Manuel Juliá

EL TIEMPO Y LOS DADOS

Manuel Juliá

Periodista y escritor


Pícaros del siglo XXI

25/01/2021

En la tradición de la novela picaresca española la astucia, la socarronería, el ingenio son armas para que, desde una condición inferior, los pícaros obtengan privilegios de una condición superior. Incluso en muchos casos de pícaros precursores, como es de Sancho o Ribaldo, la superan dignificándose cerca de los ideales de sus caballeros. En el siglo XVI, en un mundo de pobreza y dominio mundial, la malicia y la sátira nutren la picaresca hasta llegar a crear un tipo de literatura, la novela picaresca. Se mezclan todas las virtudes, o vicios, de la supervivencia. Una especie de sálvese el que pueda en un pueblo multirracial donde decir que la vida es muy dura es quedarse corto. 
Pero esa realidad social generó una maravillosa realidad literaria. Sorteando la malvada, áspera e injusta vida, y las normas, al menos se desarrolló una inteligencia práctica de la que hoy nos sentimos orgullosos. Cervantes, Quevedo, Mateo Alemán, López de Úbeda, Vicente Espinel, Castillo Solórzano, Vélez de Guevara y otros incrustaron en nuestra historia el individualismo, una maldad astuta y el ingenio como condición vital de nuestro ADN.
Pero los pícaros del siglo XXI se han aprendido bien los vicios y han olvidado las virtudes. Ni socarronería ni ingenio ni agudeza, solo el egoísmo burdo, el aprovechamiento casposo, el nepotismo simplista. Es una picaresca zafia y antipática mientras que la de nuestra tradición es rica y simpática. Que unos generales (incluido el jefe del Estado Mayor) usando su ordeno y mando se salten los turnos del Ejército y se vacunen es picaresca glotona y zafia, digna de vulgares aprovechados. Que además se justifique en las canas, porque son los de más edad de su cupo, convierte esa picaresca en morrona, de mucho morro, y ya está. Lo único digno de esto es que el Jemad ha dimitido. O que un consejero, el de Murcia, casi aduciendo ser bobo, se la ponga con su equipo, es también pobre picaresca española. 
Quizá de los alcaldes esperaba algún tipo de reivindicación de la tradición picaresca española. Nada de nada. Uno dice que se la puso porque colabora con una residencia de ancianos. Otro se la puso con el alguacil porque ambos realizan tareas de mantenimiento y compras que benefician a los más mayores. Al de Villavicencio de los Caballeros se la inyectaron con otro concejal y el cura. La razón, por ser miembros del patronato de la residencia de ancianos.
Aprovecharse de los ancianos, o de las estrellas en la solapa, sin más, es de una picaresca antipática y cutre, de patético culto al yo que además de quedar muy mal, deshonra a nuestra maravillosa y rica tradición picaresca. A estos simples ni Berlanga les habría sacado algo para llevarse a la cámara.