La Navidad desde Garagüeta

A.P.L.
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La sección 'Un día, un pueblo' se acerca a Arévalo de la Sierra, donde está autorizada la poda de 9.500 kilos de ramilla ornamental y El Acebarillo empieza a elaborar los primeros centros navideños

La Navidad desde Garagüeta - Foto: E.G.M

Es el pueblo del Acebal de Garagüeta, el gran tesoro natural que los vecinos han cuidado y respetado durante generaciones. La despoblación ha hecho mella, aunque en estas fechas los vecinos, hijos del pueblo lo llenan, pero también los turistas que quieren ver de cerca las 400 hectáreas de la popular planta navideña.

La primera parada es el bar, donde Esmeralda Labajo nos prepara un cafecito para entrar en calor. Es de Valladolid pero llegó desde Salamanca con Alfonso, su anterior pareja (falleció tristemente hace tres años), cuando les surgió la oportunidad hace ocho años. «Vimos el anuncio en internet y cuando lo visitamos nos gustó y nos quedamos. Nos sorprendió mucho el lugar y nos acogieron muy bien», agradece. Abre a diario y las primeras en llegar son las mujeres para jugar a la brisca, después van llegando los hombres a tomar algo tras el trabajo. «Ya puede llover o nevar que aquí vienen todos los días», dice Esme. Los fines de semana, además, ofrecen almuerzos y comidas por encargo, siendo la especialidad los garbanzos con langostinos, el pollo guisado y el flan de huevo casero. Diciembre es un mes «fuerte», porque se juntan los vecinos y numerosos turistas se acercan a acebal. Esta vecina vive con su familia (su hija de 17 años es la más joven del pueblo) en una casita de piedra de propiedad municipal (en alquiler), que es su lugar preferido por las vistas al acebal y al paisaje hasta Segoviela.

Adolfo Cacho, otro de los vecinos y gran conocedor de la historia de Arévalo, dice que son pocos y bromea: «Algunos días te levantas con ganas de discutir y te tienes que ir a Almarza». Al tiempo, nos enseña en el móvil una foto del arevalense Ricardo Gómez en el Mundial de Fútbol de Qatar, quien «ha publicitado Soria». Él nació allí en una casita de piedra con un espectacular acebo en la entrada (se fotografía orgulloso junto a él). De joven ayudaba a su padre en las labores del campo, porque todas las familias tenían una pequeña finca y un par de vacas, aunque después se trasladó para trabajar en Guipúzcoa, Logroño y Soria de cartero. Cuando sus padres se hicieron mayores volvió para cuidarles y después, con la pandemia, se instaló de continuo. Es «muy viajero» y tiene muy buen recuerdo de Croacia, Costa Rica, Praga, Portugal, Asturias y, sobre todo, Galicia y el Camino de Santiago.

Adolfo recuerda la escuela a la que fue hasta los 14 años (con 24 niños y 18 niñas), las casas de los maestros (donde ahora está el bar), el frontón con la inscripción de 1921 en la piedra... «Aquí siempre ha habido bar», ha sido una prioridad en el pueblo. Antes funcionaba La Cope (cooperativa de consumo creada en 1968)», que llevaron Emelio y otras familias y en la que se vendía de todo (chorizo, vino en cubas...) y estaba el único teléfono. «Y no había nadie que no supiera leer», destaca rememorando que su abuelo tenía mejor letra que la suya.

Le encanta pasear por el acebal, «cuanta más nieve hay más me gusta» y «a partir de ahora es difícil subir y no encontrarte con alguien». Recuerda que antes los acebos no tenían zarzas, había cabras y muchas palomas, los chavales subían a por leña....  y ahora es un recurso económico y turístico. En agosto de 1959 se quemó y con los años «comprobamos cómo la naturaleza se regenera y resurge de sus cenizas porque ahora hay más acebo y más espeso». Quiere escribir un libro, pero dice que la cabeza le va más rápido que la mano y preferiría hacerlo al dictado. Nos habla de las dos tainas que quedan y comenta que en el pueblo hubo danzas del paloteo y que su abuelo fue el último que las dirigió. 

vuelve la tradición del arca9.500 KILOS DE ACEBO ESTE AÑO

Los vecinos nos van contando que las fiestas patronales son las de la Exaltación de la Cruz el último fin de semana de agosto y Santa Ana se celebra el 26 de julio (antes era en noviembre, cuando se trajo la imagen de Castellanos). El alcalde, Miguel Ángel Arancón, avanza que como Arévalo y Torrearévalo comparten arca centenaria (con documentos del juicio por la propiedad del acebal y de los aprovechamientos que está en el Archivo Histórico Provincial), se quiere recuperar el acto del intercambio en agosto.

