La despoblación merma la salud mental de la España Vaciada

EFE
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El envejecimiento y el aislamiento de los habitantes de los pueblos elevan la tasa de trastornos psicológicos en muchos municipios, donde preocupa el alza de suicidios en la última década

Las localidades con menos de 10.000 residentes son las zonas más castigadas por la falta de servicios. - Foto: EFE

Las aldeas y pueblos de la llamada España Vacía, e incluso muchas poblaciones de hasta 10.000 habitantes, sufren una elevada incidencia de enfermedades mentales derivada del envejecimiento y la despoblación, algo que incrementa la incidencia del suicidio. Por ello, los especialistas en salud mental coinciden en señalar que, en zonas rurales con dispersión de población, al aislamiento y al envejecimiento se suman el mal acceso a los servicios de salud y la alta tasa de las enfermedades psicológicas.

Por otro lado, según estimaciones realizadas a partir de datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), los municipios de 10.000 o menos habitantes, que reúnen al 20 por ciento de los españoles, se enfrentaron en los últimos 10 años a una frecuencia del suicidio cinco puntos por encima de la que les correspondería por población. Es decir, concentraron el 25 por ciento de estos episodios, cuando deberían registrar solo el 20 por ciento. 

Aunque esta tendencia se viene reduciendo en los últimos años, los datos confirman que los municipios de mediano y pequeño tamaño sufren este problema más de lo que cabría esperar en razón de su porcentaje de población.

Los expertos apuntan a que muchas de estas zonas de mediano tamaño están ubicadas en áreas de Asturias, Galicia o Andalucía que sufrieron la pérdida de sus habitantes como consecuencia de la emigración, y a ellos se suman pequeñas poblaciones del mundo rural de la llamada España Vacía, que incluye también provincias de Aragón o Castilla y León.

En referencia directa a Asturias, Julio Bobes, catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Oviedo y Jefe de Servicio del Área Sanitaria de Oviedo, señala el efecto sobre la mala salud mental y el riesgo de suicidio que provoca la convergencia entre la despoblación y la biología: la emigración es la causa de que se hayan marchado «los más jóvenes y competentes». El resultado es una población envejecida y con mayor prevalencia de enfermedades psicológicas, explica, antes de recordar que el mundo rural está más aislado, y para las personas de mayor edad es difícil romper esa situación a través de medios como internet, porque no son usuarios hábiles de las tecnologías digitales.

Daniel Jesús López Vega, psicólogo coordinador de la Asociación de Profesionales en Prevención y Postvención del Suicidio Papageno, explica por su parte que un estudio llevado a cabo por su equipo con datos del INE permite dibujar «un pequeño mapa provincial» del suicidio, y conocer así más sobre él. «Se observa que hay varias zonas de alta tasa de estos episodios que coinciden con las tradicionalmente de riesgo en Andalucía, Asturias, Galicia y Castilla-León. Es curioso que el mapa tenga ciertas coincidencias con el de la disminución de la población tras la crisis económica. Ambos problemas pueden tener causas comunes», explica.

Consumo de psicofármacos

Por otro lado, un informe del Ministerio de Sanidad señala que la toma antidepresivos, ansiolíticos o hipnóticos y sedantes es mayor cuanto menor es el tamaño del municipio. Este consumo se incrementa también con la edad y, según datos del padrón del INE, a medida que se reduce el tamaño de la zona crece el porcentaje de personas de entre 65 y más años, que es superior a la media a partir de los 5.000 habitantes, y alcanza al 40 por ciento en las aldeas de menos de 100 personas.