Fernando Jáuregui

TRIBUNA LIBRE

Fernando Jáuregui

Escritor y periodista. Analista político


El galán de Parla

15/02/2023

Pedro Sánchez, como todo el mundo, tiene cosas buenas y malas. Pero últimamente le sale mal casi todo, básicamente porque lo planteó mal. Conste que 'a priori' no niego a este Gobierno la 'bona fide' y hasta una noble ambición por cambiarnos la vida, según ellos a mejor; incluso no niego que se mueva por un intento de 'conllevar' con los independentistas catalanes, tratando al menos de aplazar el estallido del principal problema político de España.
Puedo llegar hasta a pensar, tratando de ponerme en su pellejo y de meterme en su cerebro -lo que no es fácil--, que imagina que la coalición con Podemos y el trayecto con los compañeros de viaje secesionistas en País Vasco y Cataluña es un intento de preservar una gobernación de izquierdas de las perfidias de la derecha.
Es un intento que supone iniciar demasiadas obras en la calle sin luego saber concluirlas con bien. Eso es, por ejemplo, lo que le ha dicho el Tribunal Supremo. O lo que le está gritando la opinión pública con la desdichada ley del 'si es sí'. O lo del dichoso publirreportaje de la petanca, el paseo en bicicleta o la visita 'sorpresa' a los mileuristas de Parla, actividades cara a la galería que empiezan a acaparar más tiempo y talento de Sánchez de lo que le convendría a la gobernación del país.
Y eso es lo malo: que no se puede desvestir al Código Penal para favorecer una 'pax catalana'. No es posible aceptar todo tipo de desmesuras legales para contentar a la 'socia de Igualdad'. No se puede agraviar a los jueces sin poner en serio riesgo la separación de poderes. Y no se puedes tratar de mejorar tu imagen ante el electorado sin correr el peligro de hacer el ridículo.
Y entonces ocurre que te caen todos los palos al tiempo: el tremendo varapalo del Supremo a cuenta de la reforma del Código Penal. O la rechifla nacional ante la escena de la conversación en Parla con dos jóvenes beneficiados por el aumento del salario mínimo interprofesional, una impostación preparada, maquillada y que suena más falsa y blandengue que una mala película de Disney.
Decía Talleyrand que lo excesivo se convierte en irrelevante. Tal vez, podríamos añadir, en contraproducente. Atacar a Garamendi , el jefe de la patronal, o a 'prebostes del Ibex', puede resultar divertido en mítines para que te aplaudan los incondicionales que 'fardan de rojos', pero siempre tienes que acabar recogiendo velas: hacerte enemigos porque sí solo acaba conduciendo a la soledad y probablemente a la vacuidad en las urnas porque terminas quedando como un demagogo.
En resumen: Sánchez se está, a mi modesto entender, equivocando de medio a medio. Manteniendo una coalición muerta, desafiando nada menos que al Tribunal Supremo -muy pocos políticos gobernantes lo hacen y sobreviven en el puesto-, retorciendo las leyes y hasta la Constitución... y haciendo de Galán de Hollywood, o de Parla -qué elegante smoking en la gala de los Goya...-- en vídeos promocionales que, la verdad, nos resultan un poco patéticos.
Y, como decía Tarradellas, se puede hacer de todo menos el ridículo. Cuando el respetable se ríe en las escenas que pretenden ser dramáticas, más vale que el actor cambie de profesión o, al menos, de estilo, abandonando a Shakespeare para dedicarse a representar a Jardiel Poncela. Dicho sea con todos los respetos a Jardiel, claro. Y a la magnífica ciudad de Parla.