José Luis Bravo

SOPA DE GUINDILLAS

José Luis Bravo

Periodista


Urbanizando el monte

10/12/2022

No nos engañemos. A estas alturas resulta evidente que la masa fundamental de turistas que nos visitan y que son un sólido sustento para la hostelería, proceden de las grandes urbes próximas a Soria. Mayoritariamente Madrid y en menor medida, las capitales vascas, Zaragoza y Barcelona. Cuando vienen a Soria saben que está llegando a una provincia con recursos naturales de innegable encanto, pero lo que no tienen tan claro, ni ellos, ni quienes lo promocionan, es que a ciertos puntos haya que llegar andando y, a menudo, cuesta arriba. Por eso los líderes locales en materia de turismo tienen tendencia a ponérselo fácil y ya que no es factible naturalizar las ciudades, parquecillos aparte, se han propuesto urbanizar el campo. Las últimas iniciativas rozarían lo delictivo si existieran leyes sensatas que lo hubieran tipificado.
Ya hace tiempo que la Fuentona y sus recorridos está absolutamente civilizada. Acepto el argumento de que también debe ser accesible a personas con movilidad limitada un lugar como el aludido. A la Laguna Negra, al paso que vamos sólo le faltan escaleras mecánicas en El Portillón para que hasta los más perezosos se asombren con las vistas desde lo alto de los farallones. Hay un gran aparcamiento, con establecimiento de restauración incluido, en el Paso de la Serrá y por lo visto, sin tener en cuenta el enorme impacto que supone la masificación, aún se piensa en ampliarlo más. Error. Consulten lo que está pasando en lugares emblemáticos de los Pirineos o los Picos de Europa en puntos concretos como Ordesa o Puente De y sabrán de lo que les estoy hablando. Es bueno escarmentar en cabeza ajena.
Con todo, el último atentado contra la naturaleza y la estética del paisaje, se ha perpetrado en Duruelo de la Sierra. La escaleras metálicas y pasarelas para acceder a los alto de las rocas y mirar desde allí el valle del alto Duero no tienen nombre. Claro está, según mi criterio, porque hace pocos días visité el lugar y las hordas de turistas, ataviados como si fueran a escalar el K2, contemplaban asombrados la maravilla del mirador en lo alto de uno de los pedruscos graníticos. Quizá por cortesía declaraban con entusiasmo que eso es una verdadera maravilla. Se ve que ha cuajado el texto que se puede leer en el cartel de la entrada a Castroviejo y en el que asegura la autora, que 'es un impulso ancestral del hombre subirse a las rocas'. Se ve que por eso han puesto escalerillas. Ah, y en el antiguo y más discreto Mirador de Pilatos han redondeado la faena. Justo en la cabecera del mismo, desde donde hay que mirar el panorama, han plantado un panel informativo que bloquea la perspectiva. Geniales oiga.