#OPINIÓN Una macrogranja contra la despoblación

Alejandro Córdoba Largo
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El consultor, investigador y docente, natural de Trévago, Alejandro Córdoba, analiza el impacto del proyecto de la macrovaquería de Noviercas

#OPINIÓN Una macrogranja contra la despoblación - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez Eugenio Gutiérrez Mart

En un pueblo soriano de apenas 154 habitantes está proyectada una granja para 23.520 vacas, lo que haría que fuera la mayor de Europa.

Por fin el tren del progreso se detiene en Soria y crea 150 puestos de trabajo, dicen los defensores del proyecto. Otras personas dudan si se trata de una oportunidad o de una amenaza, conscientes de que muchas veces el progreso es ambiguo, tiene sus limitaciones y está cargado de contradicciones.

El proyecto va a tener repercusiones económicas, medioambientales y sociales que obligan a analizar sus ventajas e inconvenientes, antes de optar por un posicionamiento precipitado.

Desde un punto de vista económico la creación de 150 puestos de trabajo es una ventaja importante. ¿Cómo renunciar al impacto directo e indirecto que ese hecho va a producir? ¿Cuándo se volverá a presentar una oportunidad similar? Una provincia que se ha ido despoblando durante décadas ¿va a dejar pasar de largo otro tren que viene cargado de actividad? ¿Nos reprocharan nuestros descendientes, en el futuro, haber renunciado a una importante oportunidad de progreso?

Ciertamente se trata de un gran proyecto. Pero ¿está claro que es una oportunidad? ¿Puede ser una oportunidad envenenada que se convertirá en amenaza?

La creación de 150 puestos de trabajo es, ciertamente, una ventaja importante y contribuiría a frenar la despoblación de una de las zonas de Europa con menor densidad de población. Pero veamos inconvenientes:

Impacto económico. Si ya ahora España produce más leche que la que consume el sobreexcedente que va a resultar con esta granja ¿no disminuirá el precio de la leche y hará inviable la rentabilidad de las pequeñas explotaciones? ¿Cuántos puestos de trabajo va a destruir porque va a arruinar a pequeñas explotaciones que no van a poder competir con esa granja?

Impacto medioambiental. El consumo de agua de esta granja va a ser superior al de la ciudad de Soria, y los excrementos producidos equivalentes a los que genera una ciudad como Madrid.

La experiencia de EEUU, que es donde este tipo de grandes explotaciones está más extendido, pone de manifiesto que la salud pública, el agua potable y los cauces de los ríos resultan gravemente afectados.

Como muestra del impacto medioambiental debemos tomar como referente lo que está ocurriendo en la granja que los impulsores de este proyecto tienen en Navarra, donde acumula 19 expedientes sancionadores. Si allí, con 4.800 vacas, no puede cumplir con la normativa ¿va a poder hacerlo en una granja de 23.520?

A este análisis del impacto medioambiental hay que incorporar el dato de que, en medio de una creciente sensibilidad por el cambio climático, España tiene un expediente sancionador por incumplimiento de la directiva europea sobre nitratos. Parece razonable pensar que el Ministerio por la Transición Ecológica debería analizar con lupa los riesgos que entraña una macrogranja. Porque si somos Europa debemos actuar con los mismos criterios medioambientales que Europa.

Impacto social. Hay muchas personas residentes en Soria, y otras que se sienten vinculadas a la provincia, que quieren a su tierra y que se preocupan por su futuro. Sería bueno ayudarles a discernir si realmente se trata de una oportunidad o de una amenaza.

Por lo dicho anteriormente yo veo más inconvenientes que ventajas en este proyecto. Pero entiendo la preocupación de quienes dicen que no podemos dejar pasar otro tren de desarrollo y me veo obligado a no conformarme con pronunciar un simple “no” a la macrogranja.

Durante varias décadas Soria estuvo paralizada por múltiples factores, como el abandono institucional, la resistencia de grupos de poder caciquiles y el pesimismo de sus gentes. Yo mismo me siento víctima y verdugo de ese pesimismo. Víctima de mis padres y su generación que me decían “estudia y vete fuera porque aquí no hay futuro”. Y verdugo, porque me fui y ya no volví, sino en vacaciones.

Entiendo que el debate social existente no se puede zanjar con un simple “no”, sino que hay que dar alternativas.

Afortunadamente creo que quienes dicen “no” a esa macrogranja pueden, en la actualidad, presentar alternativas constructivas.

En 1983 yo escribí el libro “La despoblación en Soria: sus causas y efectos”, que pasó desapercibido, porque en aquel momento ese tema no interesaba. Pero hoy soplan vientos de cambio positivos, que permiten ver el futuro de nuestra tierra con ojos de esperanza. Déjame explicarte esa esperanza mía que creo que no es soñadora sino realista.

El mundo rural, que durante décadas ha estado abandonado, hoy es visto más como una oportunidad que como un problema. No porque haya mala conciencia de que antes se le haya abandonado sino porque se ven en él respuestas a demandas económicas, medioambientales y sociales importantes del mundo actual.

