La angustia emocional y soledad calan en los mayores sorianos

S.Ledesma
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La «ausencia de redes de apoyo» ha acentuado este sentimiento entre los ancianos, llegando a ser «más existencial» tras la pandemia. Los expertos abogan por «potenciar una sociedad del cuidado y valorarlo»

La angustia emocional y soledad cala en los mayores sorianos - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez

Mitigar la soledad no deseada es unos de los grandes retos a los que se enfrenta la sociedad actual. En las personas mayores, este aislamiento suele traducirse muchas veces en abandono y maltrato. Ponerle freno está en manos de todos. Para el ciudadano, «potenciando lazos» con su entorno, pues «no tener trato ya es una forma de maltrato»; para las administraciones, «creando redes de apoyo y trabajando la prevención». 

Castilla y León es la segunda comunidad en la que vive sola más gente anciana. Concretamente «una de cada cuatro personas mayores» y acontece más «en pueblos pequeños, aislados, con distancia entre ellos, a veces sin recursos sanitarios, como pasa en provincias como Soria o Ávila». Se trataría más de una «soledad social», pero tampoco es deseada. Los datos son de la psicogerontóloga Ana Sánchez, quien ve en la «ausencia significativa de redes de apoyo», bien sea en el entorno familiar o a través de relaciones entre iguales, la causa esencial de este aislamiento. Este entramado de apoyo mutuo sería uno de los «factores protectores» para las personas mayores, para quienes «la prevención», insiste la especialista, es fundamental para evitar cualquier desagravio. 

Durante la pandemia, la psicogerontóloga ha notado entre los ancianos una mayor «soledad emocional», que fue evolucionando hacia una «soledad existencial» vinculada a una desesperanza con tendencia al suicidio una vez superados los momentos de mayor aislamiento de la crisis sanitaria. Intervenir para que esto no suceda es esencial para que haya «una conexión a la vida». Por eso, en el Colegio Oficial de Psicología de Castilla y León, al que pertenece Sánchez, se ha creado un grupo de trabajo a nivel nacional sobre este problema en colaboración con la Asociación Contra la Soledad no Deseada. «Queremos dar una respuesta», aclara. 

de todos. Lo cierto es que «hablar de soledad es un problema de todos». Este sentimiento atiende a muchos perfiles, como explica la psicogerontóloga: «Un 80% de los jóvenes asegura haberse sentido solo alguna vez en su vida; la madre cuidadora siente una soledad terrible en los primeros meses de vida del bebé, incluso en los primeros años; la persona cuidadora se encuentra con un vacío social, así como la mujer víctima de violencia de género o los inmigrantes…. Afecta a muchos tipos de persona». 

En el caso de los mayores, ese sentimiento «emocional» está muy ligado «a un momento vital de pérdidas: el nido vacío, el cónyuge, las amistades..., además de las pérdidas cognitivas. También es un momento de dependencia e institucionalización (en una residencia); a mayor edad, mayor tasa de soledad y más vinculada a la dependencia». Se da más en mujeres por el incremento de la esperanza de vida, pero «los hombres sienten más la soledad existencial, con mayor posibilidad de suicidio». Por eso no se cansa de repetir: «Los programas potentes de prevención» son la base. 

Pero vivimos en una «sociedad cada vez más individualista, con más distancia familiar, con un ritmo vertiginoso y de consumo», unas circunstancias que «no propician el cuidado». Mucho menos preocuparse de personas que necesitan atención física, sí, pero también ternura. «Por la calle, -reflexiona Sánchez-, nadie va atento a lo que sucede alrededor; vamos insertos en las tecnologías, en un avance que es un retroceso porque nos venden una comunicación que nos incomunica». En su opinión, «debemos hacer visible» lo que acontece en el entorno, «preguntar a un vecino ¿qué tal estás? ¿necesitas algo? Toma mi teléfono por si lo necesitas... Antes se hacía; recuperémoslo». Por eso, entiende, hay que apostar por «potenciar una sociedad del cuidado y valorarlo». 

maltrato. La especialista habla de que, en muchas ocasiones, «aparece el maltrato en el cuidado ligado a la dependencia». Pues «cuidar también es muy difícil: la familia se hace cargo de situaciones complejas». Cuando se habla de maltrato en mayores, el perfil sería el de una mujer dependiente, sobre todo, porque la esperanza de vida es mayor y porque «se está en manos de hombres no educados para cuidar».

El maltrato en general «puede detectarse ya creando actividades de promoción del envejecimiento activo, fomentando la relación entre iguales», un momento en el que pueden verse muchas cosas. Sin embargo, «la persona mayor suele silenciarlo porque es un estigma. Siente culpa, una bajada de la autoestima. El poder de la culpa está ahí y por eso no verbaliza el problema».