva?

Depende mucho de la zona de producción. En provincias como la nuestra (con un terreno que no es de regadío) es difícil buscar cultivos alternativos, pero ya estamos viendo que este año lo que se ha hecho es aumentar muchísimo las hectáreas de girasol. En Soria el girasol es realmente el único cultivo alternativo al cereal de invierno y el agricultor se está yendo hacia la producción de girasol porque tiene menos gastos de producción. No digo que tenga más rentabilidad pero sí menos gastos, y ahora lo que nos están ahogando son los gastos de producción.

-Estos periodos de sequía que continuamente amenazan con restricciones en las campañas de riego, ¿pueden poner en jaque los proyectos de expansión y modernización del regadío que hay en la provincia?

Creo que no porque el regadío, aunque sea muy costoso y aunque en algunos momentos y zonas pueda haber problemas para regar, es fundamental. Hay que tener en cuenta que si hay sequía, lo que está claro es que el cereal de secano no produce. Las tierras de secano sufren mucho y baja muchísimo la producción, por lo que, si queremos tener asegurada cierta producción, necesitamos muchas hectáreas de regadío, así que no creo que se vea afectado.

-Hablamos de un escenario complicado para el sector, ¿por dónde pueden pasar las soluciones?

Es muy complicado, principalmente en nuestra provincia, porque no hay muchas opciones para ampliar regadíos. Se puede modernizar lo que hay y extender algo en algunas zonas, pero la limitación es muy grande. Lo que se puede hacer es intentar reducir los costes de producción y... rezar para que nos acompañe la climatología [ríe]. También hay que decir que siempre ha sido así y los agricultores siempre estamos mirando al cielo.

-¿Y qué papel puede jugar la administración para buscar alternativas rentables al campo soriano?

Las administraciones en una sociedad de libre mercado -en teoría- no tienen muchas opciones, pero sí estaría bien que por fin se lleven a término las tantas veces comentadas leyes que regulen los precios en origen y nos permitan no tener que producir a pérdidas, que es uno de los grandes problemas del campo español.

-Llevamos años escuchando las mismas reivindicaciones. ¿Se sienten de algún modo incomprendidos?

El comprador es egoísta, mira su bolsillo y no le preocupa cómo vende el agricultor y el ganadero, pero hay que darse cuenta que todos tenemos que vivir, y no puede ser que los márgenes de las empresas e intermediarios sean altísimos y, comparados con los precios de origen, abusivos.

-Pero somos incomprendidos en todos los aspectos... este verano, por ejemplo, con el tema de los incendios, ha habido limitaciones de cosecha y nos vemos un poco indefensos. El esfuerzo de nuestro año de trabajo lo tenemos que recoger en verano sí o sí, no queda otra, y hay zonas en las que todavía están cosechando por todas las trabas que ha habido. A veces el agricultor es el pagano y es utilizado como moneda de cambio.

Y ya no son solo los gobiernos, la sociedad no nos escucha, y encima nos llaman pedigüeños, que buscamos subvenciones... Solo queremos trabajar y vender nuestros productos a un precio digno para seguir con la profesión que hemos escogido.

-Menciona el tema de las ayudas, ¿hoy el sector podría vivir sin la Política Agraria Común (PAC)?

Totalmente inviable. Ahora estamos hablando de unos costes de producción, de alquileres de la tierra, del precio de la maquinaria agrícola... altísimos. Un tractor no baja de 100.000 euros y el problema es que, cuando hay una subvención para compra de maquinaria, automáticamente eso va ligado a una subida de precios por parte de la industria y los distribuidores de maquinaria agrícola.  

Hoy en día es inviable una agricultura sin el apoyo de la PAC, a pesar de las estrictas normas, trámites burocráticos, condiciones... que tenemos que cumplir. Y esto va ligado a otra de las grandes reivindicaciones que tenemos, porque a nosotros se nos exige una producción de acuerdo a unas reglas y no podemos utilizar algunos productos (que estamos además contentos de no utilizar porque dañan el medio ambiente y pueden dañar la salud de las personas), pero luego nuestro país compra en lugares que no están bajo esa norma de calidad medioambiental y, como es más barato, compran sin exigirles lo mismo que a los productores de aquí nos exige, por lo que nos vemos compitiendo en desigualdad de condiciones.

Es cierto que somos muy repetitivos y que las reivindicaciones son las mismas que hace quince años, pero hay que preguntarse por qué. ¡Igual es porque no nos hace caso nadie!

-La afiliación en el campo es prácticamente la mitad que hace dos décadas. ¿Es un problema de despoblación, de falta de relevo, de rentabilidad, de la mecanización del campo... o es la suma de todo?

Creo que es la suma de todo, pero lo que está claro es que hay un aumento de la edad y la media de los productores es altísima y, además, como la jubilación del agricultor muchas veces es muy escasa, sigue trabajando. Es cierto también que hay muchos agricultores que tienen una segunda actividad, algo con lo que COAG siempre ha estado en contra. Pero es evidente que la caída del número de agricultores y ganaderos ha ido de la mano de la caída de la población, y tiene muy mala solución...

-¿Qué fue antes? ¿Se despobló el campo porque se quedó sin mano de obra? ¿O la falta de un trabajo rentable en el campo lo despobló?

Realmente la despoblación de Soria vino generada por la mecanización del campo y la búsqueda de otras metas por las personas que aquí vivían. Eso fue el origen de la despoblación pero, estabilizado aquel gran éxodo, lo que ha hecho daño es la falta de relevo y la falta de viabilidad. Hoy en día preferimos que nuestros hijos busquen otras ocupaciones.

-¿También hay que hacer cierta autocrítica? A veces el sector tampoco facilita la entrada de jóvenes porque acceder a tierras es complicado, los jubilados siguen subidos al tractor...

¡Qué duda cabe que en muchos casos somos nosotros mismos parte del problema! Agricultores que jubilados siguen trabajando, agricultores que tienen otro trabajo y en su tiempo libre llevan una explotación agraria... acaparan unas tierras de cultivo que no están disponibles para los jóvenes que se quieran incorporar. Entonamos el mea culpa.

-Y otra asignatura pendiente es la incorporación de la mujer al campo...

Se han dado tímidos avances pero es cierto que, en el siglo XXI, por desgracia, siguen siendo minoritario -por no decir residual- ver a mujeres al frente de explotaciones agrarias. Hay que hacer también autocrítica y valorar por qué la sociedad rural siempre ha enfocado más la agricultura y ganadería hacia los hijos que hacia las hijas. Igual es que ellas son más listas que nosotros [risas], pero es evidente que, si estoy fuera un gran negocio, sería más fácil esa incorporación.

-En base a este escenario dibujado, ¿qué futuro atisba al campo soriano?

Creo que seguiremos en nuestra agonía, en nuestra muerte lenta, porque lamentablemente es así. La renta del agricultor y del ganadero ha ido cayendo año tras año y todos vemos que cada vez somos menos. Para conseguir una viabilidad la explotación cada vez tiene que ser más grande y eso provoca una 'lucha' por conseguir tierra para trabajarla. Veo un futuro complicado con explotaciones más grandes que, esperemos, sigan dentro de lo que es agricultura familiar y tradicional que siempre hemos defendido desde COAG.

-¿Algún sector podría desaparecer?

No lo sé, pero es cierto que el ovino en extensivo está pasando una gran  crisis. Antes no había pueblo sin ovejas y ahora llama la atención cuando te encuentras un rebaño. No digo que esté al borde de la desaparición, pero está pasando una crisis muy grave y no veo una solución a corto plazo.