Iñigo Errejón es una de las cabezas mejor amuebladas entre los nuevos políticos. Acaba de decir dos cosas que PP y PSOE deberían grabarse a fuego en sus carpetas de negociación postelectoral: la primera, que si se le pone un cordón sanitario de esos a los de Abascal, en una repetición electoral acabarían siendo primera fuerza política en Castilla y León. Y la segunda, que en un tiempo en que todo el mundo maldice la política, nada mejor para Vox que convertirse en los malditos.

Los partidos se han pasado la campaña pidiendo el voto a los ciudadanos y diciendo que estarían a lo que las urnas dijesen. Ahora que han "hablado" parece que hay que aislar  212.605 votantes, el 17%, por haber hecho justo lo que les pidieron que hicieran: votar. Si Vox fuera un partido incompatible con los pactos, podrían haberlo dicho antes para que los electores lo supieran y no pedir el "var" cuando el partido ya está terminado.

Vox es un partido legalmente registrado, que acata la Constitución, sometido como todos a la ley y a los tribunales, a donde deben acudir quienes encuentren causa delictiva contra ellos. Y las urnas han dejado un mandato claro: negociar. No se entiende el motivo por el que los votantes de Ciudadanos de hace tres años tengan más calidad que los que ahora han votado a Vox.

Me parece que Vox dice muchas veces cosas sin sentido y exageradas. Pero la democracia incluye el debate sobre las ideas incluso las dislocadas. La democracia parlamentaria les da cabida y eso hay que respetarlo. Por mucho que cueste.

Castilla y León paró en diciembre. Estamos en febrero. La gente sigue levantándose todas las mañanas a trabajar con una crisis de precios a la antigua usanza y un horizonte económico amenazante. Espero que todos estén a la altura del momento. Porque si no la historia les pondrá en su sitio. Y será lacerante.