Carmen Hernández

Carmen Hernández

Periodista


Que hable Marcelino

01/05/2022

Más de 5.000 personas se concentraban ante el Ministerio de Trabajo un día de verano de 1.966. Querían entregar un manifiesto avalado por 25.000 firmas sobre el futuro del sindicalismo español, un texto que se considera, hoy, la carta fundacional de Comisiones Obreras. La policía franquista cargó contra los manifestantes y detuvo a cuatro. Uno de ellos era Marcelino Camacho que ya había pasado 5 años en campos de concentración de la dictadura por haber defendido la República, en la Guerra Civil, tras el golpe de estado de 1.936. Luego, 13 años de exilio en la ciudad argelina de Orán y, a la vuelta, desde 1967, otros 9 años de prisión por defender los derechos de los trabajadores a través de las 'comisiones obreras' ?como él llamaba a ese nuevo sindicalismo de clase que logró infiltrarse en los sindicatos verticales creados por Franco. Más tarde,en 1980, siendo diputado por el Partido Comunista, dejó su escaño porque no estaba de acuerdo con las reformas laborales aprobadas por el Congreso y apoyadas por el PCE. Y, muchos años después, también se apartó de la dirección de CCOO por discrepancias con su sucesor, Antonio Gutiérrez. 
Pese a todo, nunca abandono el partido ni el sindicato. Coherencia y tenacidad en la trayectoria de este soriano que pasará a la Historia del Siglo XX como el organizador de este nuevo modelo de lucha obrera desarrollado en la España de la Transición. Desde las trincheras,en los campos de trabajo o tras las rejas de Carabanchel, la voz de Marcelino Camacho ha llegado, siempre, al corazón de la clase trabajadora a la que se sentía orgulloso de pertenecer. Desde sus comienzos, en la estación de La Rasa como aprendiz de ferroviario, miraba el mundo pensando en modificarlo para que fuera justo con los más débiles. Nunca dejó de verlo así. Cuando murió, en octubre de 2010, sus últimas palabras fueron: «Si uno se cae, se levanta y sigue». Por eso, especialmente hoy, pero todos los 1º de Mayo, conviene no olvidar lo que decía Marcelino Camacho.