Loli Escribano

SIN RED

Loli Escribano

Periodista


La cacharrería

06/12/2019

Parece que ha terminado el teatrillo que han montado los de la cacharrería y los desheredados. PP y PPSO. Espantoso. No voy a resumir aquí la escenificación bochornosa de las últimas semanas para lograr que el PP siga al frente de la Diputación y que Pardo no ocupe el sillón de El Burgo que ha estado reclamando en los últimos cinco meses. Ha sido el ejemplo más palpable de lo que no es un Estado de Derecho. De lo que no es un sistema democrático. El ejemplo claro y preciso de que los políticos utilizan la política y a los electores a su antojo personal. Deberían dimitir todos los involucrados en este espectáculo asqueroso de chantajes y turbios movimientos. Los de la cacharrería y los desheredados. Todos. 
Pero si hay un partido que sale totalmente debilitado de este vomitivo tira y afloja es el PP y su presidenta dirigiendo su peculiar cacharrería sin rumbo ni criterio ni respeto a las ideologías y a la dignidad que debe magnificar la política. El PP soriano es ahora mismo una auténtica cacharrería en la que su presidenta se pasea como un paquidermo destrozando a su paso todo lo que se encuentra. Es la Atila del Siglo XXI, la Atila soriana. Ni siquiera en un medio o largo plazo volverá a crecer la hierba sobre las baldosas de esa cacharrería. Y lo que es peor, todas esas piezas que ha roto con sus maniobras, le importan tan poco que sigue y sigue a trompicones por los recovecos de su cada vez más deteriorada cacharrería. Tampoco voy a enumerar todas sus acciones desacompasadas, las que han ido rompiendo los residuos que quedaban en esa sede descompuesta desde hace tanto tiempo. En vez de reconstruir el destrozo que heredó de su antecesora, Yolanda de Gregorio ha ido convirtiendo la sede de la calle Almazán en esa cacharrería en la que se han perdido los valores. Lo único que se encuentran en ese espacio son restos de los vaivenes que va dando sin un proyecto concreto de lo que debería ser un partido político de ideología conservadora. Lo único que le mueve es ocupar sillones y que Pardo no recupere el de El Burgo de Osma. La imagino poco en su despacho de la calle Almazán, la visualizo más en su despacho de la quinta planta en la calle Los Linajes, el sillón que reclamó dejando a la deriva a su grupo municipal en una zozobra en la que siguen y seguirán en los cuatro largos años que quedan de legislatura. 
La directiva regional y la nacional deberían o prescindir de sus servicios o lanzarle un hilo, como el de Ariadna, para que lo utilice como guía y pueda salir de esa laberíntica cacharrería llena de cascotes. Aunque cuando no hay ideología, cuando se va a salto de interés, no hay hilo que saque a nadie de su profunda confusión.