La Jota de Covaleda tiene futuro

A.P.L.
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Todo comenzó con el entusiasmo por parte de tres vecinas del pueblo por recuperar los trajes típicos que casi se habían perdido

La Jota de Covaleda tiene futuro - Foto: VALENTIN GUISANDE

En unos días Covaleda estará inmersa en su fiesta grande en honor a San Lorenzo y uno de los actos más vistosos es el baile de la Jota y la Rueda por parte de las piñorras, una tradición que hace 30 años estuvo a punto de perderse. En 1990 Maribel Rioja Mancebón junto a Cristina Mediavilla y Nieves Jimeno, vecinas de la localidad, se implicaron en poder retomar una tradición con arraigo. 

«Todo empezó con el entusiasmo de recuperar los trajes típicos de piñorra que prácticamente se habían perdido en Covaleda», relata Maribel. El Ayuntamiento lo había intentado en años anteriores, animando en el programa de fiestas a las mujeres a que fueran vestidas el segundo día de fiestas para acompañar a la corporación, aunque este mensaje no llegaba a cuajar. Un día acudió a ver la Pinochada de Vinuesa y se quedó «alucinada» por la cantidad de piñorras que había... Era lo que ella quería para Covaleda. Ante el comentario de que su pueblo nunca podría tener algo por no celebrar la Pinochada, esta vecina pensó en que la Jota y la Rueda «eran suficientes razones » y que las piñorrras podían bailarlas el segundo día de las fiestas, tras la misa, en la plaza. Las tres amigas, con el apoyo del Consistorio, que lo incluyó en el programa, se pusieron manos a la obra y comenzaron a confeccionar trajes y a animar a más mujeres a hacerlo, al tiempo que enseñaron los bailes a sus hijas y a más jóvenes del pueblo dispuestas a participar. Incluso fueron casa por casa preguntando a quien tuviera el traje regional. 

las primeras. A un mes para San Lorenzo, formaron un «valiente» grupo de 12 mayores - Cristina Mediavilla, Maribel Rioja, Cristina Jiménez, Mabel Rioja, Nieves de Diego, Amaya Martínez, Inés Soria, Ana Martínez, Olga García, Laura Benito, Cristina Herrero y Mª Carmen Tejedor- y nueve niñas, de las que Idayra «bailó desparejada pero con un salero único». En la actualidad, ésta última es una neuróloga «muy reconocida» en Estados Unidos y regresará estos días a las fiestas de Covaleda para bailar la Jota en San Lorenzo.

En esa primera actuación hubo muchas anécdotas y los vídeos que la recogen «son historia viva». «La gente quedó encantadísima. Aunque no salió perfecto, la idea cuajó muchísimo y tuvimos mucha aceptación», tanta que al año siguiente se publicó bando y numerosas niñas se apuntaron, «un aluvión, en torno a cien». Entonces se agregaron como organizadoras María Contreras y Pili Sanz, que comenzaron a encargarse del grupo de pequeñas para asegurar el relevo generacional. Además, estas dos vecinas de Covaleda investigaron sobre el medieval, «una danza preciosa, elegante, que se baila en la iglesia el Día de San Lorenzo». 

«No sabía nadie nada de la Jota y al principio no se nos ocurría por dónde empezar a enseñar», relata Maribel. Acudían «todos todos los días al Ayuntamiento a ensayar, paso por paso, sin música, tarereando...». Al final, los músicos grabaron a Maribel en una cinta y se empezó poco a poco. Con el paso del tiempo, cada vez hay más aceptación y «hay que agradecer a todas las madres que se han afanado para hacer los trajes». Cristina, con la ilusión que tenían de «fomentar el baile cada vez más» y de que «Covaleda se llenará de piñorras», propuso que todos los mantones se cosieran a mano. «Nos pusimos a bordar y muchísmos mantones de los que se llevan ese día están bordados a mano por nosotras. Ahora hay unas piñorras en Covaleda que son preciosas y la gente sigue teniendo mucha ilusión», añade emocionada.

los bailes. Este año los ensayos comenzaron el pasado lunes y, si fallara alguna piñorra, hay suplentes. Hay unas 90 ó 100 mayores y unas 40 niñas para bailar la Jota, la Rueda, San Lorenzo y la Caldereta. Todas ellas destacan esa sensación indescriptible, «una emoción muy grande que nos hace olvidarnos de ese sol de justicia». Tras la recuperación de la Jota, como se había perdido la partitura de la Rueda, Maribel se la sabía de memoria y con la ayuda de los músicos se recuperó, además del estribillo, la parte de la jota cruzada. «A los dos o tres años de empezar la añadimos tal como era», relata. 

«La gente mayor lo agradeció un montón», indica haciendo referencia a lo bien que está la propuesta de que las jotas que se bailan en España sea declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. «Me parece maravilloso porque es algo que conservamos de nuestros antepasados, son raíces nuestras. Yo recuerdo que mi abuela, que era muy folclórica, me enseñaba a bailar la jota los domingos y la Rueda se bailaba en bodas, reuniones, festividades... Y eso se había perdido, no sabía nadie cómo se bailaba la rueda. Es una alegría muy grande haber podido recuperar la Rueda, nuestra Jota y llenar el pueblo de piñorras», apunta con satisfacción. 

Maribel quiere hacer una mención especial como reconocimiento a Daniel Abad, ya fallecido, el autor del Himno de San Lorenzo. «De esta canción tenemos la letra y la música, todo» e hizo un himno del día de la Caldereta, el último de las fiestas en el que se hace una comida con la carne del toro (eso, antiguamente). En cuanto empiezan las fiestas, el himno ya se escucha por todo Covaleda. Cristina puso la coreografía a esta pieza y Maribel a la Caldereta, «me acordaba de la cadena que mi abuela decía que bailaban y pensé que se podía acoplar perfectamente». Ahora, además de sus hijas, también son sus nietas las que la bailan la jota «desde pequeñitas», Elisa (este año es una de las tres reinas de fiestas) y Alicia.

la música. Es «clave» para Maribel el agradecimento a la Banda de Música de Covaleda, fundada en 1928 (Jesús Rioja, el padre de Maribel, fue uno de los impulsores) y con Ángel Terrel como autor de la Rueda. «Era un farmacéutico que vino a Covaleda que sabía mucho de solfeo y se le ocurrió formar una banda, enseñando a un grupo de jóvenes», explica Maribel sobre el origen relacionándolo con la idea de que en Covaleda haya tanta «cultura musical». Cuando era pequeña, recuerda, cada domingo había baile con la Banda y los padres llevaban a los niños, «era muy tradicional acabar siempre la sesión con un pasodoble y el penúltimo era la Jota de Covaleda». Con los años, dejó de organizarse ese baile semanal. Después la SecciónFemenina fue por los pueblos recopilando los bailes típicos, «fueron casa por casa y las señoras mayores les explicaban cómo se bailaban». 

En 1990 se comenzó la Jota con gaiteros, pero ya el segundo año se contó con la querida Banda. «Ellos están siempre al pie del cañón y son nuestros compañeros, con una mención especial que quiero hacer para Felipe Herrero, de nuestro grupo y, este año, pregonero», elogia. Las piñorras han sido invitadas por la Casa de Soria en Zaragoza varios años, «bailando en representación de Soria en el Paseo de la Independencia».