Iván Juarez

CARTA DEL DIRECTOR

Iván Juarez


La viralización del miedo y la estupidez

29/02/2020

Estaba tardando pero era de esperar que en tiempos de una globalización que derriba fronteras, con una movilidad creciente, el coronavirus, grave por su rapidez de propagación más que por su virulencia, ha desembarcado en tierras españolas y amenaza con expandirse. Si lo ha hecho en buena parte de Italia, hasta seis regiones en jaque, no debería extrañarnos que tuviera recorrido por el país de la piel de toro más que nada porque difícilmente se pueden poner puertas al campo. De nada sirve, y es un error de los medios, tratar de seguir al segundo la evolución del  COVID-19 y el número de casos como si estuviéramos narrando un partido de fútbol ya que lo normal es que dado el nivel de contagio lo normal es que avance y que lo haga más temprano que tarde. Si cuando escribo estas líneas hay doce casos registrados en España con el paso de los días tenderán a multiplicarse. A partir de ahí, sin restar importancia habrá que atender y poner cuidado a síntomas, tratamientos y dejar trabajar a los profesionales. Nada que usted no haría para evitar una gripe común, con la salvedad de que para el coronavirus no existe todavía vacuna.
Cierto es que los escenarios que se han desarrollado para frenar el virus no han ayudado. Ciudades aisladas, cruceros varados con cientos de pasajeros a bordo, hoteles con cientos de clientes recluidos, cuarentenas preventivas... El despliegue no ayuda pero hay que mantener la calma y no caer en el alarmismo, a no ser que sea eso lo que andamos buscando. El martilleo de los medios de comunicación, que han olvidado Cataluña, Ábalos y Venezuela y otros temas hasta ahora capitales han provocado que el COVID-19 monopolice cualquier conversación y el nivel y sensación de gravedad. Pero el miedo, y también la estupidez, también viajan por otras vías. Entonamos el mea culpa por incidir en el monotema y por, fruto de la inmediatez, dar determinada importancia al seguimiento numérico de los casos, pero tampoco es cuestión de poner en la diana a los medios que informan desde la seriedad, dan las claves para prevenir la enfermedad y se hacen ecos de las recomendaciones y mensajes de la Organización Mundial de la Salud, que han virado de la tranquilidad más absoluta a hacer referencia a la amenaza de pandemia. No se da el escenario para estar del todo tranquilos. Si responsabilidad hay que pedir a gobiernos y autoridades sanitarias también a consumidores de medios de comunicación o aquellos que, por el contrario, deciden desinformarse por otras vías. Uno empieza a estar harto de que se criminalice a medios que trabajan desde la honestidad y lo hagan los mismos que reducen su escenario vital a las redes sociales donde abundan las ‘fake news’ de turno. A estas alturas hay información suficiente, separando mínimamente el polvo de la paja, para estar al día de lo que es el coronavirus, de lo que supone, de cómo se propaga y a quién puede afectar. Sin rebajar el nivel de riesgo, porque estamos ante un virus del que no sabemos todo, ni alarmar innecesariamente. Luego serán ustedes los que puedan elegir si desean seguir en ese mundo ficción hecho de noticias falsas (parece que la realidad nos aburre) o prefieren acudir una información veraz, hecha por profesionales que les dan las claves para entender la realidad. Y, por favor, no matemos al mensajero que, últimamente se ha convertido en el recurso más habitual para justificar cualquiera de los males de nuestro tiempo.
Si a nivel sanitario, por lo visto, el coronavirus es una mala gripe a la que hay que poner cuidado, sensatez y sensibilidad con las víctimas (no me gusta el argumento de los que minimizan las muertes de cientos de ciudadanos chinos porque «como son tantos», ni los que banalizan el fallecimiento de nuestros mayores por el hecho de ser mayores), la psicosis y el miedo por su propagación tiene otros daños colaterales. Uno de ellos es la repercusión económica. Como hoy les contamos,  hay una empresa enclavada en Almazán como Resinas Naturales que no pasa su mejor momento. Junto a otros motivos, el cierre de los mercados provocado por el coronavirus compromete su viabilidad. Uno de sus mercados y donde viajan sus productos es China, principal importador de materias primas mundial, y el cierre del mercados internacionales ha paralizado las exportaciones de la empresa adnamantina que no quieren hablar de echar el candado. El miedo y la inestabilidad es la principal amenaza para la economía y el turismo italiano lo está notando como lo podrá notar eventos venideros como la Semana Santa en España. Es momento de hacer un análisis frío y calmado de la situación, seguir las recomendaciones sanitarias y dejarse de baile de máscaras que ofrece una imagen alejada y exagerada de la realidad.