Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


Perder por incomparecencia

26/07/2022

En ocasiones, los partidos se pierden por la incomparecencia de uno de los equipos, o del jugador, al terreno de juego y se da por vencedor a quien si se presentó a disputar el encuentro. A veces ocurre también que el equipo se elabora a última hora. En la vida política reciente hemos tenido un ejemplo de esto último en la formación de la candidatura Por Andalucía, con Podemos llegando con el control cerrado por las disputas internas en ese espacio político. La consecuencia, directa o no, fueron unos resultados electorales nefastos.

De lo primero, de la incomparecencia, comienzan a escucharse noticias acerca de que la iniciativa ciudadana de la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, Sumar, no va a estar lista para competir en las elecciones autonómicas y municipales Mal comienzo, aunque luego, por la presión de una parte de la ciudadanía que había puesto sus esperanzas en su proyecto, acabe presentándose. Yolanda Díaz debe saber que lo mejor es enemigo de lo bueno, que tener armado el proyecto de principio a fin con sus aportaciones novedosas sobre la forma de ver la vida política, y que sea la sociedad civil la que dirija su rumbo, va en contra de la perentoriedad, del ritmo que marca el calendario electoral y que antes o después tendrá que medir a Sumar en la urnas, porque los partidos o los movimientos sociopolíticos, de los que ya ha habido suficientes muestras en el escenario político, solo tienen un medio de cambiar la vida de los ciudadanos para los que trabajan, que es ganando elecciones o cuotas de poder que les permita llevar a cabo su deseo de transformación social.

Muchos ciudadanos se habrán llevado un jarro de agua fría al escuchar las precauciones de la ministra de Trabajo, sobre el futuro de una fórmula que era superadora de los partidos políticos de izquierda y que tenía por objeto que muchos de los ciudadanos que pasaron de la indignación al desencanto –una vez más- y que fueron abandonando a Podemos, las mareas, a Unidas Podemos, volvieran a las urnas en un momento en el que se percibe un cambio de ciclo político, y que la izquierda no podrá repetir gobiernos si cada una de sus dos patas, el PSOE y el espacio a su izquierda, no movilizan a todo su electorado y suman lo suficiente como para afrontar la presumible coalición PP-Vox. Si la izquierda se presenta a las elecciones locales y regionales desunidas, en un reino de taifas, la derrota está garantizada como le ocurrió al PP hace cuatro años cuando tuvo que competir con Ciudadanos y Vox. Si la política es también un estado de ánimo, el de la izquierda se encuentra bajo mínimos tras la reflexión de Díaz, y un nuevo fiasco hundiría sus expectativas electorales.

Que el frenazo de Yolanda Díaz está motivado por las discrepancias con Podemos está fuera de toda duda. Pablo Iglesias la nombró sucesora con ánimo de teledirigirla, pero la ministra de Trabajo ha demostrado tener ideas propias y ha constatado el declive de la marca morada perdida entre luchas internas y purgas que no quiere reproducir en Sumar. La vicepresidenta segunda procede del PCE -Podemos ha purgado a sus dos principales dirigentes- y sabe que este partido realizó una apuesta estratégica por ensanchar su base con la creación de Izquierda Unida. Sumar quiere ir un paso más allá pero no puede ser solo un espacio de debate porque en política hay que bajar de las musas al teatro.