Loli Escribano

SIN RED

Loli Escribano

Periodista


Campañas lacrimógenas

23/12/2022

Por fin, se acabó. Terminó el mundial manchado de sangre de trabajadores esclavizados. Manchado de falta de libertades y de una hipocresía que ya denuncié. Se me ha hecho eterno. Ahora, mi siguiente anhelo es que termine la publicidad ñoña y lacrimógena de estas fiestas. Las fiestas, como su propio nombre indica, tienen que ser animadas, divertidas y alocadas. Los creyentes celebran el nacimiento del Salvador. Motivo para estar contentísimos. Sin embargo, hay un poso de tristeza en la publicidad que parece que estuviéramos rememorando la muerte de Cristo. Sin embargo, cuando llega esa onomástica en el calendario, allá para la primavera, no nos ponemos tristones, sino todo lo contrario, buscamos la manera de disfrutar de las primeras semanas de calorcillo con la alegría que dan cuatro días seguidos de vacaciones. Somos raros. Celebramos al revés. 
Estoy deseando que finalice la campaña navideña. Viendo los anuncios con músicas amargas y frases compasivas, dan ganas de no levantarse de la cama y esperar a que pase.  Dan ganas de cambiar el término fiestas por el de dramas. Los publicistas de este país se empeñan en exprimir la lágrima fácil de las ausencias, tanto las definitivas como las temporales. Hasta los anuncios de la lotería dan ganas de llorar. Que en vez de alegrarte porque a la de la floristería le ha tocado el gordo, se te llenan los ojos de lágrimas con una pena inconmensurable. ¿Y las voces y tonos susurrantes? Con lo gritones que somos los españoles. Además, se empeñan en elegir locutoras anglosajonas que no saben pronunciar las erres de Cagolina Heguega. Se ve que con acento extranjero en vez de vender frascos de perfume, venden garrafas enteras. Cuestión de marketing, qué duda cabe. El único spot que me transmite algo de alegría es el del turrón Antiu Xixona en el que canturrean aquello de «queremos turrón, turrón, turrón; seguimos queriendo turrón, turrón». Debe ser porque la cancioncilla tiene casi tantos años como yo. Pertenece a otros tiempos con otras políticas publicitarias. En cuanto a los anuncios de juguetes, francamente, he visto muy pocos, debe ser que no veo la tele en horario infantil. En general, se libran de ese tufillo melancólico y ñoño, porque imagino que el espíritu lacrimógeno no hace efecto entre los niños. Reconozco que me encanta el de mi infancia, el de las muñecas de Famosa se dirigen al portal. Nadie es perfecto, parafraseando a Billy Wilder. 
Frente al deseo de que finalice lo que incomoda mis principios y sentidos: mundiales y publicidades navideñas; también tengo deseos de mantener lo que me gusta. Dualidad dura y pura. Por ejemplo, no quiero que acabe la gira de despedida de Serrat. No quiero que termine el libro que estoy leyendo. No quiero que terminen mis paseos por el Duero; mi Duero de San Saturio, Soto Playa y Perejinal. Y, sobre todo, no quiero que acabe este 2022 que me ha encantado.