“El domingo vamos a cambiar la historia de esta Comunidad y de la política de este país”. “El lunes nos levantaremos con la sonrisa más ancha del mundo diciendo: hicimos lo posible”, porque tras tres meses, desde aquel día que Francisco Igea decidió presentarse a la Primarias de Cs y no mirar a otro lado, Ciudadanos se ha dedicado a una nueva manera de hacer política. La política de la calle, de generar esperanza, de generar la ilusión de que la gente piense que “es posible” el cambio tras 32 años de “resignación”.
Este fue el mensaje que lanzó Igea en el mitin de cierre de campaña en Valladolid, en el patio del Hotel Meliá, un espacio que se quedó pequeño para acoger a las más de 200 personas que quisieron acompañarle y darle la bienvenida al ritmo de ‘Here comes the sun’, de The Beatles, que hoy volvió a sonar porque, lo ha dicho mil y una veces estos días, el sol llegará el lunes a Castilla y León. “Vamos a ganar estas elecciones”.
El candidato de Cs incidió en que la gente tiene derecho a la libertad, a progresar por su esfuerzo y capacidad, y no por las cenas que le paga a nadie. “Es lo que esta Comunidad necesita”. Y lo tiene que saber “esa gente que nos mira con la ilusión de que es posible”.
Llegado este momento, Igea explicó que Cs mira al frente, porque tiene valor, en recuerdo a las palabras de Churchill, quien dijo que una de las características esenciales del ser humano es esta. “Sin valor es imposible ser leal, sincero y honesto y hubiéramos mirado para otro lado, y nosotros decidimos mirar al frente”.
Para concluir hizo una promesa, de las pocas que ha hecho en campaña, la de la libertad. “Creemos que la gente debe llegar tan lejos como su capacidad le dé; nadie puede estar marcado por su nacimiento o su suerte”, y esto es lo que él quiere para el futuro de Castilla y León. Eso, sí advirtió, aún quedan 24 horas para ir a votar; mañana es jornada de reflexión pero eso no quita para ser los más simpáticos del barrio, saludar a la vecina con mayor efusión y al bajar a comprar pan, bromeó.
Uno de los momentos más emocionantes, que dio paso a la intervención de Igea, fue la lectura de un poema con el que empezó todo, ‘Sí ...’, de Rudyard Kipling. Aunque no quiso llorar por estar delante las cámaras, se emocionó, lo hizo tres meses después de tomar la decisión de adentrarse en una aventura en la que se embarcó con “un pequeño grupo de conspiradores”. La única que puso cordura fue su mujer, Magdalena, que le dijo: “No sé si es una buena idea”. Pero, reconoció, no podía mirar a otro lado.