Suenan albadas en el museo de Morón

Nuria Zaragoza
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El departamento de Cultura de la Diputación trabaja a destajo para inaugurar el 23 una muestra única a nivel nacional de vestidos de boda

Suenan albadas en el museo de Morón - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez.

Era «el único día en el que la mujer era la protagonista indiscutible». Y era «el único minuto en el que ella tenía ‘libertad’ en el mundo popular». Libertad para decir sí o no, aunque su decisión siempre venía «condicionada». 

Ese día, «ella era el centro de todas las miradas». Cambiaba de estatus social y dejaba de ser desposada. Y ese día, se ataviaba con las mejoras galas que había en la casa familiar. E incluso pedía algunas piezas prestadas a otras casas del pueblo para llegar digna ante el altar. Y aunque las prendas «se reutilizaban después», porque la economía no permitía disponer de un traje específico para la boda, ese día tenían su propia «compostura». E importaba lo que llevaba pero, también, cómo lo llevaba. El orden de las prendas, el color, las telas, las joyas, el peinado... Todo tenía su sentido. Todo tenía su simbología. Era parte de la ceremonia nupcial. Parte de ritual...

Las novias gallegas, por ejemplo, portaban la cofia o touca, una especie de bolsa de batista de lino o algodón originaria del XVIII, con la que guardaban el pelo trenzado. También la custodia, una especie de círculo en la cabeza donde «llevaban a Dios». El conjunto de Lagartera (Toledo), probablemente el traje popular compuesto por mayor número de piezas, exigía más de dos horas de preparación y algunas piezas, de hecho, iban cosidas. Y el enjoyadísimo y antiguo traje de vistas de La Alberca (Salamanca),  iba cargado de elementos simbólicos y protectores, no sólo en su rica joyería, también en la ropa y en su disposición.

Generación tras generación, esas tradiciones de casamiento (que algunas encuentran sus raíces en el siglo XVI) se fueron acomodando en los trajes populares de cada pueblo, de cada comarca. Y lograron perdurar en el tiempo, convirtiéndose en patrimonio salvaguardado, en historia custodiada sobre materia textil.   

Buena parte de ese rico legado se podrá ver a partir del próximo sábado, día 23, en el Museo del Traje de Morón de Almazán, en Soria. Bajo el título de ‘A la Gala de la Buena Novia’, el departamento de Cultura de la Diputación ha diseñado con especial mimo la que será una muestra única a nivel nacional de trajes de novia. Una mirada retrospectiva sobre la indumentaria nupcial femenina a través de medio centenar de trajes. De los trajes tradicionales de 1.800 hasta los vestidos de novia más modernos (de 2013). Dos siglos de historia textil donde todas las piezas en exposición tienen un denominador común:«En todas ha quedado fosilizado algún elemento de casamiento», explica la responsable de Cultura de la Diputación, Yolanda Martínez, apoyada por el técnico del departamento, el etnógrafo Enrique Borobio. 

«El museo no pretende que sea una muestra de trajes uno detrás de otro sin más, sino que tengan un discurso museográfico y, también, que quede algo y que de, alguna manera, sea una experiencia. Que la gente, cuando venga a visitar el museo, se emocione al conocer la historia de cada traje, igual que nos hemos emocionado nosotros cada vez que ha llegado cada uno de los trajes y nos abren las maletas, las cajas… y lo descubrimos», explica Martínez, quien no puede esconder la emoción que le supone rememorar «cuánto esfuerzo, cuánto cariño, cuánta historia… tiene cada uno de estos trajes e, incluso, cada una de las piezas». Porque, cabe apuntar, algunos de los que se podrán ver están integrados por diversas piezas originales que han cedido diferentes vecinos del pueblo para la ocasión, al objeto de que sea lo más fiel a la realidad popular (como, por ejemplo, el traje de Consuegra). 

recorrido. La muestra ocupará todo el Palacio de los Hurtado de Mendoza de Morón y se dividirá en tres bloques. En la planta baja, «el ajuar de la novia, desde el punto de vista más personal. Va a venir una cama de Lagartera toda bordada, con las sábanas, la colcha... Porque preparar la alcoba de novios tiene un ritual en muchas ocasiones excepcional en el mundo popular», apunta Martínez. En la planta primera se mostrarán piezas de «la moda urbana, desde 1840 hasta 2013, cuando se generalizó la utilización de un traje específico para el día de la boda, perfectamente identificable. Yen la segunda, los trajes más tradicionales «que tienen algo específico para el casamiento». «A partir del XIX la novia popular se viste con vestido negro, falda o saya o basquiña (según zona) y jubón con la mantilla. Pero hay sitios donde han conservado algo diferente». Y eso es lo que se podrá ver en el museo soriano. Martínez insta a visitar la muestra «con tiempo», para poder disfrutar de las explicaciones y conocer el ‘secreto’ que esconde cada pieza.