Miguel también ha vivido siempre en el pueblo, dedicado a la agricultura y la ganadería, como lo hicieron sus padres (Eugenio y Victoria) y como otra docena de vecinos en la actualidad. En Arévalo, Torrearévalo y Ventosa, los pueblos que conforman el municipio, hay empadronados 76 vecinos (33 en el primero). Ha estado siempre implicado en la actividad municipal (dos etapas como alcalde) y en estos años han pavimentado, cambiado redes, realizado sondeos de agua en el pozo e instalado placas solares, los locales de Torre y Ventosa, arreglo de vivienda municipal... Su principal reivindicación: la fibra óptica; pero también una mejor atención médica para los vecinos. 

Miguel nos avanza que este año se ha aprobado el aprovechamiento de 9.500 kilos de acebo de Garagüeta y que ya se está podando en la parte más alta. El Ayuntamiento lo vende a mayoristas y empresas y secan unos 10.000 euros para invertir «en lo que el pueblo necesita». «El aprovechamiento es necesario en el monte y se ha podido mantener así de generación en generación», sostiene haciendo referencia a las técnicas de la estaquilla, semilla y en vivero y recordando los estudios realizados de Garagüeta, los talleres de empleo, las señalización de rutas... La ordenación del aprovechamiento con podas controladas y la declaración de espacio natural fueron tareas complicadas (los ecologistas se oponían) hace ya 25 años, pero finalmente se logró la conformidad. Miguel está satisfecho porque el turismo «mueve y da vida».

Miguel ha acudido al bar con la auxiliar del ayuntamiento,Mª Luz Segador, que trabaja allí desde 2008 y vive en Segoviela (está «encantada» del trato con la gente y de todo en general); y con Raquel Hernando, la nueva secretaria desde hace 15 días («el primer contacto ha sido positivo», comenta). Continuamos el recorrido por la zona de la fragua, el manantial y el potro. Antonino Jiménez y Ángela García Laseca destacan la «tranquilidad» de vivir en el pueblo («la ciudad no es para nosotros») y recuerda cuando había 40 casas abiertas. Por el pueblo pasea Martín García, que vuelve a temporadas desde Santurce una vez jubilado y nos cuenta que su hija se está haciendo una casa. Mucha gente emigró al norte, pero también a Barcelona. 

Yconocemos a Sara Juana Cacho, que emigró a los 22 años al País Vasco, «cuando ya no quedaba ni el apuntador, era la única chica que quedaba». Con la pandemia regresó pero va a ser abuela en enero y tendrá que volver. Le gusta pasear por «todo» el campo. 

En Arévalo funciona la Asociación Cultural Garagüeta, que da mucha vida al pueblo en verano con todo tipo de actividades.En esa época, la población es diez veces más, al pasar de 30 a 250 vecinos, «con todas las casas abiertas». Al tiempo llega el camión de los congelados, desde Oyón (Álava) y vemos a Isabel Ribas y Félix Fernández, de Alcázar de San Juan, que han vuelto a visitar Garagüeta y a comprar acebo porque el año pasado les pilló la nevada. Estos amantes de la naturaleza supieron del acebal por los reportajes en televisión y quisieron acercarse a verlo.

Con Miguel y Adolfo contemplamos las calles, casas y la iglesia y nos acercamos a la ermita del Cristo, con la sierra del Alba de fondo. La procesión y vela, muy concurridas, se mantiene el 14 de septiembre. En los alrededores también se localiza la poza del río Rulaque y, comentan, hay dos casas rurales, una en Arévalo y otra en Torrearévalo, nuestra próxima parada.

20 años de el acebarilloEN PLENA CAMPAÑA NAVIDEÑA

En Torre nos acercamos a la empresa local El Acebarillo, que cumple ya 20 años desde que un grupo de mujeres decidiera dar salida a los aprovechamientos y la evolución va poco a poco pero es muy positiva. Allí están trabajando Cristina Martínez, la gerente, junto a Marcelino, Sagrario y Raquel, además del «fichaje estrella» de la temporada, la florista Gloria Cid. Acaban de empezar y van a tope porque el camión recogerá los centros a las 13.30 horas. En total hay 20 empleos entre todas las actividades (rutas desde la casa del parque que gestionan, talleres por toda la provincia, venta y logística, podas, elaboración de centros con ramillas...) y se espera buen resultado, ya que el año pasado la nieve llegó en el peor momento. Estos días los veremos «en todos los medios de comunicación».

Ya han hecho los primeros envíos a Madrid, porque este acebo «llega a todos los puntos de España», y el fin de semana abre el punto de venta de la plaza de Herradores. También pueden comprarse los centros ornamentales en la propia empresa en Torre y calculan que venderán unos 2.000 artículos tanto on line como (necesitan mejor cobertura) en puntos físicos. Los talleres y las rutas están a tope. Cristina nos habla con cariño de su pueblo, en el que estos meses hay ocho casas abiertas (en verano todas), ella y su hermano fueron los últimos alumnos del colegio. Como atractivo, la Fuentona.