A cara de perro en el stadium 974

Diego Izco (SPC)
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Serbia-Suiza, un encuentro de alto riesgo, significaciones políticas, revanchas, historias de guerras... que van mucho más allá del balón

Shaqiri será titular en los helvéticos, un jugador de origen albanokosovar. - Foto: LAURENT GILLIERON (EFE)

Era fácil señalar el Irán-Estados Unidos como el partido con más 'morbo' geopolítico de la primera fase... tan fácil como equivocarse. Al fin y al cabo, ningún jugador había nacido cuando las revueltas islámicas en Teherán desembocaron en la toma (secuestro) de la Embajada estadounidense, y pocos serían capaces de recordar, pues terminó en agosto del 88, los motivos, consecuencias e implicaciones de la guerra Irán-Irak.  

Pero no sucede lo mismo con el Serbia-Suiza de esta tarde. Porque la siempre neutral nación helvética, la que levanta las manos y evita los conflictos, tiene una selección nacional de fútbol que es un crisol de razas y culturas y credos... y una de ellas, poderosa dentro del vestuario, es balcánica. Y jugadores como Xherdan Shaqiri y Granit Xhaka, ambos de raíces albanesas, odian profundamente todo lo que significa Serbia por lo sucedido en el conflicto que derivó en la descomposición de la antigua Yugoslavia. Ellos dos fueron precisamente los goleadores en el último precedente (2-1, Mundial de Rusia'18) y celebraron cruzando sus pulgares, emulando el águila bicéfala, símbolo del nacionalismo albanés, lo que fue considerado como una provocación por su rival. 

Serbia fue expedientada hace cinco días por la FIFA por colgar una bandera contra Kosovo en el vestuario (en 1998 estalló la guerra entre la región y Serbia y Montenegro y la ONU se posicionó del lado kosovar); esa bandera es gasolina para el duelo que tendrá lugar hoy en el Stadium 974: miles de albanos y kosovares huyeron a Suiza y reclaman la independencia de un territorio que la FIFA sí considera autónomo desde 2018, no así otros como Serbia... o España. La tensión de la cita, con un billete para octavos por medio, será brutal.