Tres de los 21 pueblos sorianos analizados durante el pasado mes de julio por la Asociación Hacendera y Greepeace tienen las aguas con niveles de nitratos por encima de lo permitido. En total esta campaña ciudadana de vigilancia de la contaminación de las aguas se realizaron 61 muestreos. Además, los niveles también son preocupantes en otras ocho fuentes públicas, cuatro arroyos y 21 pozos o manantiales. Según ambas entidades, las mediciones hechas arrojan que el 20% del agua de boca, el 50% de las fuentes, el 40% de los ríos y el 58% de las aguas subterráneas estarían corrompidas por nitratos.

Como estos datos no son oficiales, la Asociación Hacendera lo ha notificado a los ayuntamientos presuntamente afectados, al igual que al Servicio Territorial de Sanidad, al Servicio de Medio Ambiente, a la Confederación Hidrográfica del Duero/Ebro y a la Diputación de Soria, solicitando que corroboren estos datos y, de ser ciertos, que tomen medidas urgentes. Entre ellas se pide: avisar a los vecinos, abastecer de agua potable, incluir municipios en "Zonas vulnerables por contaminación por nitratos", tenerlo en cuenta a la hora de dar permisos a la instalación de ganadería industrial; pero sobre a todo tomar acciones para que lo que origina la contaminación por nitratos del agua en nuestros pueblos sorianos cese de una vez por todas.

La campaña ciudadana de vigilancia de las aguas tiene como objetivos informar a la sociedad de este problema de la contaminación por nitratos, ayudar a vecinos y ayuntamientos a exigir agua de buena calidad, con controles y máxima rigurosidad, y por último, empoderar a la gente para que exijan que paren los responsables y las fuentes de esta contaminación. En realidad como ciudadanos tenemos un poder enorme a la hora de frenar a los que contaminan el agua con nitratos. Las mediciones se van a repetir y se van a ampliar muestreos a aquellas zonas donde haya interés de la ciudadanía por saber si beben agua contaminada por nitratos.

Los nitratos son nutrientes que se encuentran naturalmente en el medio ambiente. No tienen color ni sabor y se encuentran en los suelos así como disueltos en el agua, sin embargo, su toxicidad viene determinada por su conversión a nitrito. El exceso de nitratos en el agua genera una serie de problemas para la salud humana. Son especialmente vulnerables los bebés, embarazadas y personas con determinados problemas de estómago o en la sangre. También causa eutrofización y destrucción de ecosistemas acuáticos (ríos, lagunas, marinos), contaminación de las aguas subterráneas (vitales para el abastecimiento de la población) que una vez estropeadas es prácticamente imposible recuperarlas.

La normativa española al igual que la Organización Mundial de la Salud (OMS), según destacan Hacendera y Greepeace en una nota de prensa, establecen la concentración máxima permitida de nitratos (NO3-) en las aguas de consumo humano en 50 mg/L y de nitritos (NO2-) en 0,5 mg/L. Bruselas estima que todos los costes causados por culpa de las aportaciones excesivas de nitratos en Europa rondan una horquilla escalofriante: entre 70.000 y 320.000 millones de euros anuales (ec.europa.eu). Esta cifra es, con diferencia, muchísimo más elevada que el coste de corregir este problema en su origen y, como siempre, no paga quien contamina, sino que socializamos el coste, paga toda la sociedad. No es de extrañar que la Comisión Europea, en diciembre de 2021, considerara que los esfuerzos que han realizado las autoridades españolas han sido insatisfactorios e insuficientes y decidiera llevar a España ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea por la deficiente aplicación de la Directiva sobre nitratos. Por tanto, se trata de un problema sanitario y medioambiental, pero también son un verdadero desastre económico y social. Y es que sin agua no hay pueblo y el agua limpia es un derecho.

La Comisión Europea dicta que la presencia de nitratos en el agua puede tener principalmente dos orígenes: uno, por el lavado de suelos ricos en nitratos como consecuencia de prácticas agrícolas (muy difícil de eliminar) y dos, como consecuencia de la contaminación producida por el vertido de excrementos de animales (ganadería), el uso excesivo de fertilizantes sintéticos en agricultura y el vertido de agua residuales urbanas.