La caza también enferma de Covid

Nuria Zaragoza
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El cierre perimetral impide llegar a Soria a miles de cazadores y provoca «graves pérdidas» económicas en el todos los sectores vinculados

La caza también enferma de Covid - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez.

La caza también está en pandemia. Las diferentes restricciones y, en especial, el cierre perimetral de la Comunidad, han afectado de lleno a este sector que representa el 0,3% del PIB y le han hecho entrar en «un círculo vicioso» con «graves pérdidas» económicas, laborales, sociales y medioambientales.

Con un año meteorológico buenísimo, con mucha alimentación, y tres meses sin afectar a la fauna (por el confinamiento), la cabaña cinegética se ha disparado. Significa más caza en los acotados sorianos y, por tanto, un control cinegético más riguroso. Sin embargo, en el año que más se debería cazar, es cuando menos cazadores hay. 

El cierre perimetral de la Comunidad ha bloqueado el acceso a los cazadores de «todo España» que cada temporada acuden a cazar a Soria, y el efecto ha sido en cadena. Las licencias de caza han bajado, los cazadores federados también, los clubs deportivos han registrado bajas sustanciales (hasta el 10%), se han tenido que suspender numerosas cacerías colectivas, los ingresos para los propietarios de los cotos (ayuntamientos en su mayoría) han descendido, el turismo rural ha caído en bloque, ha habido más daños en la agricultura, más accidentes en la carretera... 

«La Federación ha pedido al Ministerio y a la administración autonómica la declaración de la caza como actividad esencial para poder hacer el control poblacional porque, si no, el efecto es en cadena y muy grave. Hay daños en el campo, más siniestralidad en las carreteras, está el tema de la peste porcina africana que ya está entrando en Alemania y preocupa...», repara el delegado de la Federación de Caza en Soria, José Sanz, quien alude también al problema económico, especialmente en el medio rural soriano que depende en buena medida de estos ingresos. Desde su punto de vista, se debería adoptar una «decisión nacional» para buscar una solución a esta problemática que, aventura, va a dejar una huella «muy grave», agravando aún más el futuro de un sector que desde hace años se siente en el punto de mira pero que es clave para el mantenimiento del medio rural. 

menos cacerías colectivas. El efecto de esta situación se ha advertido ya también en la Sección de Caza y Pesca del Servicio Territorial de Medio Ambiente. Su jefe, Fernando Tapia, apunta que desde que se implantaron las nuevas medidas que restringen los movimientos entre Comunidades han observado «un descenso notable de las comunicaciones de cacerías colectivas». Cabe apuntar que los propietarios de los cotos deben comunicar a la Junta la celebración de  ganchos (hasta 20 puestos) y monterías. «Esta semana (del 21 al 27 de noviembre) se han comunicado 13 solicitudes de cacerías colectivas, seis ganchos y siete monterías. En una situación normal podrían rondar las 50 comunicaciones semanales», ejemplifica. 

Y esta situación se traslada también a la Reserva de Caza de Urbión, que gestiona directamente la Junta:«Nos está afectando muchísimo, sobre todo en lo que se refiere a permisos de becada. Es una modalidad demandada mayoritariamente por cazadores de País Vasco, Navarra y Logroño y, al no poder trasladarse, muchos permisos se han suspendido», explica Tapia. El tema de las cacerías colectivas también se ha visto ha afectado en Urbión pero «en menor medida» porque, en este caso, el aprovechamiento recae más en cazadores locales. 

menos cazadores. La caída de cazadores en evidente en sociedades como San Saturio, uno de los clubes deportivos de cazadores más antiguo de España (fundado en 1933) y el más grande a nivel nacional, con cerca de 800 socios (en 1985 llegaron a ser 3.200). «Cada año, entre 1.500 y 2.000 personas vienen a la caza mayor en nuestra sociedad. Es gente que come, duerme... y todo eso ha desaparecido», concreta el presidente del Club Deportivo de Cazadores San Saturio, Manuel Fernández.

La caza mayor es sin duda la que más se ha visto afectada por esta situación. La menor se consiguió salvar -en parte- porque el cierre perimetral fue posterior a las desvedas principales y, además, es mayor la proporción de cazadores locales. 

«Las cacerías que se están salvando son ahora de 15-20 personas, y todas de aquí, cuando lo habitual es que fueran de 150-200 personas»,  apunta Fernández, quien recalca que eso dificulta el desarrollo mismo de la actividad ya que es más complicado cubrir la mancha con tan poca gente. Pero, a mayores, el efecto es económico. En el propio club y en la sociedad en general. El presidente calcula que este año los ingresos bajarán unos 300.000 euros entre bajas de socios y cacerías que no se celebran. Teniendo en cuenta que la sociedad de cazadores no cuenta con otros ingresos, no les ha quedado más remedio que negociar con los más de 60 cotos que tienen contratados un reajuste del precio. Pero, además, han tenido que pedir una derrama a los socios. Llegaron a tener once trabajadores pero ahora quedan seis, que tuvieron que ser enviados a ERTE entre abril y julio. 

El recorte, por tanto, va a llegar también a las arcas municipales del medio rural, propietarios de los cotos, lo que supondrá una reducción evidente en las inversiones futuras de los ayuntamientos. Pero este efecto dominó se aprecia también en los negocios rurales porque «esos cazadores que se han perdido ya ni comen ni duermen aquí», indica Fernández, quien recuerda que han desaparecido también los almuerzos y comidas multitudinarias de cada montería, que dejan «un dinero importante en los negocios de la zona». 

cae el turismo rural. El turismo rural se encuentra «bajo cero, como las noches gélidas de Soria», apunta de forma muy gráfica la presidenta de la Asociación de Turismo Rural de Soria, TurSoria, Beatriz Calavia. Las restricciones de la Comunidad «han dañado gravemente al turismo de la provincia» ya que, aunque está permitido el turismo interprovincial dentro de Castilla y León, ese apenas representa «un 25%» y, «con las noticias que nos llegan por los medios, no hay ganas de hacer turismo». Como consecuencia, las reservas llevan ya meses que son «a corto plazo», «casi la víspera». «Esta situación está siendo francamente dura en todos aspectos», reconoce Calavia. 

En esta época del año, «sin seteros ni cazadores, el turismo en esta provincia está anulado», resume. Respecto a la caza, concreta, representa en torno al 50% de la clientela en esta época del año. «Recibimos mucha gente de Madrid, Aragón  y Navarra» y, ahora, «ni pueden llegar ni pueden salir», lamenta, al tiempo que destaca que se trata de «un turista de poder adquisitivo alto», un «deporte elitista», que inyecta y moviliza el medio rural, y no solo la hostelería, sino también «otros sectores vinculados». 

La hostelería rural es quizá la más afectada pero, apunta el vicepresidente de la Asociación Soriana de Hostelería y Turismo (ASOHTUR), Pablo Cabezón, afecta a todo el sector en general ya que «es un cliente de un poder adquisitivo alto que gasta en Soria» y que «tienen plazas hoteleras cubiertas todo el año porque muchos tienen coto propio». «El tema de la gastronomía de la caza la verdad es que en Soria no se nota porque, como ocurre con el toro de lidia, no es un tema que llame. La gente es reacia a comer carne de caza, pero en lo que se refiere a cazadores turistas sí que se ha notado. Da mucho dinero a los negocios del medio rural», sentencia. 

El futuro se aventura incierto, por lo que solo queda «aguantar como sea y esperar que en 2021 volvamos a poder cazar», confía Fernández.