#OPINIÓN Autodeterminación de género

Pilar de la Viña
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Somos un cuerpo sexuado desde que nos formamos en el útero materno. La medicina puede modificar los caracteres sexuales externos a base de tratamientos hormonales de por vida y cirugías mutilantes, pero sólo eso

#OPINIÓN Autodeterminación de género - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez. Eugenio Gutiérrez

Vaya por delante de cualquier consideración, por delante de todo, mi respeto y mi cariño a todas las personas trans, sobre todo a las que conozco y a las que he acompañado y tratado en su proceso de transición. Pero este cariño y este respeto no me impide estar en desacuerdo con una ley que, según mi parecer, banaliza el sufrimiento de las personas que viven el rechazo al cuerpo con el que nacieron. El anteproyecto de Ley se llama «para la igualdad real y efectiva de las personas trans» y se basa, aunque sin nombrarlo, en el concepto de autodeterminación de género. Desmenucemos: La autodeterminación es un concepto político elaborado en los procesos de descolonización a lo largo de los siglos XIX y XX que va unido al concepto de nación o de pueblo y que se ha construido como libre autodeterminación, también en la lucha de las minorías dentro de una misma nación. Apela siempre a un colectivo.

¿Y qué es género? En español, hasta la fecha, género es un concepto estrictamente gramatical y se aplica a las palabras: masculino, femenino y neutro. Si nos referimos a las personas hablamos de sexo: hombre y mujer. Pero, desde el inglés se ha impuesto el término género para designar el conjunto de características diferenciadas que cada sociedad asigna a hombres y mujeres y según la OMS, se refiere a «los roles socialmente construidos, comportamientos, actividades y atributos que una sociedad considera como apropiados para hombres y mujeres».  Pero la ley Trans no habla de que cada cual pueda orientar su vida y comportarse al margen de los mandatos de género, lo que sería la verdadera autodeterminación de género, no habla de género, habla de cambio de sexo y trata de proteger a las personas que inician esa transición para que el resto de la sociedad las trate con respeto y en igualdad con los demás ciudadanos.

Una vez aclarados estos conceptos, podemos estar de acuerdo con las intenciones del anteproyecto. Pero proteger a un colectivo, hacer valer sus derechos, habrá que hacerlo sin perjudicar ni a ese colectivo ni al resto de la sociedad. No puede ser que el cambio de sexo en el Registro Civil dependa únicamente de lo que el solicitante afirme que es sin que se le exija cumplir ningún requisito que pueda avalar lo que afirma ser y el cambio que solicita. No puede ser que a los seis meses de la aceptación definitiva del cambio registral, esa misma persona pueda volver a cambiar el sexo registral, otra vez sin condiciones. O sea, que un hombre con barba y bigote, sólo por solicitarlo, pase a ser mujer y al cabo de seis meses pueda volver a ser hombre. No suena bien, ¿verdad?

No puede ser que un adolescente ponga todas sus esperanzas para salir de la angustia y de la confusión inherente a su edad, en iniciar la transición hacia el otro sexo, también sin condiciones, sin filtros, sin que nadie le pueda abrir un espacio de escucha y espera activa, porque eso sería transfobia y está penado en la nueva ley. Cuando, además, la transición completa de un sexo al otro, de momento, es imposible. Somos un cuerpo sexuado desde que nos formamos en el útero materno. La medicina puede modificar los caracteres sexuales externos a base de tratamientos hormonales de por vida y cirugías mutilantes, pero sólo eso. Se trata de un proceso que al poco de empezar se vuelve irreversible. ¿Y lo va a empezar un adolescente inestable por naturaleza, sin que la sociedad le proteja con filtros, esperas, consejos y espacios de escucha? Es una locura. Cuando empezó la epidemia de las anorexias y las chavalitas y más de un chaval, buscaban convertirse en esqueletos vivos, la sociedad les mandó un mismo mensaje: no se puede vivir sin comer, come. Cuando la epidemia de la heroína todos estuvimos también de acuerdo en decirles a los jóvenes, no te hagas ilusiones, siempre será la droga la que te controle a ti. Esta ley, ¿qué les dice a los chavales? Adelante, es tu derecho. Es una locura. Los pilares básicos de nuestra vida nos vienen dados, no los elegimos: el cuerpo, los padres y la estirpe de la que procedemos, el lugar de nacimiento, la nacionalidad. Podemos rechazarlos, pero ¿podríamos cambiar de nacionalidad sólo por solicitarlo, sin que el estado al que queremos pertenecer ponga condiciones? Sabemos que no. Nos guste o no somos lo que desearíamos ser sino lo que somos y el camino más corto hacia el bienestar con nosotros mismos es el de la aceptación de lo que somos.