César Millán

César Millán


Falta de espíritu crítico

18/03/2023

Decía mi abuelo que la política transformaba a los hombres, que todos aquellos que la ejercían, en mayor o menor medida, le resultaban unos completos desconocidos en un breve espacio de tiempo. Nunca he estado metido en política más allá de una pegada de carteles y representar a la administración en varias jornadas electorales, así que no conozco los entresijos de la política salvo los que ofrecen los medios de comunicación. Y aunque seguro que mi abuelo tenía razón, no sabría señalar a nadie que cumpliese aquella repetida premisa, más bien todo lo contrario. Eso sí, me cuesta reconocer a un político (que para mí son aquellos que ejercen como primera actividad, o al menos la más destacada, la política local, nacional o autonómica, o incluso todas a la vez) que sea capaz de tener un espíritu crítico con aquellos que representan las siglas de su propio partido. Aunque existen, algunos que más que mostrar disconformidad o distinto punto de vista, optan por la vía de cambiar de partido y aceptar buena parte de las ideas del otro.
No dudo que dentro de cada partido existan distintas opiniones sobre cada uno de los temas que nos puedan preocupar a los ciudadanos, que incluso existan debates internos que cuestionen algunas toma de decisiones. Pero desde fuera parece que se sigue siempre la línea que se señala desde arriba, que impera el camino argumental que en cada espacio muestran los cabezas de lista o a quienes ellos representan.
Desde mi punto de vista han faltado siempre reproches a los gobiernos de Valladolid y Madrid desde el mismo partido que gobierna en una u otra ciudad. Que hoy en día desde el Ayuntamiento de Soria se muestre disconformidad o incluso enfado con cierta laxitud a la hora de aplicar ciertas leyes o normas desde el Gobierno de la nación que atañen, y mucho, a nuestra provincia. Y que desde el partido de la oposición se haga otro tanto cuando se menosprecia desde el gobierno de Castilla y León el estado en que se encuentra Soria en favor de esa igualdad que, a nuestro pesar, solo existe cuando conviene a otras provincias.
Por no hablar de la oposición, negación y ataque ante todas las medidas que ejerce el partido político rival por sistema. El no posicionarse nunca, pero nunca, junto al partido del gobierno, lo mismo da la administración que sea, cuando hay una decisión que a todas luces es la correcta. Siempre hay pegas y reproches, frases ocurrentes que parecen salidas de un manual preestablecido.
¡Ojo! No digo que se tenga que cambiar de opinión, me imagino que afiliarse y seguir a un partido político implica un ideario concreto, pero si de una coherencia que parece no existe en nuestro país. Una coherencia que, por desgracia, se ha exportado al resto de la sociedad y nos hemos dividido en bandos, hasta tal punto que parece que tampoco sabemos, los ciudadanos, distinguir lo que es o no correcto, salvo que así lo indique el partido político con el que simpatizamos. Solo queremos escuchar a los que opinen como nosotros; leemos, escuchamos y vemos aquellos espacios en los que se dice lo que queremos oír.