Iván Juarez

CARTA DEL DIRECTOR

Iván Juarez


El voto del señor Cayo 2.0

29/01/2022

La España despoblada, la que exponencialmente menos votos aporta al sistema, es sin embargo la más presente en el debate político. Formaciones como Teruel Existe o Soria ¡Ya!, otrora plataformas ciudadanas, atesoran el mérito de haber llevado la problemática de buena parte de la Iberia desierta a los foros públicos. El tiempo dirá si con más o menos éxito. Un efecto llamada que se ha extendido hacia otras zonas que no sufren en la misma medida el déficit poblacional pero que quieren pescar en río revuelto. A su vez, estas formaciones con implantación en las calles del territorio, a base de cortar carreteras y enarbolar pancartas, han provocado que los medios de buena parte del país vuelvan la mirada hacía esos territorios alejados de los estamentos donde se toman las decisiones que comprometen su destino. De convertirse en un género literario y periodístico (no es la primera vez que hablo de la fascinación que desprende un mundo en ruinas) ha pasado a ser el pilar de los programas electorales de los grandes partidos, véase PSOE, sus socios y PP, que han descubierto qué es un pueblo y la vida en el medio rural, allá donde los sentimientos se magnifican y también la calidad de una modus vivendi con no tantas ventajas como aparentan.Aunque para gustos, colores.
Al calor de la llamada de las urnas, mi mirada se vuelve hacia ese gran cronista de la España de interior, de amanecer bajo cero y gruesa capa de hielo.Nadie como Miguel Delibes relató ese espacio condenado al olvido, con el cartel de exit en la entrada. Historias marcadas por el abandono que dibujaban el porvenir de los padres para con sus hijos. Recuerdo El Camino, que me evoca la nostalgia de lo que nunca ha vivido un urbanita convencido, que huye de la quietud que emana de lo bucólico que desprende un espacio natural, sostenible. Y, sobre todo, esa obra maestra de la ruralidad que el vallisoletano situó en la arcadia feliz burgalesa para las soledades del señor Cayo y su pareja, y la del único vecino con el que llevaba años sin dirigirse la palabra, por aquello de que hasta el pueblo más pequeño esconde un infierno grande. Hasta allí fueron en busca de su voto, relatándole ventajas que él desconocía; una muestra del abismo que discurre entre la agenda política y también mediática (tan pendiente últimamente de los primeros), y la gente de a pie. Una trama llevada de forma magistral al cine, no hay muchos casos de éxito en la traslación del lenguaje escrito al cinematográfico, por un excelente narrador de lo cotidiano, de sus grandezas y miserias, como el burgalés de pro AntonioGiménez Rico creador de una atmósfera que nos ofrece una antípoda de nuestra vida en la ciudad. Allí localiza a Víctor, viejo militante socialista, que pasó por la cárcel, y que aspira en las inminentes elecciones a convertirse en diputado por Burgos.Explica al aldeano los avances políticos y sociales, la lucha contra el franquismo ante un señor Cayo que en su metaverso  es ajeno a todo lo que el político en ciernes vive con entusiasmo en primera persona, viéndose capaz de ser ese actor capaz de transformar la realidad de unos vecinos que en su abandono no esperan nada ni a nadie. Capaces de autoabastecerse, sin la dictadura sincrónica de la señales horarias y sin la pequeña mirada que ofrecemos los medios de comunicación. Resignado pronuncia el candidato aquello de «el señor Cayo podría vivir sin Víctor, pero Víctor no podría vivir sin el señor Cayo».
Salvando las distancias temporales y tecnológicas, cuesta imaginarse al señor Cayo 2.0 alzando el móvil en busca de cobertura o asistiendo impávido a esos debates estériles que se acaban antes de empezar porque no tiene más recorrido, impulsados por un ministro prolijo en tiempo libre. A buen seguro, parte de los pobladores del medio rural, desde su sencillez, preocupados por un porvenir para sus hijos lejos de un pueblo sin nadie, son indiferentes a las promesas de unos políticos que han cambiado los parques tecnológicos y anhelos de reindustrialización por el despliegue de banda ancha en territorio casi baldío. El pueblo electoral. No seré yo quien eche por tierra las esperanzas repobladoras que hoy enarbolan desde un atril los mismos que esperan al viernes por la tarde para enfilar la A-15 para inaugurar el fin de semana en la Gran Vía.Pero la despoblación es el hilo conductor de los que llevan desde hace 20 años luchando contra este fenómeno y hoy se citan en las urnas arrastrando a otros partidos por los mismos derroteros.Durante las próximas dos semanas, los que acostumbran a pisar asfalto descubren el medio rural, como el aspirante a diputado Víctor descubrió esa aldea ficticia del medio rural del norte de Burgos.Hoy las demandas son otras, marcadas las nuevas tecnologías, comunicaciones, infraestructuras que hagan de los pueblos un lugar atractivo para habitar y para emprender, para seguir apostando por un sector primario que adolece de relevo generacional. Sobran grandes expectativas y falta un debate sereno y realista alejado de los intereses políticos. El futuro del mundo rural en manos de los aspirantes que, a buen seguro, pasarán página un 14-F con la imagen ya difusa del actual señor Cayo 2.0.