Pensando en alternativas hay que hablar de los agricultores y ganaderos. Con frecuencia se asocian a ellos los problemas y soluciones del medio rural. Es cierto que tienen un peso muy importante, pero sus actividades no se pueden considerar las únicas alternativas. Porque el desarrollo rural depende, en gran medida, de que las economías locales sean capaces de diversificarse hacia sectores diferentes del agrario.

¿Cómo puede ser esa diversificación?. Si analizamos las experiencias de éxito de economías rurales que han logrado evitar o mitigar la despoblación, vemos que son aquellas que han sido capaces de ir más allá de la agricultura. Apostando por una “especialización inteligente” de los principales sectores socioeconómicos, así como de otros sectores emergentes. La producción ecológica; biotecnología; conservas naturales; sellos de calidad con denominaciones de origen reconocidas en la cadena de consumo; turismo de naturaleza; geriatría como nicho de mercado con mucho futuro; vida saludable; segundas residencias; medio ambiente. Además la digitalización, el teletrabajo y las múltiples aplicaciones de la tecnología, ofrecen grandes oportunidades para revalorizar la vida rural.

Todas esas propuestas de diversificación deben estar sustentadas por unos buenos servicios de asesoramiento técnico, formativo y económico; y pueden llegar a estarlo.

Como prueba de que eso es posible podemos comprobar que ya hay ejemplos de lanzaderas de emprendedores, dedicadas a la detección de nuevos nichos de oportunidades empresariales. Algunas han puesto el foco en el mundo rural, fomentando la diversificación de su economía, el autoempleo, y el aprovechamiento de los recursos endógenos.

El eje dinamizador de esas propuestas es que impulsar y apoyar a Pymes involucradas en ellas es mucho mejor que la implantación de macrogranjas.

En este debate social por el futuro de Soria entiendo a los defensores del proyecto de la macrogranja, cuando plantean que las alternativas como las que yo he expuesto son de futuro mientras que su proyecto puede ser una realidad en breve. Entiendo que planteen que puede ser tarde para pensar en otras alternativas, cuando ya casi no quedan gentes en nuestros pueblos.

A quien sostiene que ya no quedan gentes para impulsar esos proyectos alternativos les digo que sí que puede haber gentes. Porque si antes fuimos muchos los que salimos de nuestra tierra hoy hay migrantes dispuestos a volver. Inmigrantes nacionales o extranjeros, como fuente de revitalización demográfica. Esa llegada puede y debe facilitarse, en la medida de lo posible.

Llegarán ayudas que habrá que saber aprovecharlas. Hoy, tanto desde el gobierno de Europa como desde el español, se habla del mundo rural y su desarrollo. Yo creo que más allá de la demagogia política llegarán medidas encaminadas a aplicar ayudas, bonificaciones y deducciones fiscales para actividades profesionales y empresariales en zonas de prioridad demográfica. Ventajas como las que ya existen en Canarias, Ceuta o Melilla.

Entiendo, también, el escepticismo de quienes quieren “pájaro en mano” (como es la macrogranja) y dudan sobre cómo y quien puede impulsar otras alternativas aun no concretadas.

Mi respuesta es que hay que hablar de soluciones políticas. Estoy de acuerdo en que los políticos están desprestigiados. Pero peor que una mala política es la ausencia de política. La política es necesaria para la gestión de los asuntos públicos y la regulación de los privados. A los políticos sorianos hay que pedirles y exigirles que apoyen iniciativas que contribuyan a la reactivación del medio rural. Pedirles que sean una parte de la solución y no un añadido más al problema. Exigirles simplificación administrativa y burocrática, para erradicar los frenos al desarrollo de proyectos. Yo veo más inconvenientes que ventajas en la existencia de partidos nacionalistas y localistas. Pero si PSOE y PP no se ponen las pilas y no apuestan por un desarrollo auténtico y sostenible para Soria no habrá más remedio que crear alternativas políticas localistas, como la que ya existe en Teruel.

Quiero remitirme, como conclusión, a un proverbio indio que dice que “la tierra de la que disfrutamos no es una herencia de nuestros padres sino un préstamo de nuestros hijos”. La diferencia entre una interpretación y otra es abismal. Porque si lo consideramos como una herencia asumimos que no van a pedirnos cuentas y que lo podemos despilfarrar. Pero si lo interpretamos como un préstamo sabemos que lo debemos devolver, y hacerlo en mejores condiciones que como lo recibimos.

A ese préstamo es a lo que hace referencia el concepto de Desarrollo Sostenible, que cada vez tiene un apoyo social y político mayor, en cualquier rincón de la Europa a la que pertenecemos. Ese es el tren del presente y del futuro que no debemos perder en Soria. La macrogranja de Noviercas no va en ese tren de desarrollo sostenible sino en uno que arrastra amenazas importantes que es mejor evitar.